jueves, 18 de febrero de 2016

Lectura crítica: "El viento de la Luna"

Este año empecé leyendo varios clásicos de la literatura para pasar hace relativamente pocas semanas a leer a varios autores a los que ya había leído antes y que conforman casi mi canon más particular. Siempre vuelvo a ellos. Esta vez le ha tocado el turno a Antonio Muñoz Molina del que hacía ya tiempo, varios meses si no me falla la memoria, que no me leía ninguna novela. Y como ya suele ser casi habitual el mí, el libro que cayó en mis manos del escritor jienense no estaba casi pensado. De hecho la novela que acabo de terminar no estaba en mi lista prioritaria de novelas de Muñoz Molina que me quedan por leer. Lo que pasa es que cuando a uno se le cruza por delante un libro de segunda mano que parece casi nuevo, salvo porque pueda tener una especie de firma en la primera página, de uno de sus autores favoritos, en su edición original, no puede menos que cogerlo y no soltarlo por si la próxima vez que se pase por dicha librería de segunda mano perdida en una esquina de una plaza del centro de la ciudad ya no esté en la estantería donde lo vio. No me quedó más remedio, claro está que cogerlo.

El libro del que estoy hablando es “El viento de la Luna”, una de las últimas novelas de Muñoz Molina, publicada en 2006, en la que vuelve a situar la acción de la novela, aunque acción tiene poca la verdad, en el pueblo de Mágina. Ese pueblo del sur de España que no existe pero que todo el que alguna vez ha estado allí sabe a qué escenario se refiere. Sólo hay un pueblo en el sur en el que pueda haber una plaza del General Orduña presidida por una estatua breada a balazos, o una estatua de un ángel atendiendo a un miliciano, o un mar de olivos rodeándolo. Solo quienes hemos estado alguna vez en la Mágina real, con sus calles empedradas, sus casas encaladas y sus palacios señoriales de rancio abolengo y destartalado esplendor, sabemos a qué Mágina se refiere Muñoz Molina es las novelas en las que este pueblo deja de ser un simple escenario para convertirse en un personaje más de la trama correspondiente.

En esta novela Mágina vuelve a estar presente, como digo, y en casi todo su esplendor. El problema está en que quizá esta presencia sea lo único que realmente me ha llegado de “El viento de la Luna”. En esta novela Muñoz Molina nos presenta a un jovenzuelo apasionado de los libros y sobre todo del mundo de la astronomía, obsesionado con el viaje a la Luna, que por otra parte es uno de los hilos conductores de la trama, y también en cierto modo con la excitación sexual y los actos pecaminosos que le conviertes en un onanista empedernido (cosa que por otro lado lo somos todos los hombres a la edad del protagonista/narrador de esta historia).

Con el hilo conductor del viaje del Apolo XI a la Luna que culminaría con la llegada del hombre a nuestro querido y adorado satélite, “El viento de la Luna” simplemente trata de los recuerdos que el joven protagonista tiene de su vida en Mágina durante aquel año en el que las noticias del viaje espacial acaparaban todos los noticiarios y periódicos. Una vida vista a través de los ojos de un chaval que apenas ha comenzado su adolescencia y que por tanto desfigura la realidad para plasmarla melancólica, llena de recuerdos, buenos y malos, y tergiversada por los fuertes y cambiantes sentimientos que a esa edad todo chaval tiene. Así otro de los hilos conductores de la trama son los recuerdos, ya que aunque pueda parecer que no la historia está narrada desde un presente muy lejano al tiempo de la trama, relacionados con su familia y sobre todo con la relación entre sus miembros y él mismo.

Pero en definitiva en “El viento de la Luna” no ocurre nada. Muñoz Molina narra sin contar absolutamente nada. Parece como si la acción y la trama no fuera importante y por tanto secundarias, para pasar a centrarse sobre todo en la escritura, en crear estampas idílicas y realistas de la vida en un pueblo grande y rico de la España rural de los años sesenta y setenta, de finales de la dictadura franquista. Pero no pasa nada en toda la novela. Por así decirlo no hay trama que seguir como pasa en otras novelas de Muñoz Molina, aún en las más personales en las que el mero recuerdo y la evocación del pasado generaban en el lector una sensación de estar leyendo para terminar descubriendo algo. En esta no pasa eso.

En “El viento de la Luna” Muñoz Molina parece haber querido simplemente mostrar su gran estilo literario creando pasajes realmente maravillosos, de un realismo que en pocos libros se encuentra, como por ejemplo cuando habla de la recogida de la aceituna en pleno invierno, de las sensaciones que se tienen, de los olores que se experimentan, de los rituales en los que uno si inicia al vivir semanas de levantarse al alba para aprovechar el mejor momento de la aceituna. También hay muy buenas e intensas descripciones de lo que el propio autor en la voz (si se me permite decirlo así) de un chaval considera que debe ser un viaje espacial de la relevancia histórica que el que se estaba llevando a cabo en 1969 para llevar al hombre a la Luna.

Pero ya está, ahí se acaba el interés de “El viento de la Luna”. He echado en falta esa profundidad en la historia que en otras novelas Muñoz Molina no ha dudado en plasmar en papel. Se me ha quedado coja la historia y la trama. Creo que de la historia subyacente que en el fondo también hay en este libro se podría haber sacado mucho más. De la historia subyacente que hablo es del drama que vivió la familia de nuestro joven protagonista debido a uno de sus vecinos, que está muriéndose durante todo el desarrollo de la escasa trama, durante el final de la Guerra, pero que no termina nunca de producirse. Sólo al final y de manera muy acelerada la novela cobra interés. Pero para cuando eso ocurre el lector no lo disfruta, porque tiene la sensación de que todo lo anterior no ha servido para nada.

No puedo decir que “El viento de la Luna” es una novela pésima, porque primero se deja leer, y segundo porque hay ciertos pasajes que merece la pena leer y dejarse llevar por ellos. Lo que pasa es que como yo me esperaba bastante más de una novela de Muñoz Molina, y más aún de una novela suya ambientada en Mágina, tras acabar este libro tuve una sensación extraña, mezcla de decepción y tristeza por lo que podría haber sido pero que simplemente se quedó en un vago y vano intento. Por tanto esta novela no es ni de lejos una de las mejores de Muñoz Molina que me he leído, quizá incluso sea la peor de todas las novelas suyas que me he leído (sin contar con la especie de diarios “Ventanas de Manhattan”, que por no ser propiamente dicho una novela no la cuento).

El viento de la Luna” es una novela para leer después de haberse leído al mejor Muñoz Molina, sus grandes libros, esos por los que para mí es uno de los mejores narradores de este país. Y digo esto porque pese a que en el fondo en la novela no ocurre nada, no hay una trama ni bien ni mal construida, ni unos personajes remarcables, ni unos recuerdos evocadores de una época ya pasada y afortunadamente superada aunque rememorada con melancolía, este libro para un amante de la literatura de Muñoz Molina es uno más y hay que leerlo. Ojalá hubiera encontrado algo mejor que decir de esta novela, pero es que en el fondo no hay nada que decir ya que es simplemente un ejercicio, en ocasiones soberbio, de escritura.

Caronte.

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