Hacía ya catorce
años de la última entrega de la saga más brutal del cine en el que realidad,
fantasía y ficción se complementan para alentar la imaginación y los sueños de
miles de fans de todo el mundo. Los dinosaurios han vuelto a la pantalla, y
creo que lo han hecho por la puerta grande. La primera entrega de la saga
Jurásica se estrenó allá por 1993, la segunda lo hizo en 1997 y la tercera en
2001. Cuatro años de decalaje entre cada una de las entregas, siempre con la
mano maestra de Spielberg detrás, ya fuera como director en las dos primeras
como de productor ejecutivo en la última. Pero han pasado como he dicho catorce
años para volver a sentir aquello que los que apreciamos estas películas de
dinosaurios guardamos en nuestra memoria. En esta última ocasión Spielberg como
en la tercera entrega de la saga no está detrás de las cámaras, pero su mano y
su sombra son alargadas y su influencia está presente en el espíritu de la
película.
“Jurassic World” es la última
película que he ido al cine a ver. No podía faltar a una cinta tan épica que
además forma parte de una de las sagas cinematográficas que más me gustan. Sin
embargo mi relación con los dinosaurios de Parque Jurásico no siempre ha sido
amistosa. He de reconocer que hasta que no tuve diez o doce años, aunque me
avergüence reconocerlo, no fui capaz de ver la película entera. Me aterrorizaba
el Rex y era incapaz de aguantar la tensión de las escenas en las que uno sabe
que va a haber un susto o algo malo terminará pasando. Y digo que me avergüenzo
de este miedo, creo que totalmente justificado, porque en la sala de cine,
bastante llena para lo que es habitual en esto tiempos, había niños de cinco,
seis y siete años viendo la película con total normalidad y disfrutando de
ella. Por un lado, como digo, sentí algo de vergüenza, pero por otro me alegré mucho
íntimamente al ver cómo las nuevas generaciones siguen disfrutando de Spielberg
y del mundo que en su día creó hace más de veinte años.
La nueva entrega
de la saga jurásica sigue teniendo el mismo espíritu que es su día sus
antecesoras, aunque siendo sincero creo que está más a la altura de la primera
que de las dos siguientes. En “Jurassic
World” volvemos a tener un inicio tranquilo, idílico, en el que todo es
perfecto, todo funciona a la perfección y parece que nada puede fallar en el
parque de atracciones donde los dinosaurios resucitados a partir del ADN
encontrado en los mosquitos atrapados en ámbar. Aquí se nos presentan a los que
durante toda la película van a ser los protagonistas de la historia y las
aventuras que se desencadenarán. En esta ocasión son la directora del parque,
siempre ataviada, durante toda la película (incluso en momentos en los que
parece más que inverosímil que pueda ser verdad), con unos zapatos de tacón que
muchas mujeres querrían para ellas, sus dos sobrinos que van de vacaciones al
parque a disfrutar de los dinosaurios, y un aguerrido y apuesto entrenador de
Velocirraptores que hará las veces de héroe durante toda la película.
Obviamente no son los únicos protagonistas de la película, también hay
secundarios que intentan crear ese trasfondo algo moralista que se intuye en la
película pero que queda totalmente eclipsado por la acción y los efectos
especiales.
Una de las cosas
que quien sea amante de la saga de Parque Jurásico notará desde el primer
momento, más por entrenamiento después de haber visto probablemente decenas de
veces cada cinta, es que sabrá tras el primer vistazo decir quiénes serán los
protagonistas que desgraciadamente para ellos morirán en las fauces de las
bestias jurásicas clonadas genéticamente. Es algo instantáneo. Al menos así es
como lo experimenté yo, y no fallé en ninguna ocasión, además incluso supuse
correctamente qué dinosaurio daría cuenta de cada uno. Era ver a un nuevo
personaje y decir “tú terminarás mal”, y dicho personaje terminaba mal. Pero
esto no es ningún demérito para “Jurassic
World”, más bien creo que al contrario. Esto es algo que a los que nos
gustan las películas notamos por deformación profesional, pero que los que se
inician en la saga no tienen ni idea y serán sorprendido como yo mismo lo fui
en su día. Otra cosa que sigue igual que en las películas anteriores es la
tensión que se sigue viviendo en ciertos momentos que tienen que ver, claro
está, con los dinosaurios que durante las tres películas anteriores nos han
mantenido en un sin-vivir constante y con los nervios de punta durante toda la
película. Y sustos sigue habiendo, Spielberg no puede renunciar a una de sus
señas de identidad.
