viernes, 9 de octubre de 2015

Lectura crítica: "La tía Julia y el escribidor"

Como me pasó con el último libro del que hablé en este blog, he vuelto a dejar mucho tiempo entre libro y libro de Mario Vargas Llosa, y eso está muy mal. Lo que pasa es que a veces me pasa con algunos autores una cosa muy curiosa: y es que no sé qué libro suyo leerme porque si fuera sincero conmigo mismo los compraría todos de golpe y los iría desgranando poco a poco. Pero esto es algo que no me puedo permitir. Por eso he tardado tanto en leer al Nobel peruano (para los menos amantes de la lectura de libros y más aficionados al papel cuché de las revistas de corazón decir que Vargas Llosa es la actual pareja de Isabel Preysler). ¿Y por qué me decidí por este libro? Pues porque era uno de esos libros de Vargas Llosa que en su día, cuando todavía estudiaba cosas interesantes, estudié en el instituto en la asignatura de literatura y cuyo título tenía que aprender junto a otros dos también de este escritor encumbrado al Olimpo de la literatura hace cinco años por la Academia Sueca.

La tía Julia y el escribidor” es quizá una de las novelas más famosas y, por qué no decirlo, sonadas de Vargas Llosa, ya que en ella se describen episodios que tienen mucha relación, sino no son directamente autobiográficos, de la vida juvenil del escritor y su romance, y posterior boda, con su tía (no carnal que conste). Para ser sincero, yo de toda esta historia de enredos y del carácter parcialmente autobiográfico del libro no tenía ni idea hasta hace no mucho tiempo (un par de meses, no más); y de hecho no lo compré por esta temática romántica, de asuntos de faldas, sino por el renombre que siempre ha tenido esta novela dentro de la obra de Mario Vargas Llosa.

Ya he esbozado ligeramente cuál es el argumento y la trama principales de “La tía Julia y el escribidor” a saber: la historia del romance y flechazo de pasión casi a primera vista entre Mario (Marito, o Varguitas son los apelativos que se usan en la novela para designar al protagonistas que a su vez es el narrador de la historia) un joven estudiante de derecho con sueños bohemios de escritor en una buhardilla de Paris que trabaja para sacarse un dinero como redactor en una radio en la Lima de los años 50, y su tía no carnal Julia (me costaría mucho trabajo explicar realmente cuál es el parentesco entre Mario y Julia). Esta es la trama principal de la novela. Cosa que no parece, ni es, baladí. Pero detrás de esta historia de revista del corazón, de historieta romántica para mujeres solteronas, de cotilleo de salón de belleza, se esconde una crítica feroz y voraz de la sociedad acomodada y clasista de una ciudad como Lima, pero que bien podría ser cualquier ciudad grande de provincias estigmatizada por un pasado muy conservador y religioso.

Sin embargo “La tía Julia y el escribidor” es mucho más, ya que podría decir que esta novela son a su vez dos novelas muy diferentes la una de la otra. Por un lado, como ya he dicho, esta la historia de amor desenfrenado de Mario y su tía Julia, que intentarán por todos los medios y con la ayuda de personas que no tienen esa mentalidad antigua, tradicional y conservadora, llevar a buen puerto y disfrutarla en libertad. Pero por otro lado este libro también es una demostración extraordinaria de la magistral imaginación y del dominio de la lengua española del otro lado del Atlántico por parte de Mario Vargas Llosa, ya que los capítulos en los que está dividida la novela se dividen alternativamente entre la historia de Marito y Julia, y una serie de narraciones que nada tienen que ver con la historia principal y que conforman una especie de libro de relatos o cuentos sobre la sociedad limeña.

