Como me pasó con
el último libro del que hablé en este blog, he vuelto a dejar mucho tiempo
entre libro y libro de Mario Vargas Llosa, y eso está muy mal. Lo que pasa es
que a veces me pasa con algunos autores una cosa muy curiosa: y es que no sé
qué libro suyo leerme porque si fuera sincero conmigo mismo los compraría todos
de golpe y los iría desgranando poco a poco. Pero esto es algo que no me puedo
permitir. Por eso he tardado tanto en leer al Nobel peruano (para los menos
amantes de la lectura de libros y más aficionados al papel cuché de las
revistas de corazón decir que Vargas Llosa es la actual pareja de Isabel
Preysler). ¿Y por qué me decidí por este libro? Pues porque era uno de esos
libros de Vargas Llosa que en su día, cuando todavía estudiaba cosas
interesantes, estudié en el instituto en la asignatura de literatura y cuyo
título tenía que aprender junto a otros dos también de este escritor encumbrado
al Olimpo de la literatura hace cinco años por la Academia Sueca.
“La tía Julia y el escribidor” es
quizá una de las novelas más famosas y, por qué no decirlo, sonadas de Vargas
Llosa, ya que en ella se describen episodios que tienen mucha relación, sino no
son directamente autobiográficos, de la vida juvenil del escritor y su romance,
y posterior boda, con su tía (no carnal que conste). Para ser sincero, yo de
toda esta historia de enredos y del carácter parcialmente autobiográfico del
libro no tenía ni idea hasta hace no mucho tiempo (un par de meses, no más); y
de hecho no lo compré por esta temática romántica, de asuntos de faldas, sino
por el renombre que siempre ha tenido esta novela dentro de la obra de Mario
Vargas Llosa.
Ya he esbozado
ligeramente cuál es el argumento y la trama principales de “La tía Julia y el escribidor” a
saber: la historia del romance y flechazo de pasión casi a primera vista entre
Mario (Marito, o Varguitas son los apelativos que se usan en la novela para designar
al protagonistas que a su vez es el narrador de la historia) un joven
estudiante de derecho con sueños bohemios de escritor en una buhardilla de
Paris que trabaja para sacarse un dinero como redactor en una radio en la Lima
de los años 50, y su tía no carnal Julia (me costaría mucho trabajo explicar
realmente cuál es el parentesco entre Mario y Julia). Esta es la trama principal
de la novela. Cosa que no parece, ni es, baladí. Pero detrás de esta historia
de revista del corazón, de historieta romántica para mujeres solteronas, de
cotilleo de salón de belleza, se esconde una crítica feroz y voraz de la
sociedad acomodada y clasista de una ciudad como Lima, pero que bien podría ser
cualquier ciudad grande de provincias estigmatizada por un pasado muy
conservador y religioso.
Sin embargo “La tía Julia y el escribidor” es
mucho más, ya que podría decir que esta novela son a su vez dos novelas muy
diferentes la una de la otra. Por un lado, como ya he dicho, esta la historia de
amor desenfrenado de Mario y su tía Julia, que intentarán por todos los medios
y con la ayuda de personas que no tienen esa mentalidad antigua, tradicional y
conservadora, llevar a buen puerto y disfrutarla en libertad. Pero por otro
lado este libro también es una demostración extraordinaria de la magistral
imaginación y del dominio de la lengua española del otro lado del Atlántico por
parte de Mario Vargas Llosa, ya que los capítulos en los que está dividida la
novela se dividen alternativamente entre la historia de Marito y Julia, y una
serie de narraciones que nada tienen que ver con la historia principal y que
conforman una especie de libro de relatos o cuentos sobre la sociedad limeña.
