jueves, 29 de diciembre de 2016

Lectura crítica: "Patria"

Hace apenas cuatro días que un señor entrado en carnes y años, ataviado de rojo, a bordo de un trineo tirado por una manada entera de renos y surcando el cielo de oriente a occidente dejó debajo de mi árbol de Navidad un regalo. Envuelto en el papel de una conocida red de librerías no podía ser otra cosa que un libro. Bien, pues ese libro de unas seiscientas cincuenta páginas ya ha sido leído y asimilado, y puedo ya decir sin ningún género de dudas que es quizá el mejor regalo que San Nicolás, Santa Klaus o Papá Noel me han traído nunca. Y añado que quizá este libro venido por Navidad a mis manos es el mejor que me he leído, no ya este año, que sin duda, sino probablemente en mucho tiempo. Hacía muchos años que no devoraba un libro con tanta fruición como lo he hecho con este, quizá desde los años en los que leía a Harry Potter. Ha merecido la pena, las mañanas y las tardes pasadas leyendo una tras otra las páginas de esta novela, que quedará marcada en mi memoria mucho tiempo.

Patria” es la segunda novela de Fernando Aramburu que me leo y la segunda con el trasfondo del terrorismo de ETA/conflicto vasco como hilo conductor. Estoy sin palabras. Hacía tiempo que una novela no me hacía sentir lo que esta ha conseguido: levantar la vista de sus páginas, dejar unos segundos su lectura, y aguantar un nudo en la garganta que pugnaba por convertirse en lágrimas. Aramburu ha conseguido hilvanar una historia real sobre el sufrimiento, el dolor, la muerte y la ignorancia que más de cuarenta años de muertes y sangre han provocado en el País Vasco, y por qué no también en el resto de España.

La trama de “Patria” se desarrolla alrededor de dos familias, amigas de toda la vida, rotas y descompuestas por el terrorismo y la intolerancia, por el odio y la ignorancia a fin de cuentas. Por un lado está la familia de Bittori el “Txato”, víctima de un atentado cobarde (todos lo son), asesinado con cuatro tiros por la espalda muy cerca del portal de su casa, y sus dos hijos Nerea y Xabier. Por otro lado está la familia de Miren y Joxian, con sus tres hijos, Arantxa, Joxe Mari, miembro de ETA, terrorista, y el menor, Gorka. Aramburu con estos nueve personajes, a los que habrá que sumar unos cuantos secundarios más cuenta la realidad del conflicto vasco, del terrorismo de ETA, desde donde de verdad se ha sufrido: desde todos los puntos de vista posibles de la sociedad normal y corriente, la que sufrió a ETA, de muy diversas formas.

Todos los personajes de “Patria” forman en conjunto un caleidoscopio fabuloso, envidiable para todos aquello que tenemos el gusanillo de la escritura. Cada uno de los miembros de las dos familias protagonistas representan una postura diferente y todos son víctimas de ETA y su odio. Aramburu no basa su novela en el dolor, ni en recrearse con la muerte o los atentados, ni en posturas políticas que todos conocemos. Cuenta la verdad. Y la verdad suele ser seca y dura. Esta novela es ambas cosas: seca y dura. No hay condescendencia. No hay compasión. No hay posicionamiento ideológico. Aramburu simplemente narra hechos y elabora una historia que bien podría ser real de verdad, si es que no lo es.

Como acabo de decir “Patria” es una novela seca y dura. Desde el principio queda claro que el lector va a enfrentarse a algo que quizá va a llevarle por sentimientos muy encontrados y confrontados. Al ir leyendo la novela e ir adentrándose en la intrahistoria de estas dos familias lo primero que el lector se encontrará es la fuerza de las madres y cabezas de familia: Bittori y Miren. Ambas cabezonas, obcecadas, grandes madres y amantes de su familia a la que cuidan, protegen y defienden a muerte. Una mujer de un asesinado. La otra madre de un terrorista. Ambas amigas inseparables, de café y porras, charlas íntimas, confesiones inconfesables. Ambas enemigas, víctimas de ETA. Sí, aunque suene raro, ambas son víctimas.