Esta simbiosis, este libro híbrido entre novela romántica y de enredos, y colección de relatos que bien podrían ser telenovelas que es “La tía Julia y el escribidor”, se consigue gracias a un nexo de unión que enlaza lo que podríamos llamar la realidad de la novela (la historia de Mario y Julia) y la ficción de la misma (los relatos “cortos”). Este nexo no es ni más ni menos que un personaje que aparece en el relato real y que es un radionovelista que trabaja para el mismo grupo informativo en el que trabaja el protagonista de la novela, Marito. Este escritor por encargo de folletines novelescos para ser radiados y escuchados por toda la sociedad limeña se convierte en todo un contrapunto en la novela y termina por convertirse en un cordón que une dos parte de un mismo libro y que hacia el final de la novela se entremezclan más de lo que parece al principio, cosa que es de resaltar y agradecer como lector.

No hay duda de que en “La tía Julia y el escribidor” Mario Vargas Llosa muestra todo su sentido del humor e ironía en la parte de la novela que corresponder a su propia vida, aunque la novele un poco. Pero también tengo que reseñar la fantástica imaginación que demuestra a la hora de crear historias cortas completas llenas de miedos, dudas, amor, pasión, traiciones y estigmas sociales que muestras cómo era la sociedad en la se hizo escritor el propio Vargas Llosa. Además, y como dije antes, esta novela muestra el excepcional dominio que tiene el escritor peruano sobre la lengua castellana, o mejor dicho del español. Y digo esto porque a lo largo de las páginas de este libro el lector se va a encontrar con dos estilos diametralmente opuestos, gracias principalmente al empleo de una misma lengua exprimida hasta la saciedad en sus dos vertientes: la peninsular castellana, y la americana. Así, la historia de Mario y la tía Julia es mucho más ágil, directa y sencilla de leer, por usar un lenguaje más cercano al español de España, que los relatos que se intercalan entre capítulo y capítulo, que están escritor en un estilo mucho más complejo, no por difícil de leer, sino por emplear, Vargas Llosa, la amplísima riqueza del español americano (su vocabulario, dichos, tonos, expresiones, etc.).

Como lo que pretendo con este blog es ser totalmente sincero con respecto a los libros que me leo, tengo que decir que “La tía Julia y el escribidor” me ha dejado con sentimientos muy encontrados. No negaré nunca que la historia principal, la que relata de forma novelada parte de la biografía de Vargas Llosa, me ha encantado y dejado sin palabras desde el principio del libro llevándome a viajar con la mente a la Lima burguesa de los años 50. Pero (siempre hay un pero), luego está la parte de los relatos de radionovela. Y es aquí donde tengo que ser mucho más crítico con Vargas Llosa. No diré tampoco que no me haya gustado ninguna de estas historias o relatos cortos, porque de hecho hay varias que son de una imaginación totalmente desbordante; pero a mí me terminaron por cansar, tanto por el argumento sin interés alguno de algunas de estas historias, como por el estilo tan, tan nativo criollo que emplea en algunas ocasiones que hace que sea muy difícil leer con fluidez estas historias. Este es quizá el mayor inconveniente que le pongo a la novela.

No obstante y obviando quizá un poco lo último que he dicho. “La tía Julia y el escribidor” es una novela que en su gran mayoría, ha cumplido con mis expectativas. Y no solo eso, sino que me ha sorprendido por el hecho de tratarse de dos libros, tan aparentemente diferentes, en uno. Además me ha pasado una cosa curiosa con el título de la novela y es que yo pensaba que todo él se refería a Vargas Llosa, que sería el escribidor, y a su primera mujer, la Tía Julia; pero tras la lectura mi conclusión es totalmente diferente, ya que para mí el escribidor es el autor de los radioteatros que aparece en la historia de Marito o Varguitas. Por tanto mi recomendación es que cualquiera que quiera empezar a descubrir la literatura de Mario Vargas Llosa sin ir a una de esas novelas más pesadas y con contenido más profundo, debería leer este libro y disfrutar, y reírse también, de este conjunto variado de historias que se presentan en este libro (además si alguna de las historias, o relatos, o cuentos adultos no gustan o enganchan siempre se pueden dejar a medias ya que su no lectura no afecta a la comprensión de la novela).

Caronte.

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