domingo, 21 de junio de 2020

Ávidas pretensiones

Pocos libros me han decepcionado de manera total y absoluta casi sin argumento contrario. Pues va a resultar que este es uno de ellos. Y mira que lo compré con ganas en la librería de segunda mano a la que voy siempre a ver si algún libro me elige y se deja comprar por mí, después además de más de tres meses sin pisar una librería. Y mira que apetecía leer esta novela con la que Fernando Aramburu (encumbrado al Olimpo de la narrativa española, merecidamente o no, con su opus manga “Patria”) ganó el premio Biblioteca Breve de novela hace unos años; premio que, como todos supongo, ha ido degenerando paulatinamente, pasando de ser un galardón prestigioso de una de las editoriales con más solera de España (Seix Barral) a convertirse en otro galardón más de editorial que premia a sus, ya en catálogo y generalmente consolidados, autores y en el que la calidad literaria rara vez aflora en ediciones recientes (hablo de las últimas décadas).

A ver cómo lo digo sin que suene ni muy directo ni muy duro ni muy desconsiderado: “Ávidas pretensiones” es una novela pretenciosa, un pastiche de novela de enredo y folletín cómico. Su trama gira en tornos a las vicisitudes que un grupo de poetas vive en un monasterio durante un fin de semana en el que se celebra un congreso, unas jornadas poéticas, sobre qué es la belleza en la poesía. A partir de ese tema central se ramifican tramas y subtramas, secundarias, terciarias, en las que los muchos y diferentes personajes interactúan y vuelven loco al lector. No hay rumbo en la novela, no hay un objetivo en la trama, no se pretende contar nada interesantes, sino simplemente hacer una caricatura burda que pretende, además, ser irónica sin conseguirlo, del mundo poético actual.

No sé lo suficiente de congresos, jornadas, certámenes literarios o poéticos como para entender muy bien la “¿supuesta?” crítica que Aramburu encierra en “Ávidas pretensiones”. De hecho, no sé si realmente quería criticar parodiando este mundillo. Lo que sí sé, es que más que parodiar el, quizá, nivel ínfimo de la poesía actual, para mí ha conseguido parodiarse, y muy mal, a sí mismo. Habiendo leído “Patria” y un par de libros suyos más derivados del terrorismo de ETA, no comprendo la necesidad que tenía Aramburu de escribir algo así. No le encuentro lógica alguna y, sinceramente, me da bastante pena.

Centrándome en “Ávidas pretensiones”, he de decir, que salvo tres o cuatro carcajadas contadas que me ha generado esta novela, me he aburrido enormemente durante sus poco más de cuatrocientas páginas. Ninguno de los hilos argumentales me ha enganchado como para poder salvarlo. Ninguno de los personajes me ha llamado la atención como para hacerle una mención individual (no creo que, en este aspecto, el haber introducido más de una docena de personajes haya ayudado mucho a los lectores). La novela en lugar de ser un tapiz bien tejido, armónico y uniforme, es una madeja alborotada llena de nudos que se hace muy difícil de seguir.

En una novela irónica, sardónica, sarcástica, donde se pretende que el humor sea el tono predominante y mediante esto se haga una crítica fundada y que pueda realmente llegar a escocer hay que poner mucho más interés y cuidado que para escribir un drama realista. “Ávidas pretensiones” es un fracaso como novela irónica y de humor. El lector se ve atrapado por un estilo muy pretencioso que no casa con lo que Aramburu suele escribir. Una maraña de actos, de personajes, de acciones que más que divertir con el enredo, enredan en el mal sentido de la palabra.

Ya digo que no sé qué cosa buena decir de “Ávidas pretensiones”. Es que nada me hace alabar una novela que a mí personalmente me ha parecido una sobrada, una pérdida de tiempo y de dinero. Sé que los días que he empleado en leer este libro bien podría haberlos empleado en cualquier otra cosa mínimamente más interesante (y hay muchas cosas mínimamente más interesantes y divertidas en las que emplear mi tiempo). Tampoco entiendo sinceramente el premio Biblioteca Breve concedido en su día, y si aquel año ésta fue la mejor novela no quiero pensar cómo serían las otras (y estoy más que seguro que decenas de novelas presentadas a ese certamen serían mil veces más interesantes que ésta).

No puedo recomendar la lectura de “Ávidas pretensiones” porque no tengo la costumbre de recomendar cosas que no me hayan gustado. Y esta novela no me ha gustado absolutamente nada. Pretenciosa, fuera de tono, fuera de lugar, personajes enmarañados sin casi evolución ni profundidad, tramas descolocadas, forzadas, prototípicas. Lo siento, pero este libro es probablemente el peor que me he leído este año, y esto ya es decir demasiado.

Caronte.


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