De nuevo en este
blog vuelvo a hablar de una novela de Ian McEwan. Todos los lectores tenemos
unos escritores a los que siempre recurrimos cuando no nos apetece innovar y descubrir
nuevas plumas a las que engancharnos. Desde que comencé a leer a McEwan con “Chesil Beach”, hace ya varios
años, no he dejado de hacerlo. Sin embargo aquel primer libro fue el único que
leí en español y desde entonces he leído a este inglés en su idioma original
que es como deberían leerse los libros para realmente poder apreciar todos y
cada uno de los matices de los mismos, a pesar de que las traducciones al
castellano puedan ser obran tanto o más ricas que las originales. El libro lo
adquirí en una de las tiendas de libros de segunda mano más famosas de todo
Londres, tienda que recomiendo encarecidamente a todo amante de la lectura y
los libros aunque no voy a dar el nombre para que nadie me la robe, no tenía
pensado comprarlo pero no pude resistirme a hacerlo viendo el precio y el
magnífico estado en el que se encontrada. Y así es cómo llegó a Madrid y el por
qué hoy escribo sobre él.
“Enduring Love”, o “Amor perdurable” en castellano en
un ejemplo casi inaudito de traducción literal del título original, es una
novela en la que Ian McEwan vuelve sobre temas ya muy tratados en otras novelas
suyas posteriores. Y digo posteriores porque es la novela más antigua de McEwan
que me he leído. La trama del libro gira en torno a la obsesión, al amor, y a
cómo después de un episodio traumático la vida de sus protagonistas puede
cambiar de manera radical. La novela empieza con una escena tensa y narrada de
manera magistral en la que el lector deja atrás el ambiente en el que esté
leyendo para desplazarse a los montes Chiltern donde Joe y su mujer, Clarissa,
van a hacer picnic. Sin embargo el picnic nunca llega a producirse porque de
repente son testigos de cómo un globo aerostático se vuelve loco y como desde
la cesta del mismo un niño pide ayuda teniendo a su abuelo en el suelo. Sin
dudarlo Joe se lanza a correr para ayudar al viejo y a su nieto, junto con
otras cinco personas que estaban por la zona. La tensión crece en la narración
hasta que se produce un hecho trágico que cambiará la vida de varios de los
protagonistas de esa escena.
Después de ese trágico
suceso entra en escena Jed Parry. Una mirada basta, durante el trágico suceso,
para que Jed quede obsesionado con Joe, y se crea que este último está
enamorado de él. Ian McEwan recurre en “Enduring
Love” a la ciencia para usar una enfermedad mental como es el síndrome
de De Clerambault para hilar una historia en la que el racionalismo de Joe,
escritor científico y ateo, choca de lleno con la religiosidad y la fe de Jed,
un joven creyente enfermo y obsesionado de manera enfermiza. La novela por
tanto está plagada de referencias científicas y médicas, explicadas e
introducidas en la trama de manera sutil y siempre reflexiva por Ian McEwan.
Pero quizá lo que
más interesa de “Enduring Love”
no es su trama, ni unos personajes muy bien dibujados y minuciosamente
diseccionados hasta que el lector puede incluso llegar a prever cuáles van a
ser las reacciones de uno u otro en cada situación que se produce en la novela.
No. Para mí lo más importante de esta novela es que hace que el lector quiera
leer más, un párrafo más, una hoja más, un capítulo más, y así hasta que
miméticamente uno queda obsesionado con seguir leyendo una historia que parece
que no pero termina enganchando. Puede que esto ocurra, como acabo de decir,
por unos personajes a los que el lector termina conociendo como a un padre, un
hijo o un amigo, o por plantear cuestiones tan pocas veces plasmadas en una
novela actualmente que hacen pensar y trabajar a nuestro cerebro y nos hacen
sentir incluso mal a veces. Desosegados. Una novela no tiene que ser fácil de
leer, aunque esta lo es; ni tiene que dejar al lector con buen sabor de boca,
ni con una muy breve y simple reflexión nada más acabar. Una novela debe mover
el espíritu y esta lo hace.
Tengo que añadir
que la lectura de “Enduring Love”
es bastante sencilla ya que está dividida en veinticuatro capítulos no muy
extensos en los que se entremezclan, diálogos muy bien conducidos y reflexiones
muy interesantes sobre la condición humana, la vida y nuestra existencia en el
mundo. La novela está narrada en primera persona por Joe, el protagonista, y
gracias a eso se puede ver, mejor que en muchos libros más extensos y clásicos,
una grandísima evolución personal. Así si al principio se ve a un Joe muy
racional, muy cuadriculado y estricto, fiel defensor de la ciencia y la razón,
una vez ocurre el trágico incidente del principio de la novela se desvela la
verdadera condición humana en él; esa condición sobrenatural en la que nada es
racional ni científico aunque el ser humano sea un ser racional y la ciencias
no envuelva en cada una de las representaciones de la vida. Ese choque absoluto
entre lo que siempre ha creído Joe y lo que ve que es la vida llega a su máxima
expresión cuando empieza a volverse paranoico, con razón, con Jed Parry,
personaje que muestra ese otro lado oscuro de la condición humana.
Insisto de nuevo
diciendo que “Enduring Love”
es una novela muy intensa y profunda en la que el lector va a adentrarse en
unas vidas que van a cambiar radicalmente de la noche a la mañana por un indecente
que no tendría que haber pasado, o sí, un día en el que la razón y la ciencia
decían que todo iba a ser perfecto y a salir como estaba planeado. Ese azar,
esa inevitabilidad de la vida que hace que en un instante infinitesimal cambie
todo a nuestro alrededor, centran la trama de la novela. Sin embargo, creo
también que al final Ian McEwan, queriendo quizá alargar una trama que no daba
para más para hacer hincapié en los temas que más le inquietan y preocupan,
termina por crear una trama a ratos un poco irreal y poco verosímil.
No obstante, “Enduring Love”, ha sido una muy
grata lectura, que me ha tenido enganchado de principio a fin queriendo saber
cómo iba a terminar la historia de esta obsesión enfermiza y terrorífica en la
que el amor queda expuesto a los engaños, los ocultamientos, la
irracionabilidad de la vida y el azar del destino. Es una buena novela; de las
mejores y que mejor sabor de boca me han dejado de Ian McEwan. Y a pesar de que
no es perfecta, y está lejos de serlo, creo que a todo aquel que quiera testar
su forma de entender la vida y de explorar ámbitos que crea que no le incumben
le puede gustar. Porque al fin y al cabo la literatura, la buena literatura,
debe hacer que el lector no se sienta cómodo leyendo sobre temas banales que
puedan entrar en su zona de confort intelectual, sino todo lo contrario. Y es
esto McEwan es un maestro.
Caronte.
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