jueves, 14 de enero de 2021

Black, black, black

Llevaba mucho tiempo ya queriendo leer a Marta Sanz. Y mucho tiempo es mucho tiempo, en plan: varios años. Sin embargo, por unas cosas o por otras el momento nuca llegaba; siempre encontraba lecturas que se interponían entre la autora y yo, excusas varias que me ponía por miedo a descubrir un autor nuevo y que no me gustara. Miedos que surgen por hacerse quizá ideas preconcebidas por recomendaciones, buenas reseñas o simplemente dejarse llevar por instinto. Pero año nuevo, nuevas lecturas, nuevos horizontes literarios, nuevas historias por descubrir, nuevos autores por traer a mi biblioteca personal. Pero ha llegado 2021 después de un 2020 un tanto raro para todos y me he decidido a descubrir nuevos autores, y sobre todo autoras. Quiero leer a más escritoras porque revisando lo leído el año pasado solo uno de cada seis libros que leí estuvo estaba escrito por una mujer. Y me avergüenzo por ello. Me he dispuesto terminar con ese error y feminizar mis lecturas y creo que no he podido empezar mejor que con Marta Sanz.

Black, black, black” es una novela que podría calificar de coral, porque está dividida en tres partes (cada uno de los black del título) narradas cada una por un personaje diferente. La trama es aparentemente sencilla: unos padres encargan a un investigador privado, Arturo Zarco, que averigüe quien asesinó a su querida hija; para ello Zarco se acerca a la comunidad de vecinos donde vivía la difunta y allí entra en un microcosmos muy típicamente español, donde todos los vecinos tienes relación entre ellos, ya sea buena o mala, y donde los prejuicios, rencillas y disputas nimias terminan haciendo el día a día. Y todo se complica con un segundo cadáver. Y entran en juego una vecina deprimida y sola, y su hijo homosexual, y una pareja de ancianos dependientes, y la típica vecina que todo lo sabe y todo lo quiere controlar. Y aparece también la ex mujer de Zarco con quien éste mantiene una relación extraña de amigos que son al mismo tiempo ex, que se quieren y detestan, se cuidan y se hacen daño mutuamente.

He dicho que la trama es sencilla y puede que tras lo escrito no lo parezca. He de admitir que “Black, black, black” no es una novela negra tan simple como puede parecer. Y no lo es por la propia estructura de la novela. La primera parte está narrada por Zarco y es una especie de recopilación de llamadas telefónicas con su ex mujer, Paula, cuya extraña relación marca la realidad del caso que está bajo investigación privada. La segunda parte de la novela es el diario de Luz, la vecina cuyo hijo veinteañero es homosexual y del que Zarco queda locamente prendido (porque sí, Zarco es homosexual con exmujer), y cuya soledad y falta de cariño y caso por parte de nadie la llevan a fabular un diario donde la realidad y la invención conviven a la perfección. Por último, la tercera parte de la novela es igual que la primera, pero teniendo como protagonista e investigadora a la ex de Zarco, a Paula.

Y ante este magnífico lío, aparente solamente, el lector no puede hacer más que disfrutar de “Black, black, black” ya que su lectura es adictiva. Me terminé el libro en apenas tres días (prácticamente a parte por día). Y es que no podía dejar de leer. Me parecía tan fascinante la historia, tan imbricada, tan indescifrable (ya que hasta las últimas quince o veinte páginas no sabes quién ha sido el autor de los asesinatos en esa curiosa y peculiar comunidad de vecinos), y tan soberbio el estilo, la mezcla de voces narrativas, la combinación de realidad y fabulación dentro de la narración, que me quedaba pegado a las páginas de la novela como si fuera un guante de lana pegado a un trozo de velcro.

Siempre he sido un gran lector de novela negra, pero llevaba muchos años sin acercarme al género. “Black, black, black” me ha devuelto la ilusión por el “noir” por su gran originalidad y su gran oscuridad. No hay personajes blancos en la novela, ni tan siquiera Olmo el joven homosexual del que Zarco quede encaprichado. Ninguno de los vecinos puede decirse que tienen un aura buena o blanca; ni mucho menos Zarco y Paula que forman un tándem tan perfecto como incómodo. Y es que es probablemente esta pareja tan extraña, tan irrelevante, tan sincera, tan mordaz y tan cruel entre ellos lo mejor de la novela. Vaya dos animales literarios son estos personajes, vaya par de seres que ojalá fueran reales para hacerme sus amigos, porque verles en plena batalla dialéctica sería todo un espectáculo del bueno.

Si antes de atreverme a leer a Marta Sanz me dice que una vez leída mi primera novela suya quedaría tan satisfecho, tan entretenido y tan divertido como lo he hecho no lo hubiera creído. “Black, black, black” es puro nervio narrativo, además de muy visual y con un ritmo que deja sin aliento. Además, la primera y tercera parte dan tanto juego al lector que es imposible que pueda aburrirse al ver tanto las pericias como los dardos envenenados que se lanzan Zarco y Paula. También añado antes de concluir que el perfil y el análisis psicológico de todos y cada uno de los personajes de la novela es complejo y cada uno aporta algo al juego que Marta Sanz propone al lector para que éste no se aburra y mantenga la atención puesta en adelantarse a la novela y saber quién mató a quién. El problema está en que Marta Sanz engaña muy bien y esconde el desenlace hasta el final, dejando al lector perplejo, no por quizá la evidencia de la resolución sino por cómo se ha llegado hasta allí. Sin duda es una gran novela para pasar una tarde encerrado en casa.

Caronte.

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