Desde segundo de
bachillerato, ya en la prehistoria de mi vida casi, no he vuelto a leer nada de
uno de los grandes de las letras castellanas, Miguel Delibes. Si en aquella
ocasión, cuando contaba con apenas 17-18 años y no era más que un aprendiz de
lector, me acerqué a la obra de quizá el más ilustre de los vallisoletanos del
último siglo por obligación (“Cinco
horas con Mario” entraba para Selectividad como una de las posibles
lecturas sobre las que podíamos ser preguntados los candidatos a
universitarios), esta vez ha sido por propia voluntad. Tenía además que saldar
una deuda importante con este gran escritor patrio, candidato al Nobel seguro
que muchas veces aunque nunca lo ganara (inmerecidamente según mi entender
viendo otros premiados), y por ello cuando vi este ejemplar, en edición del
décimo aniversario de la publicación de la que fue su última novela, en una
librería de segunda mano, no dudé dos veces, y aunque había otros candidatos
para ser comprados, y lo compré para leerlo y así saldar dicha deuda de años
sin recaer en la prosa castellana de Delibes.
“El hereje” es uno de los grandes
libros de Miguel Delibes. Esto no tiene discusión. Antes cuando se estudiaba en
el instituto la literatura española del siglo XX, Delibes salía siempre
nombrado y los estudiantes nos teníamos que aprender, casi de carrerilla,
algunas de sus obras, entre las que estaban siempre esta novela, que por cierto
fue la última que escribió en 1998 y que además recibió el Premio Nacional de Narrativa
(lo que supuso su segundo galardón de este tipo). Por esta razón, hablar de
esta novela es muy complicado, porque implica hablar de un libro que está
dentro de la historia de la literatura en castellano y nada de lo que se pueda
decir de manera subjetiva (como lo voy a hacer yo) debería llevar a nadie a
leerlo o no.
Quizá “El hereje” sea la primera gran
novela histórica de la literatura española, y si no la primera, al menos una de
las que más poso ha dejado en las siguientes generaciones de escritores. Sin
embargo a diferencia de novelas históricas posteriores, surgidas al albur del
siglo XXI y que han sido y siguen siendo superventas, esta obra de Delibes es
una novela histórica de verdad: sin pretensiones, sin orgullo, sin grandes
aspavientos. Con mucha delicadeza, con una prosa muy cuidada, pensada y culta,
Delibes retrata la Valladolid del siglo XVI, durante el reinado de Carlos I
(Emperador Carlos V) y parte de Felipe II: una época de muchos cambios
sociales, en los que el capitalismo empezaba a surgir de entre los restos de la
ya destruida Edad Media, donde la globalización empezaba también a dar sus
primeros pasos, pero donde aún arraigaban con fuerza las tradiciones
castellanas con sus prejuicios, puritanismo, miedos, supersticiones y
analfabetismos propios de una España que, en cierto modo, nunca ha dejado de
ser una España de pueblos, campo y animales.
Para intentar
decir de qué trata “El hereje”
es mejor ir por partes. Ya tenemos una época: siglo XVI; pero hay que añadir un
contexto tanto nacional como internacional. En 1517 Lutero fijó sus noventa y
cinco tesis contra las indulgencias en la puerta de la iglesia de Wittenberg,
hecho que desencadenaría el cisma de la Iglesia católica y la Reforma protestante. Ese mismo nacería Cipriano
Salcedo, a la postre protagonista de la novela de Delibes. Con una niñez
protagonizada por el rechazo de su padre por considerarle el asesino de su
mujer muerta durante el parto, Cipriano crece en una Valladolid piadosa que
empieza a olerse el cambio social. En su juventud Cipriano se enamora, o cree
enamorarse primero de su nodriza, luego de una pueblerina muy fogosa que lo
único que desea es ser madre, hecho que no consigue y que la vuelve loca.
Mientras tanto Cipriano se convierte en un ávido comerciante de lanas, zamarros
y prendas que vende a todos los estratos de la sociedad vallisoletana. Hasta
que da con la religión y el cambio reformista luterano.
A diferencia de otras
novelas históricas más recientes, “El
hereje”, como he dicho antes, no es una novela pretenciosa, sino
humilde. Delibes no pretende generar una trama macabra, dura, doliente y
angustiosa que ponga al lector de lado claro del protagonista mártir de unos
malos muy malos y unas injusticias flagrantes. No. Esta novela es tranquila y
no hay malos propiamente dichos. Cipriano Salcedo el protagonista es un gran
comerciante, un amante sin amor y desconocedor del mismo, pero ante todo un
gran hombre de mundo, de saber, de fe; un hombre de bien que nunca ha
pretendido hacer mal a nadie, justo, y sobre todo tolerante que pretende que su
sociedad mejore. Pero en la España de Carlos I y Felipe II, los grandes
defensores de la fe cristiana apostólica romana, no hay tolerancia que valga,
no existen las medias tintas: o se está con unos o con otros; se es creyente o
hereje. En este último saco cae Cipriano Salcedo llevado por las corrientes protestantes
de la época. Si en esta novela hay algún malo es la intolerancia religiosa y el
fanatismo de la fe, encarnados en la Santa Inquisición que quema en la hoguera
en acto público a aquellos que no siguen sus normas.
“El hereje” es una novela
histórica que indaga de verdad en una época concreta de la historia, en unos
acontecimientos muy interesantes, dotando a la trama de una belleza narrativa y
estética muy elevada que hace que su lectura, aunque no enganche tanto como las
superventas actuales, mece al lector durante la misma. Las estampas de los
campos castellanos, las descripciones de los usos y costumbres tanto de la
ciudad como del campo, las escenas de caza y pastoreo, los detalles de los
amaneceres y atardeceres sobre los campos de cereales de la llanura castellana
dan a esta novela de manos de Miguel Delibes un aire que va más allá de la
simple novela histórica, ya que de hecho desde mi humilde punto de vista, el
apelativo histórico solo podría aplicársele durante la última parte del libro
(tiene tres más un prólogo extenso), ya que si atendiéramos a las otras dos,
bien podría ser esta una novela costumbrista más de tantas que ha dado la
literatura española. Pero no es así por la última parte, esa gran última parte
en la que todo el contexto histórico y toda la trama terminan por destejerse y
mostrarse al lector.
Con lo dicho hasta
ahora creo que va siendo hora de terminar. “El
hereje” es una novela de contexto histórico claro, en la que más que la
trama real que narra, son importantes los diversos personajes que se van
relacionando con Cipriano Salcedo, el protagonista, durante todo el desarrollo
de la misma. El amor, la tolerancia, la libertad de pensamiento, las costumbres
de la burguesía y del campo, la caza, los campos de Castilla, etc., son parte
de una historia más que bien hilvanada por Miguel Delibes, y ante todo
excelentemente escrita como corresponde a uno de los grandes maestros de la
narrativa tradicional española. Quien busque en esta novela delicada y
bellísima una trama angustiosa y adictiva no la va a encontrar; en cambio quien
prefiera un buen texto, una narración que va llevando al lector con
tranquilidad por la Valladolid del siglo XVI y las truculencias de la
intolerancia de la Inquisición ante la Reforma Protestante, este es su libro
sin lugar a dudas.
Caronte.
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