miércoles, 4 de febrero de 2015

Lectura crítica: "El Cónsul Honorario"

Poco a poco, a medida que leo más libro de Graham Greene me voy dando cuenta del pedazo de escritor que me he perdido. Por suerte gracias a mis amigos Pablo, Miguel y Chema que el año pasado por mi cumpleaños me regalaron las portadas de un par de periódicos de tirada nacional pude descubrir a este magnífico escritor, ya que murió el mismo día que yo nací. Y es que a medida que voy adentrándome en su obra voy descubriendo poco a poco novelas de una profundidad inmensa y además muy entretenidas, escritas como si fuera algo fácil combinar esa profundidad en los temas que trata con historias que enganchan al lector de principio a fin. Este libro es el tercero de Greene que me leo y me ha confirmado a este inglés de pura cepa como uno de mis autores preferidos, del que sin duda seguiré leyendo, o más bien devorando sus libros.

El Cónsul Honorario” es de esas novelas que mezclan una historia formidable que te engancha como a un drogadicto la heroína, y una gran profundidad a la hora de tratar algunos temas que aparecen durante toda la obra. Ir página a página en esta novela es no aburrirse en ningún momento, y recomiendo leerla en ingles, ya que sólo así se pueden ver y apreciar todos los matices en el lenguaje usado por los personajes. Es curioso leerla en inglés porque al estar ambientada en Argentina hay muchas palabras y dichos en español, cosa que si la novela estuviera traducida, a pesar de la correspondiente nota del traductor a pie de página, no se notaría el matiz en la narración.

La historia que en esta ocasión nos brinda Graham Green como he dicho se ambienta en Argentina, más concretamente en la época de la dictadura, más o menos en los años setenta. Los personajes principales son básicamente dos, aunque creo que sería más correcto hablar de cuatro grandes protagonistas. Por un lado tenemos a Eduardo Plarr, un mestizo, mitad paraguayo, mitad inglés; un doctor joven e idealista, enfrentado a la vida y a sí mismo, que intenta buscar su sitio en el mundo y estar a gusto consigo mismo y con sus ideas e ideales. En el otro lado esta Charles “Charley” Fortnum, el cónsul honorario del Reino Unido en una remota región del norte de Argentina dónde solo viven tres ciudadanos de la Gran Bretaña; una persona mayor, de más de sesenta años, adicto al whisky del que dice que cada uno tiene una “medida justa”, que duda de todos sus valores hasta la fecha y que termina enamorándose a su edad de una chica mucho más joven que él. Éstos serían canónicamente hablando los personajes principales de “El Cónsul Honorario”. Sin embargo hay otros dos que los complementan en intensidad y protagonismo. Estos dos personajes son Clara un prostituta de poca más de veinte años y el excura León Rivas, o Padre Rivas como en varias ocasiones es llamado en la historia.

Estas son las piezas principales de la partida que se desarrolla en las páginas de “El Cónsul Honorario”, pero la partida en sí es lo más interesante de todo. Lo que se narra en las páginas de este magnífico libro no es simplemente la historia del secuestro por error del Cónsul Honorario británico por parte de unos guerrilleros paraguayos que pretenden chantajear al gobierno para que libere a una serie de presos, es mucho más. La historia no se queda simplemente ahí, en desarrollar los intentos de Eduardo Plarr para salvar a su amigo el Cónsul sino que se va mucho más allá. Las relaciones que se establecen entre los diferentes personajes de la novela son realmente lo interesante. Ver los equilibrios en esas relaciones personales, las implicaciones personales y emocionales que se dan en las actuaciones de todos los personajes hace que el lector esté atento a todas y cada una de las páginas del libro, para no perderse detalle.