Mención aparte
quiero hacer de la banda sonora de “Jurassic
World”. Esta vez no es John Williams, el maestro de maestros, el más
grande compositor de bandas sonoras de la historia del cine, mal que le pese a
muchos puritanos del séptimo arte que piensen los contrario y puedan incluso a
considerarme un pecador por lo que acabo de expresar, quien ha compuesto la
banda sonora y esto se nota. Si en las películas anteriores era clara la mano
de Williams en las composiciones musicales de los momentos más cruciales y
épicos; en la cinta que nos compete es Michael Giacchino el autor de la música
que ni de lejos está a la altura de aquella mítica de “Parque Jurásico” con la que el espectador sentía que estaba
siendo testigo de algo único e irrepetible, maravilloso y ante todo real. Para
mí la pieza principal de la banda sonora original de la primera película, y en
su conjunto la banda sonora de aquella primera cinta, es la mejor de la
historia del cine. Y por suerte también está presente en esta nueva película, y
como siempre acompañando a los visitantes a la isla de los dinosaurios en su
llegada y descubrimiento de todas las maravillas. No creo que sea capaz de
expresar con palabras, sensaciones que hay que vivir para poder compartir y
entender, pero cuando los acordes de esa pieza musical empezaron a sonar los
pelos se me pusieron de punta, y una alegría enorme, mezcla de nostalgia y
emoción contenida, se invadió por completo haciendo incluso que varios
escalofríos me recorrieran todo el cuerpo y asomaran en mis ojos alguna que
otra lagrimilla. Larga vida al maestro John Williams.
Pasemos a la parte
dinosaurios. En “Jurassic World”
para chasco de los grandes fans de la saga no es el Tyrannosaurus Rex el que generará miedos y agobios en la sala, sino
un híbrido de laboratorio el Indominus
Rex, una dinosaurio hembra que generará quizá tanto respeto como nuestro ya
querido y amado Rex. Es esta
dinosaurio la que causará el terror en el parque de atracciones jurásico y la
que deberá ser cazada y aniquilada. Es en esta cuestión, la del laboratorio
genético, en la que se plantean las cuestiones éticas y morales que creo que no
terminan de calar en la película y que están muy forzadas y poco desarrolladas
para lo que creo que era la intención. Sí está siempre presente el dilema de
hasta qué punto estamos dispuestos a llegar, a por cuánto estamos dispuestos a
hipotecar nuestra ética y nuestra conciencia por el dinero o por la fama o por
cualquier otro elemente efímero. Pero entre tanta acción, tantos efectos
especiales, tanta épica, estos dilemas se pierden y al final el espectador no
termina por hacerles caso y lo único que quiere y ve en la película es que el Indominus Rex es un peligro que hay que eliminar. También son parte
importante en esta cuarta entrega de la saga los Velocirraptores, pero en este caso no terminan de ser villanos,
aunque siguen siendo los protagonistas de los momentos de mayor angustia de la película.
¿Y qué es del Tyrannosaurus Rex? Pues que a pesar de que su papel en
esta cinta es pequeño solo diré que el Rey sigue siendo el Rey.
Para terminar he
de decir que “Jurassic World”
es una muy digna última entrega de la mítica saga ideada por Spielberg hace más
de veinte años. Creo que de todas las secuelas de aquella legendaria “Jurassic Park” es la más
entretenida y la más parecida a ella. Los fans más puritanos podrán encontrar
extravagante que el dinosaurio villano de esta entrega sea un tipo que no
existió y que no es más que un engendro creado gracias a la mezcla de otros
dinosaurios. Aún así la película ha cumplido con sus expectativas, al menos con
las mías: es entretenida, es épica, hay acción, hay muchos dinosaurios (más que
en ninguna otra entrega de la saga), muchos efectos especiales y muchos sustos,
tensión y adrenalina. Creo que con esto basta para entretener y para convencer
a la taquilla. Quien vaya a ver la película se encontrará con dos horas de
entretenimiento puro y duro; dos horas que se pasarán voladas y que habrán
merecido la pena.
Caronte.
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