Esta simbiosis,
este libro híbrido entre novela romántica y de enredos, y colección de relatos
que bien podrían ser telenovelas que es “La
tía Julia y el escribidor”, se consigue gracias a un nexo de unión que
enlaza lo que podríamos llamar la realidad de la novela (la historia de Mario y
Julia) y la ficción de la misma (los relatos “cortos”). Este nexo no es ni más
ni menos que un personaje que aparece en el relato real y que es un
radionovelista que trabaja para el mismo grupo informativo en el que trabaja el
protagonista de la novela, Marito. Este escritor por encargo de folletines
novelescos para ser radiados y escuchados por toda la sociedad limeña se
convierte en todo un contrapunto en la novela y termina por convertirse en un
cordón que une dos parte de un mismo libro y que hacia el final de la novela se
entremezclan más de lo que parece al principio, cosa que es de resaltar y
agradecer como lector.
No hay duda de que
en “La tía Julia y el escribidor”
Mario Vargas Llosa muestra todo su sentido del humor e ironía en la parte de la
novela que corresponder a su propia vida, aunque la novele un poco. Pero
también tengo que reseñar la fantástica imaginación que demuestra a la hora de
crear historias cortas completas llenas de miedos, dudas, amor, pasión,
traiciones y estigmas sociales que muestras cómo era la sociedad en la se hizo
escritor el propio Vargas Llosa. Además, y como dije antes, esta novela muestra
el excepcional dominio que tiene el escritor peruano sobre la lengua
castellana, o mejor dicho del español. Y digo esto porque a lo largo de las
páginas de este libro el lector se va a encontrar con dos estilos
diametralmente opuestos, gracias principalmente al empleo de una misma lengua
exprimida hasta la saciedad en sus dos vertientes: la peninsular castellana, y
la americana. Así, la historia de Mario y la tía Julia es mucho más ágil,
directa y sencilla de leer, por usar un lenguaje más cercano al español de
España, que los relatos que se intercalan entre capítulo y capítulo, que están
escritor en un estilo mucho más complejo, no por difícil de leer, sino por
emplear, Vargas Llosa, la amplísima riqueza del español americano (su
vocabulario, dichos, tonos, expresiones, etc.).
Como lo que
pretendo con este blog es ser totalmente sincero con respecto a los libros que
me leo, tengo que decir que “La tía
Julia y el escribidor” me ha dejado con sentimientos muy encontrados.
No negaré nunca que la historia principal, la que relata de forma novelada
parte de la biografía de Vargas Llosa, me ha encantado y dejado sin palabras
desde el principio del libro llevándome a viajar con la mente a la Lima
burguesa de los años 50. Pero (siempre hay un pero), luego está la parte de los
relatos de radionovela. Y es aquí donde tengo que ser mucho más crítico con Vargas
Llosa. No diré tampoco que no me haya gustado ninguna de estas historias o
relatos cortos, porque de hecho hay varias que son de una imaginación
totalmente desbordante; pero a mí me terminaron por cansar, tanto por el
argumento sin interés alguno de algunas de estas historias, como por el estilo
tan, tan nativo criollo que emplea en algunas ocasiones que hace que sea muy difícil
leer con fluidez estas historias. Este es quizá el mayor inconveniente que le
pongo a la novela.
No obstante y
obviando quizá un poco lo último que he dicho. “La tía Julia y el escribidor” es una novela que en su gran
mayoría, ha cumplido con mis expectativas. Y no solo eso, sino que me ha
sorprendido por el hecho de tratarse de dos libros, tan aparentemente
diferentes, en uno. Además me ha pasado una cosa curiosa con el título de la
novela y es que yo pensaba que todo él se refería a Vargas Llosa, que sería el
escribidor, y a su primera mujer, la Tía Julia; pero tras la lectura mi
conclusión es totalmente diferente, ya que para mí el escribidor es el autor de
los radioteatros que aparece en la historia de Marito o Varguitas. Por tanto mi
recomendación es que cualquiera que quiera empezar a descubrir la literatura de
Mario Vargas Llosa sin ir a una de esas novelas más pesadas y con contenido más
profundo, debería leer este libro y disfrutar, y reírse también, de este
conjunto variado de historias que se presentan en este libro (además si alguna
de las historias, o relatos, o cuentos adultos no gustan o enganchan siempre se
pueden dejar a medias ya que su no lectura no afecta a la comprensión de la
novela).
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario