Hoy no me toca
hablar de una novela, ni de ninguna historia de ficción. Hoy toca comentar uno
de los mejores libros de este año, sin paliativos y sin duda alguna. Muchas
veces leemos historias que parecen reales, y alabamos a los escritores por
ello, cuando en el fondo todo lo que se puede narrar en un libro no son más que
situaciones, conversaciones y acciones que en mayor o menor medida el autor ha
vivido en su propia piel y por tanto solo tiene por delante la tarea de sazonar
ligeramente para mostrarlas como extraordinarias y fabulosas. Esta tarea no es
sencilla y tiene mucho mérito. Pero creo que más mérito tiene aún el narrar
hechos reales, conversaciones que sí que han pasado, acciones que sí se han
llevado a cabo y han ocurrido en la realidad, y que además nada tienen que ver
con quien las describe y narra.
Pocas veces antes
había leído un libro que no narrara una historia de ficción, y que todo su
contenido se mantuviera siempre dentro de la investigación periodística y
documental; pero el día ha llegado y cuando oí hablar de este libro sobre uno
de los mayores y mejores espías de todos los tiempos no podía dejar pasar la
oportunidad de saber más, aún sabiendo que quizá no iba a ser la lectura más
entretenida. Sin embargo tras haber leído “Un
espía entre amigos” puedo decir que no sólo ha cumplido mis
expectativas en cuanto a conocer más la vida de uno de esos personajes clave
que han habitado y habitan en las sombras, sino que las ha desbordado por
completo al haberme encontrado con un libro, que sin dejar nunca de lado los
hechos y la realidad, se me ha descubierto como la historia más emocionante que
nunca he leído en relación con el espionaje y eso que soy una grandísimo
admirador de dos de los grandes genios del género literario de espías como John
Le Carré y Graham Greene.
“Un espía entre amigos” narra de
manera brillante e intensa la vida como espía de Kim Philby. Se mire desde el
ángulo desde el que se mire la vida de este hombre no tiene nada de corriente
ni común, y si decidiéramos compararla con la que cualquiera de nosotros vamos
a llevar, muy probablemente nos deprimiríamos bastante al pensar que nunca
viviremos ni una centésima parte de las aventuras que este británico vivió. Kim
Philby fue un espía del MI6 y del KGB, o mejor dicho, fue un espía del KGB que
el MI6 consideraba suyo únicamente. Es quizá el doble agente más famoso del
espionaje internacional de toda la historia. Su trabajo para la KGB pasando
información sobre decenas de operaciones secretas de los Servicios Secretos
Británicos supuso el fracaso de muchas de esas operaciones, y también la muerte
de decenas, sino cientos, de personas. Todavía hoy su nombre causa escalofríos
y sonrojos avergonzantes si se menta en el cuartes general del MI6, e incluso
en el de la CIA. La vida de Philby discurría tal velocidad y con tantísima
intensidad que al resto de mortales les costaría más de dos y tres vidas poder
llegar a experimentar lo mismo que él.
La historia va
mucho más allá de la simple narración de la trayectoria como espía de Kim
Philby. “Un espía entre amigos”
cuenta también parte de la historia del grupo de dobles agentes comunistas
conocido como “Los cinco de Cambridge”. Este grupo estuvo formado por cinco jóvenes
de inquietudes comunistas, de buenas familias inglesas, que podrían haber
pasado perfectamente por perfectos gentleman ingleses, que trabajaron en el MI6
aunque rendían cuentas ante la KGB, ante la Madre Patria Rusia. No es la
primera vez que oigo hablar, ni leo de “Los cinco de Cambridge”, y que ya me he
leído varias novelas inspiradas en estos espías (novelas de Ian MacEwan, John
Banville, Graham Greene y John Le Carré); pero sí es la primera vez que leo
algo real sobre este grupo, con hechos, documentos, citas y operaciones reales
en las que intervinieron para fracaso occidental y victoria comunista.
Como he dicho lo
que se narra en “Un espía entre amigos”
va mucho más allá de una simple biografía sobre Kim Philby. Como el propio
nombre del libro indica, en él también se habla de amistad. Nick Elliot fue uno
de los más grandes y fieles amigos de Philby. Ambos se conocieron siendo muy
jóvenes. Elliot aprendió el oficio de espía de Philby y siempre le admiro,
yendo esa admiración más allá del plano profesional y pasando a convertirse en una
verdadera amistad. Elliot permaneció siempre fiel al MI6, siempre luchó contra
el fascismo y el nazismo primero y, acabada la guerra, contra el comunismo
levantando el telón de acero e intentando derribar el régimen ruso. Philby era
todo lo contrario. Esta relación de amistad duró muchos años, y nunca se vio
truncada pese a las dudas que en determinado momento surgieron en torno a la
figura de Philby, ante las cuales Elliot desplegó tal defensa que ni un padre
con su hijo. Hasta ese punto se respetaban, admiraban y querían. Pero al final
la verdad terminó saliendo a la luz. Cuando Elliot asumió todas las pruebas que
apuntaban a Philby como espía comunista, fue él quien decidió ir a por él. Quizá
sea esta la parte de la historia más emocionante e intensa, esos encuentros
entre dos amigos ya sin máscara alguna, uno decepcionado el otro sabiéndose atrapado
sin más que una única opción de seguir adelante. Philby terminó por desertar a
Rusia. Elliot siempre quedó marcado por esa amistad, quizá interesada, quizá
real, pero seguro que determinante para Rusia, que gracias a ella pudo
desbaratar muchas de las operaciones encaminadas desde occidente para tumbar su
régimen comunista.
Ben Macintyre, el
autor de “Un espía entre amigos”
es columnista y editor en The Times, diario para el cual también ha
trabajado como corresponsal en Nueva York, París y Washington. Pero ante todo
es un narrador excepcional que ha creado una biografía muy bien documentada,
con numerosas citas que dan veracidad a la historia, magníficamente narrada y
que logra más intensidad en sus hechos que muchas novelas de espías de autores
que pretenden conseguir lo que este periodista ha conseguido sin buscar
escribir una novela. En muchos momentos del libro el lector tiene la verdadera
sensación de que está totalmente inmerso en la lectura de un thriller de
espionaje, sin embargo al instante se vuelve a dar cuenta de que lejos de la
realidad, lo que está leyendo es una historia real. Las películas de James Bond
(o las novelas de Ian Fleming, que también sale en este libro citado en un par de
ocasiones), los libros de Graham Greene (que también aparece en las páginas de “Un espía entre amigos”) y los de
John Le Carré, han hecho que los lectores a los que nos gusta este género
tomemos como ficción acciones y elementos que vistos ahora en este libro
resultan totalmente verídicos. Hay momentos en que tenía que levantar la vista
de las páginas para recolocar mis ideas y volver al pasado para asumir que lo
que había leído en novelas de espías no eran invenciones de sus autores sino realidades
que han ocurrido, aunque la gente normal no nos hayamos dado cuenta de nada.
Puede que muchos
lectores al saber que “Un espía entre
amigos” es un libro biográfico sobre la carrera profesional de alguien
que existió en la realidad, con muchas citas, datos reales y documentos que se
exponen para ser comprobados si el lector es demasiado incrédulo, no se atrevan
a leer este libro. Sin embargo puedo decir tras haberlo leído que yo lo compré
por esa misma razón, porque quería saber más sobre una personaje que me
generaba admiración y curiosidad, pero que al final he terminado amando este
libro porque lo que en él se cuenta es de tal envergadura, y está narrado de
manera tan sobresaliente que mantiene al lector con ganas de saber más y más y
más. Además, es un libro con momentos de todo tipo, desde divertidos, irónicos,
sarcásticos, hasta de una tensión que se puede casi cortar con un cuchillo,
pasando también por momentos duros en los que se ve la traición a una amistad
de manera directa. Recomiendo vivamente la lectura de este libro, que no quiero
tachar de novela porque narra hechos reales pero que supera con creces a muchas
noveles de espías. Para mí ha sido una grandísima sorpresa.
Caronte.
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