Uno se queda con
una sensación muy extraña cuando se da cuenta de que ha terminado de leer todos
los libros de uno de sus escritores favoritos. Es una sensación que mezcla la
alegría con la tristeza y la pena de darse cuenta que ya no queda nada por leer
que haya salido de las manos y la imaginación de dicho escritor. Esta es la
sensación que tengo al haber terminado de leer la última de las novelas de Paul
Auster que me quedaba. Además, y como me ha pasado muy a menudo con los libros
de Auster, este libro lo encontré casi por azar (y ahora se sabrá por qué uso
esta palabra) en mi librería de segunda mano de cabecera; esa librería a la que
vuelvo siempre que puedo, no ya a comprar sino a sentirme en mi propia casa
mirando libros, sintiéndome sobrepasado por esas inmensas estanterías repletas
de volúmenes de diferentes tamaños y editoriales que van desde el suelo hasta
el techo. Pero así ha sido como he terminado de leer la obra de ficción de
Asuter. Sí es cierto que me quedan por leer sus libros semi autobiográficos,
aunque no sé si los comenzaré dentro de poco o me daré algún tiempo.
No es la primera
vez que hablo en el blog de Auster, de hecho es uno de mis autores favoritos,
pero quizá sí sea la última que lo haga. No lo sé todavía la verdad. De todas
maneras hoy me toca hablar de “La
música del azar” una novela muy cortita, un libro que en formato
bolsillo se puede llevar perfectamente en casi en el bolsillo trasero de un
vaquero sin que moleste ni se note. Pero que su corta longitud no genere
prejuicios sobre la novela. A pesar de su escaso volumen, no siempre libros de
más de seiscientas páginas implican calidad, esta novela de Auster aúna todos
los tópicos de su estilo y sus temas más personales y obsesivos.
“La música del azar” se centra en
la historia de Jim Nashe un bombero que tras ser abandonado por su mujer y no
sabes muy bien qué hacer con su vida en un momento en el que se plantea muchas
cuestiones existenciales decide echarse a la carretera tras comprarse un coche
gracias a la herencia imprevista que recibe. Con el dinero de le herencia va
viviendo. Va de un lado a otro en un coche hasta que se va dando cuenta de que
se está quedando sin dinero de nuevo. Ahí entra en escena Jack Pozzi, un joven
jugador de póker, al que recoge en su coche en mitad de una carretera
totalmente magullado tras una paliza. Ambos hombres estrechan su relación.
Ambos se sinceran mutuamente y comparten experiencias personales, traumas y
preguntas casi filosóficas. Pero el dinero sigue agotándose.
Y es por dinero
por lo que la trama de “La música del
azar” cobra su sentido más amplio. Nashe le ofrece a Pozzi lo que le
queda de dinero para que juegue una partida con unos ricachones y poder ganar
aún más y alargar su vida de nómada por las carreteras norteamericanas. Pero no
se puede vivir siempre de la suerte y de los juegos de azar. Siempre llega un
momento en el que nuestra buena suerte acaba sin saber muy bien como y nos
vemos abocados a asumir la realidad en su lado más crudo. Esto es lo que les
pasa a ambos, a Jack y a Jim. La partida de cartas que juega el primero acaba
mal y los dos terminan enredados en una especie de cárcel ficticia, bajo una condena
en forma casi de contrato que les ata a los dos ricachones con los que Pozzi
termina por perder.
Ya no puedo contar
más de “La música del azar”,
si lo hiciera desvelaría la mejor parte de la novela y dejaría al posible
lector sin trama argumental que seguir. Por el contrario sí puedo decir que
quien sea fan de Auster y devore sus libros como consumiría droga un adicto o cierto
director de periódico español, encontrará en esta novela al mejor Auster, a ese
autor de estilo sencillo y nada ampuloso, de frases cortas y simples, sin
demasiadas descripciones, solo las justas para ambientar la acción, ni matices en
los diálogos. Para mí esta novela es de las mejores de Auster, y lo digo porque
puedo decirlo después de haberme leído todas.
No solo la propia
trama de “La música del azar”
es una historia increíble, tan fantástica e inverosímil que bien podría ser
verdad y haber sido conocida por Auster a lo largo de su vida. Esta es una
particularidad de las novelas de este americano. Por muy histriónicas y poco
creíbles que puedan parecer las tramas y los argumentos de las novelas de Auster,
siempre hay algo debajo de todo ello que las hace ser realistas y verosímiles.
Realistas, verosímiles y además intensas. La intensidad de esta novela es
superior a la de otras novelas mucho más extensas de Auster, con tramas mucho
más elaboradas quizá y con más personajes. En este libro el lector irá poco a
poco aventurándose en la trama, sobresaltándose de los cambios, a veces bruscos
que se producen y quedándose con la boca abierta más tiempo del normal a medida
que se va acercando el final de la historia.
Los personajes de “La música del azar”, ya sea el
protagonista, Jim Nashe, como el resto de los que salen en la trama,
principalmente Jack Pozzi, los dos ricachones con los que éste último juega a
las cartas y el guardés de la finca de los millonarios, conforman un elenco
casi irreal. Todos tienen algo que les diferencia a unos de los otros, pero
también tienen cosas en común, sobre todo una cosa: una visión de la vida fuera
de lo común, basada en dejarse llevar por los acontecimientos y simplemente
vivir a pesar de que se pueda estar al borde del desastre. Por mi parte me
quedo con el protagonista de la historia, con Nashe, ya que le veo muy soñador
y utópico, quizá algo perdido en el mundo y la vida, como todos en algún
momento de nuestras vidas nos sentimos. Pero también es cierto que quizá haya
gente que prefiera quedarse con cualquiera de los otros personajes aunque algunos
de ellos salgan apenas en unas pocas escenas.
Al acabar “La música del azar” quedé
totalmente noqueado. No me esperaba que una historia tan extraña pudiera acabar
de manera tan natural, aunque a la vez impactante. No puedo decir que me
decepcionara el final porque no ha sido así, aunque entendería que hubiera
gente a la que sí le dejara cabreado y disgustado de que todo acabara tan
súbitamente. Antes de acabar quiero hacer una mención especial a la música,
porque durante toda la novela hay referencias constantes a ella. La música
forma parte del propio paisaje de la novela, de la historia y la trama que se
narran en sus páginas, y también de los personajes, sobre todo de Jim Nashe que
como una fiera de espíritu inquieto queda tranquilizada bajo los acordes de las
melodías clásicas de Beethoven, o Mozart, pero que también disfruta del jazz.
Como con las
mejores novelas de Auster, con “La
música del azar” he quedado totalmente maravillado. Siento pena por
haber acabado esta novela, no por la novela en sí, que también en cierto
sentido es así, sino porque he acabado ya una etapa importante en mis lecturas.
Ya no me queda nada de ficción por leer de Auster, solo sus diarios más
personales, y ya no serán igual. No me arrepiento de haber llegado a este
final. Sé que será siempre un final momentáneo, ya que los libros siempre se
pueden releer, pero no es lo mismo. He disfrutado como un niño con las
historias de Paul Auster y esta novela, que el azar ha hecho que sea la última
suya que me lea, me ha hecho ver que hay poco escritores que me lleguen tan
dentro como este monstruo neoyorquino de las letras. Recomendaré siempre vivamente
a cualquier que lea a Auster, sus novelas no se parecen entre sí aunque tengan
rasgos comunes, tanto las que más me han gustado como aquellas que la verdad me
dejaron más decepcionado. Hasta el próximo Sr. Auster.
Caronte.
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