Al libro del que hoy me toca escribir llegué a través de la editorial española Libros del Asteroide, una editorial de tamaño medio que lleva varios años ya en el panorama literario español publicando y reeditando libros de autores que en editoriales grandes y muy comerciales no tienen espacio por desgracia. Siempre tengo muy presente el catálogo de esta editorial y más aún desde que han empezado a reeditar las novelas de Graham Greene en español, autor que para mí es lo mejor que ha dado la literatura inglesa en el siglo XX. Siempre publican calidad en Asteroide, y este año han publicado una novela de una escritora inglesa prácticamente desconocida para el público español y muy olvidada incluso para el público inglés: Olivia Manning. Cuando vi que iban a publicar el primer libro de su trilogía de los Balcanes empecé a indagar y descubrí que al mismo tiempo que Libros del Asteroide publicaba su edición, lo hacía también una nueva edición inglesa (en la que se basa la española) y desde el minuto uno decidí que iba a ser una de mis lecturas urgentes.
Como acabo de señalar “The great fortune” (en español el título es la traducción literal: “La gran fortuna”) es el primer libro de una trilogía que tiene de fondo la Segunda Guerra Mundial en la periferia del conflicto: Rumanía en el caso de este primer libro y los Balcanes en los siguientes. Pero la IIGM no es en sí el hilo narrador de la novela, sino simplemente una música de fondo, unos tambores lejanos de guerra que parecen distantes, ajenos a todo y todos, y que los personajes de la novela oyen en la lejanía con la misma indiferencia que oirían un piano en un bar a medianoche.
Olivia Manning se sirve en “The great fortune” de un matrimonio joven, muy joven, compuesto por Harriet (21 años) y Guy (21) para trasladar al lector al Bucharest de 1939 y 1940. La pareja de ingleses, recién casado, viaja en tren hacia Rumanía atravesando Yugoslavia y cruzándose con un éxodo de migrantes que huyen del epicentro inicial de la guerra para intentar refugiarse en una zona que creen alejada y que non sufrirá los embates nazis. En el tren camino de Bucharesct se topan con el Príncipe Yakimov, un noble de origen ruso (de los rusos blancos) cuya fortuna no es más que un espejismo del pasado y que termina siendo otro de los pilares sobre los que se asienta la novela.
“The great fortune” no tiene una trama argumental por así decirlo. Esta es una novela realista sobre la vida de la comunidad inglesa emigrada por trabajo diplomático en Bucharest, el Paris del este de Europa. Los cafés, paseos en calesa, hoteles de lujo, excentricidades varias, costumbrismo, esnobismo, son retazos que plagan la novela y hacen ver al lector cómo era la vida durante los comienzos del terror de la IIGM en una ciudad ubicada en las postrimerías de Europa cuyo esplendor y grandeza empezaba ya a decaer antes del golpe final que borró de un plumazo toda el alma cosmopolita, urbana, y aspirante a la modernidad y comodidades de la buena vida de las ciudades del este de Europa.
Es muy interesante ver cómo en las páginas de “The great fortune” Olivia Manning retrata de manera tan delicada, realista y alejada de sentimentalismos la vida en Bucharest de una joven pareja cuyo amor parece haberse desgastado antes de si quiera empezar. Harriet y Guy son dos personalidades opuestas; ella no es la mujer sumisa que quizá por época tocaría imaginar, sino alguien con carácter y propias ideas y convicciones; él es un idealista impetuoso que relativiza todo cuanto a su alrededor sucede salvo lo que a él concierne. Manning no deja lugar al paternalismo ni a la pena en su estilo, cuenta las cosas desgranando sentimientos como pocos escritores he leído y eso, para un lector, es un gustazo. Ninguno de sus personajes pasa desapercibido y todos tienen algo que aportar y matizar a la historia.
La literatura está para trasportar al lector a un tiempo y lugar que no es el actual en el que vive; debe servir para viajar a lugares y épocas pasadas, o que incluso no existan; en definitiva, la buena literatura debe servir para que el lector deje de ser una persona real con nombre y apellidos propios y se transforme en parte del libro que esté leyendo. En “The great fortune” yo he tenido esta sensación. Olivia Mannig ha conseguido trasladarme a los cafés, hoteles, palacetes, fiestas y paseos por los parques de Bucarest, y ha despertado el deseo de visitar la capital de Rumanía para intentar percibir el aroma añejo del pasado glorioso y burgués de esa ciudad.
La IIGM es un tema sobreexplotado en la literatura y aun así Olivia Manning en “The great fortune” logró darle un aire diferente ubicando su novela en una ciudad periférica, donde el conflicto no llegó de primeras y donde los aires de preocupación existían, pero quedaban difuminados aún por esos felices años treinta que acabaron de golpe con Hitler destrozando Europa y todo lo que significaba. En la novela, al final, mientras Guy organiza una representación teatral amateur con miembros jóvenes de la comunidad británica Europa e Inglaterra están cayendo, el sueño de victoria rápida se está muriendo y, sin embargo, en Bucarest, en las mentes de los ingleses prima la diversión de los preparativos de la obra. Es muy interesante ese contraste y ver cómo poco a poco durante todo el libro se van sucediendo los acontecimientos más importantes del inicio de la contienda bélica en contraste con la aparente despreocupación que reina en Bucarest en los altos estamentos de la sociedad.
Guerra y amor; avance de la destrucción y desintegración de Europa y renuencia a que la buena vida de la burguesía de Bucarest desaparezca; burguesía y costumbrismo; atisbos de espionaje; entresijos de un matrimonio atípico; personajes incapaces de asumir la realidad, ni la suya propia ni la del mundo que les rodea… Olivia Manning consigue con “The great fortune” una novela absolutamente perfecta sobre aquellos años de desconcierto, resignación y voluntad de que nada cambie sabiendo que todo estaba cambiando.
“The great fortune” es de las novelas que más me han atrapado en los últimos tiempos; de esas novelas que dejan huella y hacen a uno soñar con haber podido vivir aquellos eventos en los mismos lugares que aparecen en la propia novela. Olivia Manning además me ha resultado un descubrimiento absolutamente revelador y maravilloso: su estilo es tan precioso, cuidado, pulido y bello que te envuelve y atrapa; y sus personajes son tan atractivos y diferentes unos de otros que no aburren ni resultan repetitivos. Recomiendo sin duda alguna esta novela, ya sea en su edición inglesa como en la española, a todo aquel que disfrute de la literatura con mayúsculas, esa que hace sentir, esa que da pena abandonar.
Caronte.
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