En “Patria” no hay bandos, no hay ni vencidos ni vencedores. Todos en la novela han perdido. Unos han perdido a un marido y un padre, y otros se han perdido a sí mismos por el miedo, el qué dirán, por unas convicciones ignorantes. Yo lo veo así. No hay ninguno de los nueve protagonistas que no sea víctima del conflicto/terrorismo de ETA. Y lo más duro quizá es que el que todos sean víctimas implica necesariamente que toda la sociedad, vasca en este caso, perdió durante cuarenta años de muerte, miedo, cobardía, odio, sangre y lágrimas. Y al final de la novela se ve cómo todos son víctimas.

Patria” es una novela que hacía falta en este país, y además escrita por un vasco. Nadie más podría haberlo hecho. Aramburu ha creado unos personajes por los que al mismo tiempo se puede sentir pena y rechazo. Quizá sólo hay un miembro de estas dos familias, al menos para mí, que me genera únicamente admiración y es Arantxa, la hermana de Joxe Mari, miembro de ETA. Arantxa no se calla, ni cuando sufre un ictus que la silencia y la postra en una silla de ruedas sin posibilidad de moverse. Es Arantxa también la que de vez en cuando me ha provocado una sonrisa al leer y ver que Aramburu no ha creado una narración pesimista, fría y distante de una época de este país que todos recordamos, sino que ha creado un relato vivo, real, que pisa tierra y lo hace verosímil. Esta verosimilitud es la que después de leer cada día hacía que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo al volver a pensar en lo que acababa de leer.

Puede que suene exagerado cuando digo que “Patria” debería ser lectura obligada en institutos. Pero lo creo firmemente. Y lo creo porque al ir leyendo me he dado cuenta de que esta novela va a sacar los colores a mucha gente: terroristas (si es que alguno la termina leyendo), familiares de terroristas, víctimas de ETA, fuerzas de seguridad del estado, y ante todo la sociedad vasca que con su silencio, su permisividad, su miedo entendible y su retirada de saludo a amigos de toda la vida, de partida de mus los viernes, comida en la sociedad gastronómica los sábados y ruta cicloturista los domingos, hizo que tras cuarenta años todos sean víctimas de unos pocos asesinos.

Una novela como “Patria” daría para comentar mucho más, porque hay mucho más en las vidas de los nueve personajes que la forman, cada uno con su historia, cada uno con su penitencia, cada uno formando un prisma diferente por el que ver y entender lo que pasó en una tierra que muchos llamaron patria sin saber qué era eso. Pero no voy a comentar más porque este libro debe ser leído. Como dije al principio hacía mucho tiempo que no leía algo que mereciera tanto la pena. Fernando Aramburu quedará como ese autor al que no le tembló la mano al escribir de su patria, aunque viva a muchos kilómetros de ella en Alemania con su familia desde hace muchos años. Ojalá se escribieran novelas como esta más a menudo. Novelas que merezca la pena leer, que no dejen indiferente, que hagan sentir al lector, que se queden con él después de haber cerrado el libro, que hacen a uno levantar la vista y recordar por ejemplo ese día de julio en el que cogido de la mano de su madre un niño de seis años se encamina a la plaza de su pueblo a llorar la muerte, junto con decenas de personas más que se saltaron la siesta, de un señor que era concejal de un partido político y que se llamaba Miguel Ángel Blanco.

Solo añado: gracias Fernando Aramburu por “Patria”.


Caronte.

1 comentario:

  1. Gracias Caronte porque: "...levantar la vista de sus páginas, dejar unos segundos su lectura, y aguantar un nudo en la garganta que pugnaba por convertirse en lágrimas."..., eso es lo que sentí varias veces al leer esta maravillosa novela.

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