No sé por qué a veces dejo pasar tanto tiempo para retomar a algún autor cuyo estilo y libros me apasionan, pero que dejo hibernar hasta que algún evento me lo vuelve a traer a la palestra. Esto me ha pasado con Roth esta vez. Empecé a leerle cuando le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras hace ya unos años y me encantó lo que leí de él, pero lo dejé en la despensa por así decir. Hasta que hace unas semanas la cadena americana HBO estrenó una adaptación de esta novela suya cuyo tráiler me gustó y decidí volver a poner a Roth en mi lista de pendientes. Hasta esta semana cuando cogí el libro y lo devoré literalmente, dejándome llevar sin voluntad de resistirme por la prosa de quien es, para mí, probablemente el gran novelista americano de los últimos cincuenta años (aunque a este respecto siempre habrá muchas discusiones).
“La conjura contra América”
(que es el nombre de la traducción española de la novela de Roth) parte de la
premisa histórica falsa de que, en 1940, en las elecciones presidenciales de
ese año, gana Charle A. Lindbergh en lugar de Roosevelt y por tanto EE.UU. no
entra en el momento que debe en la IIGM para luchar contra el fascismo y el
nazismo en Europa. Como se puede ver Roth utiliza eventos y personajes
históricos reales para narrar un “pudo ser per no” que, dado el momento actual
que EE.UU. está viviendo este mes de junio, bien podría haber sido así en aquel
entonces.
La novela, y fundamentalmente el estilo alambicado, de frases largas y complejas pero fáciles de seguir que tiene Roth, es adictiva. “La conjura contra América” se lee sintiendo que lo que narra no es ficción, sino que ocurrió realmente hace ochenta años. Y esta sensación se acentúa aún más teniendo en cuenta que en el fondo la deriva fascista de EE.UU. y un antisemitismo incipiente no es más que un adorno en la novela, centrándose realmente en la vida de la familia del Roth de la novela: sus padres temerosos de lo que está pasando en la sociedad y luchadores porque su vida no se vea afectada; su hermano, a quien de una manera u otra, siendo apenas cuatro años mayor que él, se ve medio aceptando lo que pasa a su alrededor; su primo que se va a Canadá a luchar contra el fascismo en Europa; su tía materna que solo quiere trepar socialmente y termina casándose con una preeminente figura judía que termina siendo asesor del presidente fascista Lindbergh.
Roth escribió “La conjura contra América” en 2004 pero, sin embargo, la novela cobra estos días un significado aún mayor debido a las protestas raciales que se han desbocado en América teniendo en la Casa Blanca a un presidente indigno del puesto en la historia que tiene. No es poca la comparación. Hacia el final de la novela, en un determinado momento de caos, un político dice que EE.UU. es y debe ser un país de ley y orden, y que hay que aplicar ambas cosas con toda contundencia. No sé si esto recuerda algunas palabras presentes.
“La conjura contra América” no solo es un ejercicio de ficción histórica increíblemente bien hilada, donde la cotidianeidad de los personajes y sus vidas, dan aún más verosimilitud a la narración, sino que es una novela que muestra sin cortapisas como el odio al diferente puede prender en poco tiempo en una sociedad aparentemente tolerante, civilizada y que se cree la cuna de la libertad y los derechos. No hay que olvidad que todos los personajes históricos que salen en la novela ya sean del mundo político o de la economía, de la televisión, de la prensa, del mundo judío, de los derechos civiles, etc., fueron personajes reales. Que Lindbergh fue un ultraderechista americano miembro de una asociación llamada America First (no sé si os suena…), y que Roosevelt fue el gran presidente que ha tenido EE.UU. en el siglo XX llevando al país de una depresión económica terrible a ganar la IIGM.
De las pocas cosas que me han chirriado de “La conjura contra América”, aunque no por ello me haga considerar globalmente la novela como de las mejores que me he leído este año, es que los dos últimos capítulos no me encajan totalmente ni por ritmo ni por estilo con el resto de la novela. Tengo la impresión de que esos dos últimos capítulos bien podrían ir intercambiados de orden (y, de hecho, creo que debería ser así). Además, también tengo la sensación de que la novela acaba muy drásticamente sin dar al lector casi oportunidad de asimilar el final del libro.
Reconozco que si he devorado “La conjura contra América” durante los últimos días ha sido porque quiero ver la serie que estrenó HBO hace apenas unas semanas, pero esto no quita para que fuera un libro que llevaba en mi lista de pendientes mucho más tiempo del que debería haber estado. He disfrutado de las páginas de esta novela como llevaba tiempo sin disfrutar de ningún libro, pese a que a priori el estilo narrativo de Roth puede resultar pesado, cosa que no es en absoluto y su narración se hace deliciosa se mire por donde se mire. Para aquellos lectores que gustan de pasar horas con un libro entre las manos, esta es su novela. Una novela que cobra realismo por los eventos históricos actuales que estamos viendo y que ha ganado actualidad por la adaptación a la pequeña pantalla.
Caronte.
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