sábado, 9 de mayo de 2020

Las uvas de la ira

Para mí escribir sobre algún libro que haya leído es una tarea sencilla porque suelo expresar con palabras lo que esa novela ha despertado en mí durante su lectura. El problema viene cuando lo que se reseña no es una novela cualquiera, sino una de las grandes novelas de la historia de la literatura, cuya repercusión fue grande en el momento de su publicación, pero que sigue muy viva a día de hoy. John Steinbeck es uno de los grandes de la literatura americana y universal, y sus novelas, tanto las grandes como las menores (en extensión hablo), han quedado impresas en la memoria de millones de lectores en todo el mundo. No hay que pasar por alto que esta novela está considerada como uno de esos libros que todo lector debería leer, o al menos intentarlo (para gustos colores, ya sabemos). Frases como “una de las mejores novelas de la historia” o “la gran novela americana” pueden parecer hechas y enlatadas, pero creo que en este caso hacen justicia al referirse a este libro.

Las uvas de la ira” es uno de esos títulos de los que todo lector ha oído hablar en algún momento, ya sea en clase (instituto o universidad) o simplemente rebuscando en listas de mejores libros de la historia. Obviamente puede gustar más o menos, llamar la atención o causar repulsa de primeras, pero lo que es innegable es que tras transcurridos más de ochenta años desde su publicación sigue siendo una de las novelas fundamentales en la historia de los EE.UU. y, por tanto, y esto es así, de la historia de la literatura.

Para mí era un reto enfrentarme a la lectura de “Las uvas de la ira”. Es un libro que me imponía respeto y más teniendo en cuenta que se supone que es el mejor de Steinbeck, o por el que mayor reconocimiento tuvo. Después de haber disfrutado enormemente con “Al este del Edén” hace algunos años, siendo uno de los mejores libros que he leído, enfrentarme con su hermano mayor era algo que me generaba algo de ansiedad por las altas expectativas puestas en él. Pero las expectativas han sido colmadas.

Las uvas de la ira” narra la historia de la familia Joad, de Oklahoma, y su peregrinaje miserable hacia el oeste, hacia Califormia, buscando un porvenir que les haga sobrevivir. Tienen que abandonar su granja y sus tierras echados por los grandes terratenientes que han decidido prescindir de los aparceros para mecanizar las tierras y sacar más beneficio directo durante una época en la que junto a las pésimas cosechas se unió la Gran Depresión americana. Así, la madre, el padre, los abuelos, los dos hijos pequeños, la hija casada y embarazada con su marido, y los dos hijos solteros (Tom Joad entre ellos, recién salido de la cárcel por asesinato), junto con un predicador conocido de la familia parten hacia el oeste, hacia su ansiado El Dorado. La travesía es dura. Siguiendo la Ruta 66 van dando con gasolineras, cafeterías de carretera, otros emigrantes dentro de su propio país, americanos que les miran como si fueran apestados…

La narración de la novela se centra principalmente en Tom Joad, pero no puedo afirmar como he visto en otras críticas, que sea el protagonista, ya que para mí lo son todos y cada uno de los miembros de la familia Joad. “Las uvas de la ira” es un fresco vívido de lo que fue la Gran Depresión Americana, de la sociedad de su tiempo. Steinbeck, además, intercala la narración del viaje de los Joad con pequeños brochazos costumbristas que preparan al lector para el siguiente capítulo grande de esa búsqueda del bienestar y esa tierra verde prometida de California.

Esta es una novela dura. Sin contemplaciones. Una novela en la que el lector va viendo poco a poco como lo que parecía una familia sólida, unida, muy americana, va desintegrándose por el camino urgida por la necesidad. “Las uvas de la ira” puede llegar a ser un libro angustioso debido a que poco a poco vamos viendo como el escaso dinero del que cuentan van menguando, cómo la comida va escaseando y cómo California parece no llegar nunca. Y cuando llega tampoco es para bien.

Las uvas de la ira” se divide en dos partes claramente diferenciadas en la historia: el viaje hasta California y la estancia en este Estado americano. Además, no sé si adrede o no, Steinbeck logra hacer coincidir ese cambio de ritmo y ambiente, de pasar de ser una novela de carretera a ser una novela de situación, justo en la mitad del libro (al menos en la edición en castellano de Tusquets). Y todo cambia llegados a California, aunque no en el sentido que quizá los Joad quisieran. La familia sigue rompiéndose, sigue desintegrándose, pero el sueño de trabajar, de ganar dinero y prosperar no muere, sigue fuerte sobre todo en el espíritu de la madre.

A lo largo de las páginas de “Las uvas de la ira” he ido viajando con los Joad por la ruta 66, cruzando estados, desiertos, montañas, ríos, gasolineras solitarias, sintiendo el polvo y el calor del medio oeste americano, sintiendo miedo con los Joad por las noches, ansiedad y angustia. También he disfrutado y gracias a esta novela me han entrado muchas ganas de, si algún día puedo cumplir este sueño, coger un coche y hacer la misma ruta que los Joad hicieron y que Steinbeck tan magistralmente ha sabido plasmar en papel.

Antes de acabar quiero hablar de los personajes de “Las uvas de la ira”. Y es que Steinbeck logra reflejar en cada uno de ellos parte de la complejidad humana. Ninguno de los Joan pasa desapercibido, incluso los más pequeños juegan siempre su parte en la historia. Pero no solo los Joad merecen mención, también el ex predicador Casey, quizá una de las figuras claves de la novela, o los diferentes hombres y mujeres que jalonan el viaje hasta California o los que conviven con ellos una vez llegados al falso El Dorado.

Las uvas de la ira” causó gran repercusión cuando se publicó ya que expuso a las claras cómo fue la vida de aquellos que sufrieron el golpe de la Gran Depresión de manera más severa y rotunda. Y no me extraña que levantara ampollas porque Steinbeck no se corta a la hora de retratar la miseria moral de los terratenientes que se aprovechan de la necesidad para hacer dinero. Y esto es algo que a mi particularmente en algunos pasajes de la novela me ha levantado la ira.

Poco más puedo añadir de “Las uvas de la ira”. Bueno, de hecho, podría añadir mucho de este libro, pero creo que tampoco merece la pena hacer un análisis más en profundidad de una novela tan leída, reseñada y criticada (para bien y para mal). La mejor de las recomendaciones que puedo hacer es la de leerla. Leerla con calma, disfrutando cada descripción y cada diálogo y dejándose llevar por Steinbeck a bordo de la camioneta de los Joad.

Caronte.


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