Hace ya tiempo que
tenía entre ceja y ceja, en mi punto de mira, a Bernardo Atxaga: flamante
ganador del Premio Nacional de las Letras Españolas de 2019. Y es que hace
tiempo que me llama la atención este escritor vasco, y digo vasco con todo el
sentido de la palabra y todo su significado, ya que Atxaga no escribe en
castellano sino en euskera y es su mujer la que traduce sus libros al
castellano. No es casualidad, por tanto, que Atxaga sea el escritor vasco más
conocido y el que más vende, cosa que en este caso además se conjuga con una
calidad literaria que pocos escritores de este país consiguen: popularidad
entre lectores y buenas reseñas entre los críticos (siempre con excepciones, ya
que tengo la impresión, por algún que otro comentario leído a raíz de su última
novela publicada, que genera cierta envidia entre el gremio). Pero esta lacra
en mi biblioteca personal ha terminado y además con la que quizá es su obra más
famosa y la que más repercusión ha tenido.
He elegido “Obabakoak” como primera lectura
que hago de Atxaga por varias razones. La primera es que es quizá (y podría
perfectamente quitar el “quizá”) su libro más completo y más suyo, el más vendido
y por el que se le conoce en la mayoría de países a los que su obra se ha
traducido. No obstante, al ser un libro de relatos en los que simplemente hay
un nexo espacial entre ellos es perfecto para empezar a leerle ya que si en
algún momento al lector no le termina de convencer cómo narra y cuenta Atxaga
se puede dejar el libro sin tener esa sensación, que creo que todos los
lectores hemos tenido alguna vez, de impotencia al pensar en abandonar la
lectura de dicho libro.
“Obabakoak” es un conjunto de
cuentos y relatos que tienen como nexo común el pueblo vasco de Obaba. Quien
quiera buscar en Google Maps dicho pueblo tras leer este libro se encontrará
con el problema de no poder ubicarlo en ningún mapa, ya que, como la Tierra
Media para Tolkien, Región para Benet o Mágina para Muñoz Molina, Obaba es para
Atxaga su tierra prometida: allí donde vive su literatura, por donde discurren
los ríos de su imaginación y las estrellas de su estilo brillan con luz intensa
y única.
La magia de la
narración pura, sin artefactos que empañen la claridad a la hora de contar las
historias, hacen de “Obabakoak”
un libro que se deja querer y que casi se lee solo, ya que el lector termina
sumergido en un mundo tan fantástico y a la vez tan netamente real que solo
puede disfrutar y dejarse llevar por Atxaga. El lirismo que en cada narración
Atxaga consigue impregnar y transmitir al lector pocos autores lo han logra, y
mirad que llevo libros y libros leídos. En ciertos momentos me he acordado
bastante de García Márquez (salvando las inmensas y obvias distancias entre un
escritor y otro). Supongo también que la traducción de su mujer del euskera al
castellano ayuda a que no se pierda un solo ápice de la intención de Atxaga a
la hora de transmitir los sentimientos y sensaciones que pretende con cada
frase y metáfora.
En “Obabakoak” hay relatos de todo
tipo y para todo tipo de lectores. Desde la historia de una maestra solitaria
de un pueblo, hasta un cuento ambientado en la lejana Persia, pasando por
Hamburgo y su frialdad germánica. (Es curioso, por cierto, la fijación de
Atxaga con Alemania, especialmente Hamburgo, ya que en varios de los relatos de
este libro sale esta ciudad germana mencionada e incluso sirve de ambientación
para algún relato). Pero da igual donde se desarrollen el relato o quienes lo
protagonicen, todas las narraciones comparten estilo, gusto por contar algo de
manera brillante, intensidad y gancho para el lector.
Lo bueno que tienen
los libros de relatos, y por tanto “Obabakoak”
también, es que te permiten contemplar el universo creador de un escritor en
todos sus ámbitos y facetas. Los escritores buenos de verdad son lo que no se
limitan a un único género literario y por tanto son capaces de crear historias
encuadrables en géneros variados y ambientarlas en muy diversos lugares. Por
esto creo que no he podido elegir mejor obra de Atxaga para adentrarme en su
mundo y universo literario. Con una belleza inmensa, un estilo narrativo lleno
de imágenes oníricas, un realismo no empalagoso ni sucio, unos personajes que
dejan una sutil pero firme huella en el lector y un ritmo que atrapa, pero no
ahoga; las historias que se narran en este libro pasan por delante de los ojos
del lector como si de golondrinas se tratara: esos pájaros que conocemos de siempre,
pero de los que solo al contemplarlos con tranquilidad y calma somos capaces de
admirar su rotunda belleza.
A medido que he ido
investigando sobre Atxaga mientras terminaba “Obabakoak” me he dado cuenta de que es un escritor que levanta
ampollas entre sus compañeros de profesión. Y creo que esto es así porque en el
fondo la envidia sigue siendo uno de los elementos que más cohesionan a los
españoles entre sí (da igual la región). Obviamente Atxaga es un escritor
diferente y eso se nota en este libro, nada tiene que ver con otros escritores
no ya vascos, sino simplemente contemporáneos de su generación. Los relatos de
Obaba son únicos y forman un universo literario tan partículas como común a
todos los hombres y mujeres. Odio, envidia, miedo, ciudad, naturaleza, amor,
pasiones, muerte, leyendas, mitos, literatura y aventura. Todo cabe en la
literatura de Atxaga y éste plasma estos temas con una naturalidad y un
realismo que pocos escritores he leído que hagan.
Caronte.
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