sábado, 4 de octubre de 2014

Lectura crítica: "El invierno en Lisboa"

De Antonio Muñoz Molina hasta la fecha sólo me había leído “El Jinete Polaco” novela ganadora del Premio Planeta hace ya bastantes años y por tanto una de las más conocidas de este autor. Como me ha pasado con otros muchos autores que poco a poco he ido descubriendo este último año, Muñoz Molina no era para mí más que un nombre conocido por haberlo estudiado como uno de los autores españoles vivos más importantes, pero poco o nada me había leído de él. Ésta primera novela suya que leí me deslumbró completamente y decidí incorporarle a mi biblioteca personal como autor de referencia. Pero por cuestiones indefinibles hasta casi un año después no he vuelto a leer nada suyo. Esta vez, y como primer libro que me leo durante este curso universitario, el libro escogido ha sido “El invierno en Lisboa”, novela también premiada esta vez con el Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica, dos de los premios más prestigiosos de las letras españolas. Añado aquí como nota aclarativa que el hecho de que un libro tenga un premio no quiere decir que sea bueno, últimamente los premios más parecen obedecer a intereses editoriales que a verdadera calidad literaria.

Pero “El invierno en Lisboa” poco o nada tiene que ver con el anterior libro de Muñoz Molina que me leí. Eso sí aunque muy diferentes, ambos son libros extraordinarios que llevan al lector a mundos tan iguales y diferentes al nuestros que hacen que las historias que se narran en ellos creen una atmósfera única. El libro del que hoy me toca hablar es novela negra, pura novela negra, aunque este género no tenga verdaderos autores puros en España. Muñoz Molina ha conseguido con este libro envolverme en una atmósfera gris, neblinosa, de noches oscuras, cielos plomizos y aire pesado y cargado de nostalgia de un pasado sin futuro, ambientes cargados de recuerdos borrosos pero nítidos y personajes que no descubren nunca por completo su verdadera personalidad y al mismo tiempo el lector puede verlos completamente desnudos sin ninguna coraza que les cubra.

Esta novela está ambientada en varios lugares, Madrid, San Sebastián y Lisboa principalmente; pero también podría haber estado ambientada en cualquier otra ciudad con alma jazz, como Berlín o Estocolmo, ciudades ambas que también salen nombradas en este libro aunque de manera muy superficial. Pero aunque la historia, la trama de la novela se desarrolle en estos tres lugares, en sus calles, hoteles y locales de jazz oscuros, no es sino en los propios corazones de los personajes donde cobra mayor sentido el concepto de novela negra que “El invierno en Lisboa” inspira en el lector. Madrid, San Sebastián y Lisboa no son simples escenarios grises, neblinosos, donde nada ni nadie es quien parece y donde por mucho que a uno le vean siempre puede pasar desapercibido, desaparecer sin ser visto aunque miles de ojos estén observando. Las tres ciudades son también personajes de la novela, secundarios de lujo que le dan a la trama su aire de misterio y nostalgia, de melancolía por un pasado que no se va a volver a repetir, por ese pasado que se nos va de las manos mientras es presente aunque no queramos. Estas tres ciudades, aunque sobre todo Lisboa y San Sebastián, muestran aquí su cara más gris, encapotada, húmeda, aunque la luz también tiene su protagonismo, esa luz clara y fría, blanca y brillante que roza los edificios y el pavimento de las calles.

Más que las ciudades, son los locales de jazz los sitios donde se narra la historia. Lugares oscuros, con apenas luz, o con una luz muy tenue. Locales donde se escucha siempre de fondo el jazz, el sonido quebrado de una trompeta, las notas emitidas por un piano o un contrabajo. Humo y aromas de bourbon. Lugares todos ellos cargados de ese halo de cultura pasada irrepetible de cantantes de jazz con sus cigarros encendidos consumiéndose solos en los ceniceros donde la ceniza ya inerte caerá muerta, vasos a medio acabar de licor color ocre. Muñoz Molina ha sido capaz de recrear los verdaderos ambientes de la novela negra de toda la vida, esos sitios que todos los amantes de este gran género literario tienen en la cabeza y siempre se imaginan que puedan existir para entrar alguna vez y perderse en algo irreal.

