Lo bueno, o malo,
que tienen los grandes autores de la literatura y sus grandes clásicos es que o
bien el lector se engancha desde el principio y queda totalmente enamorado de
un libro o de un autor, o bien pasa lo contrario y dicho clásico aburre desde
la primera página y termina por resultar tedioso, y casi diría yo odioso. De
todas maneras simplemente por el mero hecho de ser clásicos, ya sea un autor o
una novela, no se pueden dejar a medias y tirar la toalla. Henry James es uno de
esos grandes autores de la historia de la literatura, la novela que he
terminado recientemente es una de sus obras más célebres, que no siempre
aplaudidas. Por ello me resulta complicado hacer críticas de estos clásicos. Es
muy complicado contemporizar con estos libros, muchos de los cuales tienen más
de cien años, ni con estos autores, que vivieron en épocas muy, muy diferentes
a la actual. Aún así lo voy a intentar siendo lo más respetuoso posible.
Como casi todas
las novelas de la época, es decir de finales del siglo XIX, “Las bostonianas” es una extensa
narración que en su día fue publicada por entregas en un periódico de Boston
que posteriormente fueron reunidas en tres tomos para conformar un único libro.
En esta novela James se centra en los inicios del movimiento feminista de los
EE.UU. y nos presenta a tres personajes que llevarán todo el peso de la trama:
dos mujeres, Olive Chancellor y Verena Tarrant; y un hombre, Basil Ransom. Esta
triada, junto con otros personajes que jalonarán a los tres ya citados,
conforman una trama, bastante simple, pero escrita al estilo James, con grandes
parrafadas, frases muy largas, una adjetivación constante y a veces muy pesada
y muy poca acción real y directa.
La trama de “Las bostonianas” se centra
básicamente en que Verena Tarrant es una grandísima oradora. Es una chica
joven, muy guapa, vehemente, ilusa e idealista, fácilmente influenciable aunque
con ideas claras. Esto que podría parecer una contradicción hace de la señorita
Tarrant quizá el personaje mejor construido a mi juicio de la novela, y también
uno de los más interesantes. Por su habilidad para contagiar entusiasmo al
público y transmitir ideas Olive Chancellor, una feminista empedernida aunque
yo más bien la definiría como una mujer que odia los hombres por el mero hecho
de ser hombres y que no se para a juzgarlos de manera individual (lo que hoy en
día y usando un término que me granjeará críticas es una feminazi), se fija en
Verena durante una velada en una casa de la alta sociedad y decide que ella debe
ser la que encabece el movimiento feminista en Boston. La señorita Chancellor
no esconde nunca sus intenciones para con Verena: la quiere utilizar para sus
propios objetivos; pero a veces el cariño que la primera dice confesar por la
segunda puede incluso malinterpretarse.
Falta por entrar
en liza en la trama de “Las
bostonianas” un personaje que aparece casi antes que ninguno de los ya
citados como es Basil Ranson. Éste joven sureño, proveniente del estado de
Mississippi, que luchó con la confederación durante la Guerra de Secesión
Americana y que tiene unas ideas muy conservadoras con respecto del movimiento
feminista e incluso sobre el propio papel de las mujeres en la sociedad. Hay
que añadir que Ranson es primo lejano de la señorita Chancellor y es gracias a
ella y por casualidad que conoce a Verena durante la misma velada ya citada
anteriormente. A pesar de no aceptar ni comprender los argumentos del
movimiento feminista, Basil queda totalmente embelesado con Verena. Ya no podrá
sacársela de la cabeza y todos sus movimientos irán encaminados a intentar
acercarse a ella, intentar caerla bien, intentar enamorarla. Y para mí es esta
trama amorosa entre Basil y Verena, que casi es más un triangulo amoroso al que
se suma Olive, la trama principal de la novela.
Dicho lo anterior
no cabe duda de que en “Las
bostonianas” el tema del movimiento feminista y la emancipación de la
mujer tienen un papel central. Sin embargo, una vez leída la novela y pese a
que Henry James muy probablemente la escribió para loar el papel de ese puñado
de mujeres que lucharon para que su género tuviera igualdad de derechos y
libertadas, tengo la sensación de que más que alabar el movimiento feminista,
esta novela lo aborda desde un punto de vista burlón. Supongo que será el
tiempo desde el que leo el libro. Obviamente no es lo mismo leer esta novela en
pleno siglo XXI que haberlo hecho en el siglo XIX. No obstante esta es mi
sensación. Y el tono burlón, casi satírico que veo en la novela se centra
básicamente en Olive Chancellor y en algunos otros personajes secundarios,
sobre todo femeninos, que usan el tema del feminismo y la lucha de las mujeres
por su emancipación del hombre casi como divertimento y excusa para hacerse
visitas eternas en casa aristocráticas. Pero como digo este es mi punto de
vista.
Por otro lado el
estilo que Henry James usa en “Las
bostonianas” es apabullante. Este adjetivo que acabo de emplear es de
doble filo. Si bien es cierto que es innegable que la prosa y es estilo
narrativo de James es impecable e impoluto, no es menos cierto también que a
veces este mismo estilo es tan grandilocuente que el lector termina sepultado, metafóricamente
hablando claro, bajo parrafadas inmensas sin diálogo alguno. A James le gusta
divagar, y hay veces en la novela que estas divagaciones pierden al lector. En
varias ocasiones durante la lectura de la novela he decidido saltarme párrafos
enteros en los que veía que James se iba por los cerros de Úbeda. A pesar de
haber hecho esto, cosa que como gran lector no debería de volver a hacer,
retomaba la lectura en el párrafo siguiente sin problema alguno.
La acción no es
rápida. No hay apenas diálogos, aunque proliferan más hacia el final de la
novela. Pero cuando Henry James decide dar la palabra a sus personajes, en
lugar de narrar en tercera persona usando un narrador omnisciente, la novela
recobra vitalidad y se hace muy interesante y asequible de leer. “Las bostonianas”, no lo voy a
negar, es una novela complicada de todas maneras. Quien no esté hecho a leer
este tipo de libros es muy probable que termine desistiendo de su lectura. Tampoco
voy a negar que me esperara mucho más de esta novela, pero acepto que en parte
me haya decepcionado. Y digo en parte, porque el estilo de Henry James me ha
gustado mucho: me ha parecido increíble la intensidad y la belleza que tienen
ciertos pasajes de la novel; sin embargo la trama me ha parecido muy usual,
nada del otro mundo, nada que no se haya hecho antes ni que no se haya vuelto a
repetir después (hablo sobre todo de la trama amorosa, no del trasfondo
político de la historia).
Al ser “Las bostonianas” un clásico de la
literatura y su autor, Henry James, uno de los nombres más respetados y
conocidos de las letras universales, no puedo ni debo, ni quiero por otra
parte, recomendar o dejar de recomendar esta novela. Quien quiera descubrir un
clásico se encontrara con un clásico, escrito como se estilaba escribir a
finales del siglo XIX, de manera densa, elaborada y culta. Quien quiera
entretenerse y divertirse, aprender y disfrutar, muy probablemente deberá tener
mucho aguante para terminar la novela, que una vez que se la ha cogido el
tranquillo se lee más o menos fácilmente, pero hasta que pasa eso es
ciertamente algo tediosa. Pero como he dicho varias veces ya, este libro es un
clásico, como su autor, y quizá simplemente por eso (aunque puede no ser suficiente
siempre) hay que intentar leerlo.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario