Hoy aunque voy a
hablar de un libro de John le Carré, sí lo reconozco soy muy pesado con Le
Carré pero es que no puedo evitar sentir una especial y muy fuerte atracción
por este escritor al que considero el más grande escritor vivo en lengua
inglesa, no lo hago para comentar ninguna de sus novelas sino su autobiografía.
Y es que este año David Cornwell, que es como realmente se llama este inglés
que ya hace muchos años y debido a su trabajo como agente en el Servicio
Secreto Inglés decidió ser otra persona a la hora de escribir, ha hecho de sí
mismo y aunque sigue escribiendo como Le Carré en esta ocasión su personaje
principal no ha sido ningún agento secreto, ni ningún idealista soñador inglés,
ni ningún marginado y perseguido, sino David Cornwell, él mismo en estado puro.
Y dio también la casualidad que saliera este libro mientras estaba yo en
Londres en uno de mis, casi ya tradicionales, viajes a la capital del Támesis y
que pudiera comprarlo todavía calentito recién salido de las imprentas.
Se habla de “The Pigeon Tunnel”, título
traducido al castellano como “Volando
en Círculos” en un ejemplo más de las pésimas traducciones que se hacen
de los títulos de películas y libros en inglés a la hora de presentarlos al
público hispanohablante, como de la autobiografía de John le Carré/David
Cornwell; sin embargo no creo que este libro sea un volumen autobiográfico ni
mucho menos, creo que es más bien un conjunto de recuerdos que aunados y compilados
en un libro sí pueden llegar a dar una imagen general de lo que ha sido toda
una vida. Este libro es un libro de memorias en el que John le Carré, aunque
creo que a pesar de que el libro está firmado bajo este seudónimo en esta
ocasión más que nunca John ha dado paso a David, usando su magnífico estilo
literario ha querido demostrar, sin tener que hacerlo, que todo lo que en sus
novelas aparece tiene un porqué una realidad de fondo.
Es muy curioso cómo
cuando leemos ficción a pesar de quien sea el escritor que haya hecho el libro
que estemos leyendo consideramos que la ficción es ficción y nada más. Al leer “The Pigeon Tunnel” y tomar todo
lo que aparece en el libro como real, dando la suficiente credibilidad,
verosimilitud y confianza a la palabra de David Cornwell, quien haya leído a
John Le Carré y tenga sus novelas como obras maestras se dará cuenta de que la
ficción siempre tiene vínculos, más o menos fuertes, con la realidad. En el
caso de las novelas de John Le Carré, como bien justificadas vienen en este
libro de memorias, todas y cada una tienen punto de unión con la realidad. Y es
en ese punto, tras haber leído estas memorias, cuando me he dado cuenta de que
todo lo que he leído salido de la pluma de Le Carré ha sido verdad, aunque en
las novelas aparezca de manera distorsionada.
Ante la más que
extendida media verdad como es que Le Carré fue espía del Servicio Secreto
Británico, en “The Pigeon Tunnel”
David Cornwell desmonta esta faceta suya y nos la presenta como lo que fue de
verdad: apenas un par de años de casi niñera de los altos cargos de la RFA que
visitaban el Reino Unido para ver cómo debía ser una democracia con sus
elecciones, instituciones, corrupción, etc. Esto no quita para que en los años
que pasó en el Servicio Secreto Le Carré se impregnara de todo el ambiente
sórdido y secreto del espionaje durante la Guerra Fría. De hecho en el libro
aparecen capítulos muy estrechamente relacionado con el espionaje, entre ellos
uno muy interesante en el que narra una serie de encuentros con Nicholas
Elliot, el gran amigo de Kim Philby (véase la crítica hecha en este blog sobre “Un espía entre amigos”), una de
las figuras más enigmáticas y oscuras de la historia reciente de Inglaterra y
su servicio de espionaje.
John Le Carré no
fue el único escritor que en su día fue miembro de los servicios secretos y
trabajó como “espía”. También lo fueron Graham Greene, Ian Fleming o Frederick
Forsyth. Del primero hay retazos durante todas las memorias, del segundo se
hace apenas una mención muy escueta casi para criticarle la banalización del
espionaje al crear a James Bond y del último no hay ni una sola línea. Pero
vuelvo a repetir “The Pigeon Tunnel”
no es simplemente un libro de memorias sobre los años que John Le Carré pasó como funcionario del
servicio secreto. Las memorias son eso, retazos de una vida vivida a mi juicio
muy intensamente por una persona más que interesante. Así en las páginas de
este libro se van sucediendo recuerdos de toda una vida: la de David Cornwell
como John Le Carré, o viceversa.
Puede incluso
parecer muy presuntuoso John Le Carré por algunos capítulos de “The Pigeon Tunnel”. Que si un
encuentro más que misterioso y accidentado con Yaser Arafat en Palestina en una
especie de cueva que serviría luego para ambientar “La chica del tambor”; que si almuerzos con Margaret Tatcher
a la que define clara y concisamente con apenas unas líneas; días de reuniones
y necesidades imperiosas con Richard Burton; comidas y cenas con Stanley
Kubrick, For Coppola y otros grandes del cine para adaptar sus películas; que
si seguimientos y despistes a espías rusos en Moscú y San Petersburgo durante
visitas ya como escritor para promocionar sus libros; que si reuniones con
embajadores que no son lo que parece; que si peticiones privadas del Presidente
de la República Italiana en el Quirinal para que le hablase de uno de sus
libros; y así durante trescientas páginas. Lo que se dice unas memorias de
verdad.
Uno de los temas
que más aparece en “The Pigeon Tunnel”,
y que obviamente se corresponde también con uno de los grandes temas tratados
por Le Carré en sus novelas es la URSS, la Guerra Fría y el comunismo. David
Cornwell es ateo y de ideas más bien progresistas, por no usar palabras con
mayores connotaciones políticas y la URSS como utopía fallida es uno de los
grandes puntos de interés de Le Carré, del que habla con un tono bastante melancólico
a veces y de decepción en otras ocasiones. El otro gran tema de estas memorias,
aunque sólo ocupa un capítulo, quizá el más profundo y de tono más grave de
todo el libro, es su relación con su padre Ronnie. Como muchos miembros de la
sociedad acomodada inglesa de primeros del siglo XX Le Carré tuvo que sufrir
una vida familiar bastante desestructurada, con una madre maltratada y anulada
que abandonó a sus hijos, y un padre estafador, mentiroso, embaucador,
mujeriego, alcohólico y vicioso. Es en este capítulo en el que Le Carré, usando
como siempre ese estilo tan personal y maravilloso que le caracteriza, muestra
más a David Cornwell y se abre más en lo que de verdad sería su vida y no sus
memorias.
“The Pigeon Tunnel” no es un libro
para leer si no se ha leído antes ninguna obra de John Le Carré, porque muchas
de las anécdotas y memorias que se relatan en esta obra guardan una muy
estrecha relación con sus libros y tienen un porqué en ellos. Y al mismo tiempo
estas memorias tampoco son para dejarlas leídas de manera independiente, sino
para ir apuntando cosas y releer, muy probablemente de manera paralela, cada
una de las novelas que se citan para poder contextualizarlas de verdad mucho
mejor y, estoy seguro de ello, sacarles mucho más jugo. Solo me queda añadir
que estas memorias me han hecho comprobar que hay gente tocada por la historia,
o por la vida en mayúsculas, que puede presumir de haber vivido lo que muchos
en todas las reencarnaciones que nos queden nunca viviremos. Y como siempre,
doy las gracias esta vez a David Cornwell por existir y escribir.
Caronte.
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