viernes, 2 de julio de 2021

Ama


Vuelvo a la editorial Caballo de Troya para reseñar uno de los libros que más repercusión ha tenido de todo su catálogo. Y no es para menos, porque José Ignacio Carnero con esta su primera novela consigue agarrar al lector con un ejercicio soberbio de mostrar sentimientos descarnados, escritos de tú a tú sin contemplaciones, abriéndose en canal para contarnos el proceso de duelo que siguió a la muerte de su madre. Descubrir esta editorial que, aunque puede parecer independiente y pequeña, está respaldada por uno de los grupos editoriales más fuertes del mundo como es Penguin Random House ha sido todo un acierto, ya que publica autores jóvenes, frescos, que no tienen miedo ni de experimentar, ni de contar sus experiencias, ni de novelar aquello que quizá sea más arriesgado hacer. Escribir es probablemente el mayor ejercicio de libertar creadora que se puede hacer: ante la hoja en blanco todo cabe, todo puede ser, la realidad no existe hasta que no tecleas o empiezas a rasgar el papel con tinta.

La muerte de un ser querido, cercano, amado siempre es un trauma, se espere o no. Si además esa muerte nos toca la sangre y elimina de la existencia a alguien que siempre ha estado ahí, un padre o una madre, el dolor puede llegar a ser inmenso, demoledor y sobrecogedor. Y sí, sumado a lo anterior, esa muerte se produce a “destiempo”, si es que la muerte viene alguna vez a destiempo y no cuando está escrito de ante mano y para toda la eternidad, el dolor puede enquistarse en el tiempo de los vivos que quedamos llorando la ausencia del muerto. Ama es una novela llena de la realidad y la vida de José Ignacio Carnero, joven (36 años) abogado vasco afincado en Barcelona, que siempre tuvo dentro la pulsión de la escritura y que, hasta este libro, catalizado por la muerte de su madre, no supo materializar en nada relevante.

Ama es una novela de autoficción, como el propio Carnero indica a lo largo de las páginas del libro, en el que quizá no todo sea verdad, sino que haya parte de esa verdad que nos contamos a nosotros mismos y que a veces dista algo de lo que objetivamente podría llamarse realidad. Usando la ambigüedad del título, ya que bien podría referirse al verbo amar conjugado o a la traducción en euskera de la palabra madre, José Ignacio Carnero se abre en canal sin miramientos, pudor o vergüenza para hablarnos de todo aquello que le sobrevino durante el corto período final de vida de su madre y la muerte de esta a causa de un cáncer. Puto cáncer, siempre llevándose a destiempo, o cuando creemos que no toca, a quienes más queremos.

Afrontar la muerte de una madre siendo hijo único, habiéndote ido de su lado y de su vida para crear la tuya propia a más de 500 km de distancia y dejándola sola intentando afrontar a una edad en la que ya pocas ganas se tiene de afrontar nada ni se sabe cómo hacerlo, no debe ser nada fácil. En Ama, Carnero plasma con una sinceridad que a veces hiere por toda la verdad que contiene todo lo que removió la muerte de su madre: los recuerdos, buenos y malos; las palabras dichas y las calladas; los silencios que quizá se pudieron haber rellenado con amabilidad, cariño, estima, amor… No duda el autor en mostrarse abatido, dolido, triste, deprimido a la hora de mostrar un afecto tremendo hacia su madre muerta y reconocer que quizá hubo cosas que tendía que haber entendido y no supo cómo hacerlo por estar veladas en unas convenciones sociales que dan las ataduras de la sangre.

Pero Ama también es una novela de clase y evolución social histórica. La madre del autor venía de un mundo y un tiempo situados a galaxias y años luz en los que el propio autor vive. Si su madre tuvo que sacrificar toda su vida en trabajos de escasa formación, donde se podría trabajar, sirviendo y limpiando en las casa de la burguesía bilbaína de la margen derecha del Nervión dejando atrás todas sus raíces gallegas para que su descendencia pudiera vivir una vida mejor, infinitamente mejor y más cómoda; la vida de José Ignacio Carnero se desarrolla entre algodones, con todas las comodidad que una buena formación y un trabajo bien remunerado, junto a los privilegios y mimos que dan el ser hijo único, le pueden proporcionar, dejando para el ámbito de las preocupaciones el no follar, no ligar, no conocer a esa chica que llene los vacíos que genera la soledad.

Ese choque de generaciones también se ve claramente reflejado en las páginas de Ama. Con ironía y sarcasmo del duro y directo, Carnero no solo se abre en canal para escribir sobre el dolor y la inmensa tristeza que la ausencia y muerte de su madre le generaron, sino que también nos muestra el abismo que a partir de cierta generación se ha abierto entre padres e hijos en España. Un país que ha pasado de tener una sociedad timorata, empobrecida, acomplejada y temerosa de Dios donde la familia y la sangre lo era todo, a una sociedad egoísta, individualista, presuntuosa y falta de conciencia y empatía hacia los demás, donde campan a sus anchas el egocentrismo y las ambiciones utópicas y dañinas.

Ama ha sido uno de los libros más intensos que he leído y de los que más me han emocionado hasta el punto de crearme un nudo en la garganta con algunas reflexiones en las que me he visto reflejado por el hecho de también ser hijo único y tener unos padres que han sacrificado todo para que yo tenga todo lo que ellos nunca tuvieron. También aviso de que esta novela tiene su parte de peligro al ser un espejo que muestra sin ambages ni maquillajes una realidad de una generación que va viendo como los sacrificios que vio y que no agradeció lo suficiente no contribuyen en la medida de lo esperado a una mejor vida tal y como nos prometieron. Es un golpe de realidad importante y contundente, incómodo a veces, pero siempre necesario. Y en el fondo la literatura no es más que esto, o no debería ser más que esto: una muestra de realidad que nos golpee fuerte y nos ayude a cambiar o mejorar o a simplemente entrever lo que pudo ser y no fue o lo que es y no queremos que sea.

Caronte.

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