Para ser sincero, esta novela tiene una trama muy intrincada, con muchos vínculos entre los personajes, con muchas relaciones ocultas, moralmente poco aceptables, cínicas y de dobles sentidos muy serios, pero quizá por todo ello “El Cónsul Honorario” es una grandísima novela. Podría detallar un poco la trama pero hacerlo en pocas líneas es complicado. Puedo decir, no obstante, que Plarr y Fortnum no tienen una amistad al uso, se necesitan y se cuentan sus problemas pero la distancia entre ellos no se llega a reducir nunca. Y menos cuando entra en escena Clara, la prostituta, con la que el cónsul se acaba casando porque se ha enamorado, a su edad, y que pone si cabe más distancia entre éste y Plarr, que en alguna de sus visitas al burdel de la Señora Sánchez, que es donde trabajaba Clara la había visto y también se había encaprichado con ella. Podría decir también que Plarr tiene algo que ver en el fondo con el secuestro erróneo del cónsul, por haber facilitado los movimientos de éste con el embajador americano, objetivo real de los secuestradores, con llevaron a su apresamiento. Esta colaboración con los secuestradores, que no son ni más ni menos que antiguos compañeros de colegio de Plarr, y entre los que se encuentra el Padre Rivas, hace que un sentimiento de culpa invada al doctor Plarr que intentará por todos los medios salvar al cónsul.

Pero a mí lo que más me ha gustado no ha sido la trama de la novela, que sin duda es la mejor construida de todos los libros de Greene que me he leído, sino las reflexiones que a través de los diferentes personajes, se incluyen en las páginas de “El Cónsul Honorario”. Y es que en todas las novelas de Graham Greene que de momento me he leído, siempre se introducen una serie de ideas y reflexiones muy interesantes y profundas, muy bien fundamentadas, sobre las grandes inquietudes del ser humano, esas que durante toda nuestra vida nos persiguen y casi nunca logramos resolver o aclarar. Así en esta novela el amor, la amistad, la traición, la moral, la ética, y sobre todo la religión y Dios, tienen una importancia vital en todos los personajes que se enzarzan en conversaciones profundas y largas sobre estos temas. Temas que corroen las vidas de estos personajes y que están siempre presentes en sus actos.

La forma en que Graham Greene aborda todos estos temas es excepcional, y lo hace además con una delicadeza soberbia. Nunca deja ningún tema sin tocas, y cuando lo hace profundiza hasta el núcleo mismo de esa inquietud y diseccionándola hasta sacar todo lo que puede. Cada uno de los personajes además aporta su propia visión sobre estos temas; visiones que por norma general son muy diferentes las unas de las otras, aunque todas muestren en el fondo el mismo desasosiego vital que perturba el espíritu de todos nosotros. Lo bueno que hace Greene en “El Cónsul Honorario” no es simplemente mezclar una trama bien construida de principio a fin que deja exhausto al lector obligándole casi a seguir leyendo a pesar de que tenga sueño u otras cosas que hacer para descubrir qué es lo siguiente que tiene que pasar, sino que a la vez que hace esto mete estas reflexiones de las que he hablado y las hila perfectamente con la trama.

Son especialmente destacables en esta novela, aunque es algo que he comprobado también en las otras dos novelas de Greene que he leído, las conversaciones entre los personajes, los diálogos a dos o tres bandas que jalonan toda la novela y que la hacen avanzar a ritmo constante y creciente en intensidad. Creo que puedo decir sin exagerar y sin equivocarme que los diálogos de “El Cónsul Honorario” son de los mejores que he leído nunca: directos, claros, profundos y reflexivos. Diálogos en los que el lector es un componente más y en el fondo colabora de los mismos. Diálogos que dejan poso y sobre los que el lector tiene que volver una y otra vez en su memoria, donde se han grabado a fuego, para rememorarlos y pensar sobre ellos para intentar sacar alguna conclusión personal. Muy destacables especialmente son las reflexiones que se hacen en la novela sobre la religión y Dios, no creo que a nadie dejen indiferentes. Pero también son interesantes las posturas de los diferentes personajes en cuanto al amor y su existencia, y en cuando a la amistad. Posturas que en varias ocasiones pueden acercarse mucho al cinismo. Pero en el fondo la vida es cínica, no lo podemos negar.

No voy a negar que haya acabado “El Cónsul Honorario” encantado. Ha sido una lectura muy enriquecedora y entretenida lo que casi nunca suele pasar. Había momentos en los que estaba leyendo y pensando que ya no podía pasar nada más la novela daba un giro totalmente inesperado. Con este libro no te puedes esperar nada, y mucho menos asumir que las cosas van a ser de una manera porque al final la sorpresa puede ser mayúscula y la equivocación garrafal. Esta es una novela intensa, entretenida y adictiva, con un ritmo narrativo muy ágil, una trama muy bien hilada y construida, y unos personajes soberbios. Recomiendo su lectura vivamente a cualquier tipo de lector porque no creo que vayan a quedar defraudados.

Caronte.

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