El invierno en Lisboa” cuenta la historia de amor y huida de Santiago Biralbo, un músico de jazz que lleva toda su vida trotando por el mundo de local en local, vagando de una botella de bourbon a otra, y de Lucrecia una mujer más que enigmática de la que apenas se dice nada en la novela pero que a su vez queda reflejada como la clásica femme fatal de las novelas negras, esa mujer que supone la perdición para el hombre que caiga en su encanto. Es la historia de una huida hacia adelante sin saber muy bien hacia dónde. Huida provocada por la desaparición de un cuadro de Cézanne, cuadro que roba Lucrecia y que quiere recuperar un marchante de arte igual de misterioso que Lucrecia, Touissant Morton, conocido del anterior novio de ella Malcolm. Morton es un hombre corpulento de color de nacionalidad francesa y Morton es su socio en negocios poco limpios, más bien oscuros. Falta un personaje muy importante en esta historia y es el narrador de la misma, un amigo de Santiago Birablo, que un día le ve en uno de los clubes donde solía actuar en Madrid pero con un nombre diferente. En ese momento en cuando todo el torrente de la historia se precipita al vacío para encontrarse con el lector en diversas reuniones entre los dos viejos amigos en los que repasan el pasado, el pasado de Santiago Biralbo y su vida zigzagueante entre nieblas, humo de cigarros inacabados y vasos de bourbon. Las huidas de una ciudad a otra, las habitaciones destrozadas por los registros, los hombres en gabardina que ocultan en los pliegues de las misma pistolas con las que encañonar al perseguido, vagones de tren vacíos donde las sombras se convierten en realidad, ventanas encendidas en medio de la noche, calles empedradas y húmedas antes de que levante el día; las huidas y el amor, un amor que también va escapando de su destino y que parece inalcanzable e irrealizable, y que quizá haya muerto antes de nacer.

La trama de “El invierno en Lisboa” no es rápida, ni extensa, pero Muñoz Molina sumerge al lector en ese mundo casi secundario, marginal de los clubes de jazz y sus músicos, del contrabando y de los mafiosos que trafican con cuadros robados. Aparte de los personajes principales que protagonizan la novela, hay varios secundarios extraordinarios como Floro Bloom y Billy Swann, el primero es un viejo compadre de Biralbo y del propio narrador de la historia, de los años buenos y de esplendor, que regente un local de jazz, mientras que el segundo es un músico reputado que coge a Biralbo como componente de su banda encomendándole tocar el piano. Para mí Floro Bloom es el personaje más divertido de la novela, el más estrafalario, el contrapunto a todo el ambiente pesado que la novela lleva consigo durante todas sus páginas, el camarada siempre dispuesto a echar una mano a un viejo amigo sin preguntar, callando simplemente y actuando. Bloom, Birablo, Lucrecia, Malcolm, Morton y Swann, todos son personajes de esta novela de Muñoz Molina pero perfectamente podrían encajar en cualquier obra de los grandes genios de la literatura negra de verdad, en esos ambiente sórdidos y casi abandonados, donde sólo los de siempre encuentran un lugar al que pueden llamar casa.

He de decir que soy un amante de la novela negra desde hace muchos años pero en España no tenemos muchos escritores que puedan decir que dominan este género, en este país somos más lectores de otro tipo de libros y por tanto los escritores no tienen esa práctica con este género soberbio. Pero en “El invierno en Lisboa” Antonio Muñoz Molina ha demostrado que sin ser un escritor habitual de novela negra, un gran dominio del género creando una atmósfera propia sólo comparable a la que el lector puede encontrar en las obras de los grandes de este género. No tenía dudas de que Muñoz Molina es un grandísimo escritor, ya me lo demostró en esa deliciosa novela que ya me leí hace un año como fue “El Jineta Polaco”, pero “El invierno en Lisboa” tan diametralmente opuesta por trama, personajes y ambientación a aquélla me ha demostrado que estamos ante uno de los grandes escritores españoles y no tengo dudas de que seguiré leyendo su obra, poco a poco pero sin pausa. Todo aquel a quien le guste la novela negra de verdad, la de los ambientes grises, húmedos y oscuros, la de las persecuciones, los disparos en la noche, los whiskies en anchos vasos de cristal y los cigarros inacabados debería leerse esta novela, porque además no es excesivamente larga lo que podría llevar a generar una atmósfera cargante para el lector. Para mí ha sido una delicia haber empezado mi último curso de la universidad leyéndome esta novela, y espero poder encontrar en mis siguientes lecturas una tan amena y que me enganche tanto como esta de Muñoz Molina.

Caronte. 

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