De Antonio Muñoz
Molina tengo pendientes por leer varias novelas ya que no fue hasta el año
pasado cuando empecé a leer su obra y la verdad es que me gustaron las dos
primeras novelas suyas que me leí. Lo que pasa es que como no me gusta leer
seguidas obras del mismo autor, al final se me han ido acumulando poco a poco
la lectura de varios libros que descansan en las baldas de mi biblioteca. Pero
poco a poco les voy dando salida, aunque por desgracia y debido a las tareas de
la universidad este año parece que llevo un ritmo menor al del año pasado.
Hace unos días me
terminé “Plenilunio”, una de
las obras más famosas y celebradas por público y crítica de Muñoz Molina. Y
debo decir que he vuelto a quedar admirado con la capacidad de este escritor
para atrapar al lector en las páginas de sus novelas desde el principio hasta
el final, haciendo que dejar la lectura sea casi imposible. El estilo
envolvente que en esta novela despliega Muñoz Molina es increíble y tras un principio
en el que es posible que al lector le cueste meterse en la historia y le
resulte pesado leer, se nos descubre una historia profunda, llena de detalles y
sorpresas que poco a poco el lector va desentrañando hasta completar una novela
redonda y ante todo muy recomendable.
Empecé esta novela
con algunas reticencias, no porque pensara que no me iba a gustar, sino más
bien por el momento adecuado para leerla. Todo lector compulsivo sabe que cada
novela tiene un momento para ser leída, o incluso releída, y si dicha novela no
se lee en ese momento no se disfruta todo lo que se debería. Por esta razón
cuando empecé “Plenilunio” me
sentía un poco frío con lo que estaba leyendo. Sin embargo con el paso de las
páginas y la profundización en la historia terminé por engancharme a la novela
y al final no solo leía compulsivamente sus páginas sino que la historia me
envolvió por completo hasta llevarme a Mágina, ese escenario tan real como
fantástico, que solo existe en la imaginación de los lectores de Muñoz Molina,
pero que a la vez es tan real como un pequeño gran pueblo jienense rodeado de
un mar de olivos que tuve la suerte de visitar y vivir durante unos pocos días
hace unos cuantos veranos.
La historia que se
narra en las páginas y capítulos de “Plenilunio”
es la investigación del brutal abuso y asesinato de una menor de edad en el ya
mencionado ambiente rural de Mágina. Este acontecimiento sembrará de miedo al
pueblo, poco acostumbrado a este tipo de hechos que harán que la habitual
alegría y espontaneidad de un pueblo del sur de España mute en taciturnidad y
todo se vuelva gris. Los dos protagonistas principales son respectivamente el
héroe de la historia, el inspector encargado de investigar el asesinato, y el
antihéroe, el asesino. Ambos personajes quedan sin nombre durante toda la
novela, por lo que Muñoz Molina hace un trabajo formidable para evitar caer en
la tentación de hacer reales a dos personajes que se complementan y a la vez se
oponen de manera tan radical a lo largo de la novela. Por un lado el inspector
es un policía llegado al sur desde el País Vasco donde había estado destinado con
anterioridad y donde había vivido la amenaza constante del terrorismo; esta circunstancia
hace que la personalidad del inspector se vea tocada con tonos grises y
melancólicos, casi de ausencia de conciencia de quién es. Por otro lado tenemos
al asesino, un joven obligado por sus circunstancias personales a trabajar para
sacar adelante a sus padres, ya mayores y que vive en una frustración constante
y en un rencor hacia la sociedad creados por un trauma durante la mili; además
se añade a la personalidad del asesino una obsesión sexual que le lleva a
cometer el asesinato de la menor y a dejarla abandonada en un parque.
Al lado del
inspector aparecen otros personajes que le complementan y permiten introducir
en la historia negra que se narra en “Plenilunio”
unos apuntes más personales y reflexivos sobre la búsqueda de la identidad
personal. Por un lado tenemos al forense Ferreras que da el contrapunto al tono
gris y melancólico del inspector, con un poco de ironía y quizá algo de sentido
común. Pero sobre todo a la profesora Susana Grey, que entra en escena cuando
es interrogada por el asesinato de la menor ya que es su profesora en el
colegio. En seguida entre el inspector y la profesora se crea una relación que
destaca por su tensión sexual y sentimental. Para mí la interacción que se
produce entre el inspector y la maestra es lo mejor de la novela porque hace
que el carácter taciturno y gris del inspector debido a su trabajo, a sentirse
como pez fuera del agua y a los problemas de su mujer, cambie por completo y
parezca otra persona.
Con este
planteamiento de personajes se desarrolla una historia llena de luces y
sombras, escriba de manera magistral por Muñoz Molina. “Plenilunio” es, por encajarla en algún género literario
común, una novela negra, policíaca, y además de las buenas. Puede ser que quien
esté acostumbrado a la novela negra o policíaca anglosajona o nórdica encuentre
ésta un poco pesada con demasiada carga descriptiva, no solo de personajes y
lugares, sino también de sentimientos y que esté llena de reflexiones sobre la
búsqueda de la personalidad humana y de quiénes somos. Y es cierto. Esta novela
está llena de descripciones, pero son de tal intensidad, de tal calibre y de
tanta calidad que sin ellas la novela no llegaría a envolver al lector como
creo que esta obra consigue hacer. Sin embargo la propia historia relacionada
con el asesinato de la menor, su búsqueda, la investigación y la tensión que
vive el inspector por no encontrar ningún indicio que seguir, y la ansiedad del
asesino, turbado por su pasado y sus traumas tanto pasados como presentes, no
tienen absolutamente nada que envidiar a las más famosas novelas policíacas que
ahora están tan de moda. Podría incluso decir que esta novela es probablemente
de los primeros ejemplos profundos de novela negra española.
Quien quiera
atreverse con “Plenilunio”
debe echarle paciencia porque el comienzo como ya he comentado es un poco duro,
sobre todo si no se está acostumbrado a leer libros con mucha carga narrativa
ni descriptiva. Esta es una novela para disfrutar no solo de una historia
adictiva, negra, desgarradora y profundamente cautivadora, sino también con el
lenguaje y el estilo que Muñoz Molina despliega en todas y cada una de sus
páginas, un lenguaje que termina por absorbente e introducirte en la historia
como un testigo más de los acontecimientos que se van desarrollando. Poco a
poco quien pase ese primer muro de respeto y densidad narrativa descubrirá un
ritmo asombroso en la narración, aunque pueda parecer lo contrario, y terminará
por querer seguir leyendo a pesar de que la madrugada y haya llegado, o porque
el metro haya llegado a la parada de destino. Quiero hacer notar al lector que
esté atento y no olvide un pequeño pasaje de la novela que creo recordar está
en la primera mitad del libro. Un pasaje que parece no tener relación con la
historia principal pero que al final, cobra todo el sentido. Un final por
cierto que me dejó totalmente descompuesto y con la boca abierta (en sentido
metafórico). Hay que estar atento, por tanto porque todo lo que Muñoz Molina
incorpora a la historia tiene su sentido.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario