Ni es la primera vez, ni será la última que vaya a
hablar de una novela de John Le Carré. Los que ya os habéis metido alguna vez
en el blog conocéis mi debilidad por este escritor inglés: para mí el mejor
escritor inglés de la segunda mitad del siglo XX y de parte de lo que llevamos
de siglo XXI. De hecho, añadiría que es el mejor escritor inglés vivo a día de
hoy. Es innegable que desde que hace 10 años descubrí a Le Carré de mano de mi
profesora de historia del instituto no he dejado de leerle y seguirle. Este
mismo mes de octubre a sus 87 años de edad publica su vigésimo quinta novela;
novela que compraré en el momento en que vuelva a Londres (que espero que no
sea a muy tardar). Pocos autores consiguen con un libro que mi alma viaje tan
lejos, se camufle entre las páginas y participe de primera mano de lo que se
narra en ellas. Siempre volveré a leer a Le Carré y espero que me queden muchas
hojas aún para hacerlo.
No solo leer a le Carré para mí es un verdadero
placer, sino que además leerle en una novela que cierra la que probablemente es
su obra literaria más importante, es aún más intenso. “Smiley’s People” es la novela que cierra la saga del agente
George Smiley y que culmina con la caza a su contraparte soviético, Karla.
Londres (cómo no) y el Circus, París, Suiza, Hamburgo y Berlín (con una última
escena muy cinematográfica que me ha recordado a Spielberg y su “Puente de los espías”) son los
escenarios por los que Smiley y su gente tejen una telaraña de información
encaminada a cazar al gran enemigo y rival del MI6.
“Smiley’s
People” es una novela que bien podría dividirse en dos partes bien
diferenciadas. La primera, que empieza con dos capítulos escénicos en los que
se nos plantean dos vidas y dos actos en Paris y Hamburgo es la que fija la
trama, la que pone en contexto al lector e hila todo con libros pasados y
personajes ya familiares para los que hemos seguido a Le Carré. La segunda
parte es en la que la red empieza a estrecharse, cuando las piezas situadas
sobre el tablero en la primera mitad del libro empiezan a moverse y la partida
se acelera hasta llegar a ese final tan Le Carré: sutil, sencillo, profundo,
íntimo.
Por norma general a John Le Carré se le considera un
mero escritor de entretenimiento (como si esto fuera algo malo) cuyas novelas
son todas de género (en este caso novela de espionajes y thrillers políticos
algunos también). No voy a negar estas acusaciones, pero quien haya leído a Le
Carré sabe perfectamente que sus libros no son meros best sellers, que lo son,
sino novelas de una calidad literaria que ninguno de los escritores de
pacotilla que van a dos novelas al año serán capaces nunca de escribir. “Smiley’s People” es una novela de
una complejidad muy grande, tanto por su trama (tan bien hilada que el lector
solo al final termina por tener una imagen completa del tapiz tejido durante
todas sus páginas) como por sus personajes.
“Smiley’s
People” es una novela en la que la maestría narrativa de Le Carré
vuelve a un punto muy alto. Las descripciones del ambiente y las acciones son
tan exactas que el lector (y a mí me ha pasado) se transporta a los lugares
donde se desarrolla la acción: calles de París, el Londres más clásico,
Hamburgo y su ambiente portuario, Suiza y su frío ambiente (fantástica es el
seguimiento a uno de los personajes por Berna) y para culminar Berlín y su
muro. Pero no solo las descripciones son extraordinarias; los diálogos entre
Smiley y su gente son de lo mejor que he leído: ese ritmo, esa profundidad, ese
doble sentido siempre, esa doble moral, esa incapacidad para saber qué es
verdad, qué mentira y qué medio verdad o mentira.
Las novelas de Le Carré son todas laberínticas. En
ocasiones uno no sabe en qué momento temporal de la narración está. “Smiley’s People” no es diferente,
aunque a diferencia de otras tiene una acción bastante lineal en cuanto a
desarrollo temporal se refiere. Apenas hay flashbacks, recurso que Le Carré usa
mucho para mostrar las partes ocultas de sus tramas, esas que terminan de
embrollar al lector haciéndole que esté pendiente al cien por cien de la trama
para no perderse ni agobiarse intentando recuperar el hilo argumental y avanzar
en la tela de araña que suelen tejer las novelas de Le Carré. Pero esto es lo que
me tiene adicto a este escritor: esa manera de retorcer todo y enganchar a un
lector en una trama de espionaje que toca todos los sentimientos humanos y que
plasma como nadie nuestras bajezas morales ante dilemas de difícil solución.
Como ya he dicho con “Smiley’s People” se cierra una saga de novelas
protagonizadas por George Smiley, para mí uno de los personajes literarios más
importantes de la literatura anglosajona de todos los tiempos. Y siento pena
por haberme terminado este libro. Pena porque sé que ya no hay más novelas en
las que Smiley tenga voy y cuerpo. Pena por no volver a leer sus preguntas
siempre incisivas y directas al grano, sus argucias, sus planteamientos, ni a
volver a ver sus fantasmas del presente y del pasado. No puedo recomendar leer
esta novela sin que antes al menos se hayan leído las dos novelas precedentes
que pueden conformar la trilogía (llamada así por simplificar) de Smiley-Karla.
Pero siempre recomendaré leer cualquiera de las novelas de Le Carré porque
todas aportan algo, todas mueven algo en la conciencia del lector.
Caronte.
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