viernes, 8 de mayo de 2015

Lectura crítica: "El aire de un crimen"

Muchas ganas tenía desde hace unos meses de leer algo de Juan Benet. Por fin lo he hecho. Para muchos el nombre de este escritor será totalmente desconocido, no les dirá absolutamente nada. A mí tampoco me sonaba de nada, pero como me gusta investigar en las profundidades del mundo de las letras y pasarme horas y horas leyendo artículos sobre libros y escritores y rastrear los más recónditos rastros dejados por alguno de ellos hasta el rincón más alejado del olvido terminé por dar con Juan Benet. Debo decir antes de nada que cuando di con su nombre y empecé a conocerlo (a pesar de que lleva ya unos años muerto) me llevé una muy grata sorpresa al descubrir que voy a compartir profesión con él, ya que Juan Benet fue ingeniero de caminos, canales y puertos. Sin embargo este hecho que en un principio aunque pueda parecer chocante por el hecho de que alguien con dicha formación técnica y numérica haya acabado en el mundo de las letras, lo es aún más al descubrir que no dejó nunca su profesión y ejerció de ingeniero durante su vida (¡aún hay esperanzas!).

Sobre la pista de Juan Benet me puso Javier Marías, uno de sus más firmes admiradores y cuyo estilo narrativo ha quedado totalmente impregnado por el del primero, considerándole incluso uno de los más importante escritores del siglo XX español por haber promovido una renovación formal y estilística tan profunda que muchos escritores actuales no serían lo que son sin sus influjos. También quiero decir que al investigar un poco sobre su obra, para acabar decidiéndome a leer alguno de sus libros y saber por cuál comenzar, fui dando con críticas y referencias a Benet en las que a pesar de considerarle uno de los escritores más influyentes en la literatura española actual, no tuvo el éxito que quizá mereció en el mundo de la literatura (puede que porque su estilo no terminara de entenderse). Al final, y tras mucho buscar en las librerías para encontrar algún ejemplar de alguna de sus novelas que había seleccionado para leer y comenzar a moverme por su mundo literario, di con “El aire de un crimen” que fue finalista del Premio Planeta, y que sirvió como demostración personal de Juan Benet ante el mundo de las letras de que sí que era capaz de escribir algo que gustara al gran público y no sólo a los eruditos.

Como el propio nombre de la novela indica, ésta es una historia de intriga y sangre, odio y venganza, silencio y secretos. “El aire de un crimen” narra una serie de acontecimientos ocurridos en una región irreal, inventada por Benet, de España, llamada Región. Aquí vuelvo a hacer un punto y aparte, ya que tengo que explicar brevemente qué es Región. Región es un paraje, una zona no ubicada concretamente en España en la que el ambiente rural es el que impregna todo. Es una zona seca, de vieja historia, de tradiciones cerradas y poco amigable con los foráneos, incluso para los propios de la tierra es dura. Región es una especie de concentración de los pecados capitales de España. Prácticamente incomunicada del resto de España, Región vive aparte del resto del país, es una especie de microclima rural antiguo, cerrado, de tonos ocres, de pueblos prácticamente incomunicados y a medio en ruinas. Pero Región es también una de las creaciones literarias más extraordinarias de las letras españolas en la que Juan Benet puso toda su magia estilísticas para dibujarnos un espacio, un paisaje que se convierte en varias de sus novelas en un personaje más, tan importante como los de carne y hueso.

Volviendo a la trama. “El aire de un crimen” comienza con la aparición de un hombre muerto junto a una fuente en la plaza de uno de los pueblos que componen Región. Desde ese punto Juan Benet recrea una serie de tramas entrelazadas que poco a poco van avanzando en la resolución de dicho crimen. Así se nos irán presentando una serie de personajes que siempre tienen más que callar que lo que decir. Desde un par de guardias civiles que son los que van a llevar la investigación, más uno que otro, y que este último tiene bastante que quiere esconder; hasta la madame de un burdel que también tiene mucho que decir en la trama, pasando por un hombre típicamente de pueblo, rural a más no poder, oscuro, callado, sempiterno que por ganar un dinero decide colaborar en unos hechos algo siniestros que terminan mal, con sangre. Sin embargo, y aunque éstos son en el fondo los personajes principales, para mí son los secundarios, los que no tienen nada que ver directamente en el devenir de la trama de la novela, los que mayor interés tienen; así Benet retrata a un médico y un periodista, amigos desde hace mucho años que se rencuentran en Región tras mucho tiempo sin verse, y una anciana enferma cuya obstinación la lleva a pedir al médico que quiere morir en su casa porque sabe que su tiempo se está agotando.

La intensidad de “El aire de un crimen” va creciendo a medida que avanza la novela. Sí es cierto que al principio la novela cuesta, básicamente por su estilo, ya que Juan Benet utiliza palabras poco usuales en el lenguaje literario. Por ello quizá las primeras páginas se hacen muy pesadas, algo inconexas y muy difíciles de leer, lo que hace que entrar en la novela no sea tarea fácil. Una vez que el lector se acostumbre a ello, y sobre todo a los rápidos diálogos que se desarrollan entre los diferentes personajes, en las diferentes situaciones y en los varios escenarios en los que al mismo tiempo se va narrando la trama, la novela ganará enteros para el lector, hasta llevarle lentamente, casi sin que se dé cuenta a un final vertiginoso en el que se suceden los acontecimientos y en el que terminan de encajar todas las piezas de un puzle que parece no tener resolución posible.

En esta novela Juan Benet me ha demostrado que con un estilo pulcro, directo, culto y en algunos casos erudito de más, se pueden contar una historia totalmente adictiva que termina enganchando al lector y que perfectamente podría haber sido escrita por cualquiera de los grandes maestros de la novela negra, o de intriga. “El aire de un crimen” es una buena novela, escrita con un estilo muy personal, y sirvió a su autor para demostrar que también era capaz de crear algo popular que todo el mundo pudiera leer sin que los ojos se cerraran y el intelecto se pusiera en huelga por la densidad de la prosa. Son de agradecer, y de admirar, los diálogos, que como ya he dicho son escuetos, pero directos, aunque a veces también hay monólogos por parte de algunos personajes secundarios que bien merecerían ser enmarcados. En estos diálogos es donde Benet logra darnos la sensación de leer hechos ocurridos en otra época temporal, y en un lugar que aunque podamos reconocer como propio (todo lector podrá establecer paralelismos entre Región y algún paraje singular de España), parece sacado de las profundidades más abismales de la condición humana y su historia.

Muy probablemente siga leyendo algún que otro libro más de Juan Benet, aunque creo que lo tendré que hacer con cuidado y paciencia. Creo que no va a ser fácil pillarle el gusto a este escritor, pero quiero intentarlo por lo que tiene de simbólico para mí. No siempre se puede encontrar que alguien del mundo de la ingeniería sea tan respetado en el mundo de las letras, algo tan opuesto a todo lo que en la Escuela que estudio (la misma por la que pasó Benet) se enseña. He de decir como último apunte, que puede parecer malo pero que no creo que lo sea del todo, que “El aire de un crimen” se ha quedado corta a la hora de cumplir mis expectativas, aunque es cierto que tenía muchas y muy elevadas. No obstante sí ha cumplido con el propósito de levantarme el gusanillo por Benet.

Caronte.

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