domingo, 15 de mayo de 2022

Temporada de huracanes

Me adentro de nuevo en la literatura iberoamericana. Esta vez con una novela también muy reciente que causó furor entre libreros y lectores hace un par de años y que he dejado pasar para intentar no subirme a la ola en toda la cresta y defenestrarme si no terminaba de surfearla bien. Como ya he comentado en otras ocasiones, no suelo leer novedades a no ser que sean de escritores a los que ya conozco y por tanto de los que espero con ganas sus novelas nuevas. Y no lo hago porque prefiero que el tiempo de a cada novela su lugar tanto en librerías como en mis propias ganas de leerlas. Hay novelas que creo querer leer en el momento de su publicación y que evito comprar para saber si pasado el tiempo sigo queriendo leerlas. Algunas superan este tiempo de hibernación y otras, probablemente para mi bien, caen en el olvido una vez el foco mediático editorial pasa a otra novedad más inmediata. Esta ha superado la hibernación y tras su lectura me reafirmo en mi estrategia.

Temporada de huracanes es, como su propio nombre indica, un verdadero vendaval de sensaciones que atrapa y arrastra al lector a un torbellino del que apenas puede salir y cuando lo hace no es indemne. Si empleo la comparativa entre este libro y parte de su título es porque sinceramente la narración de esta novela es un puro huracán: una narración continuada sin apenas puntos y a parte que hacen de su lectura todo un reto. Lo que puede parecer un hándicap para una novela en la etapa actual que vive la narrativa, en esta ocasión es todo un acierto y una vez el lector se hace a la forma y al ritmo de la narración esta se convierte es un puro torrente de emociones y sensaciones difíciles de expresar.

Como ya es también tradición en mis últimas lecturas, empecé Temporada de huracanes sin saber nada de lo que iba. El mero hecho de ser una novela iberoamericana, estar escrita por una mujer y haber sido tan celebrada en librerías desde que se publicó, ha bastado para que mi interés por ella haya permanecido intacto y quisiera leerla. Como no sabía nada de este libro al comenzarlo me sentí abrumado por enfrentarme a una narración continua sin casi descansos que, aunque no es la primera vez que leo algo así, siempre suele desanimarme la lectura. Pero superé cualquier prejuicio y me adentré en una historia de violencia sin paliativos, contada desde diferentes puntos de vista, desde diferentes ángulos y con diferentes sensibilidades que conforman un puzle narrativo casi perfecto.

Violencia. Violencia contra las mujeres, violencia contra los hombres, violencia por envidia, por miedo, por amor, por venganza… Violencia en todas sus formas. Violencia como manera de controlar una sociedad y atarla a la más absoluta de las indigencias culturales, sociales y económicas. Temporada de huracanes es una novela que gira sobre un estado de violencia generalizado en México. Violencia como diosa a la que se reza, a la que se entregan sacrificios y alrededor de la cual gira todo en ciertas partes de México y Latinoamérica.

Por encina de todas las violencias que Temporada de huracanas toca de manera directa o indirecta, está la violencia que deriva de un machismo que impregna toda la sociedad mexicana, desde hombres a mujeres desde que son apenas unos adolescentes. Y, sí, también las mujeres de esta novela son machistas, mucho, y su machismo arrastra a los hombres a un mayor machismo, a una violencia que queda justificada como demostración de hombría, de ser un buen macho, de ser un hombre con todas las letras y en mayúscula. Pero es que cuando la violencia está instalada y normalizada en la sociedad, cuando es una parte más de la manera en que las personas se relacionan entre sí, cuando es un proceso más de ubicación social, de adaptación a un medio en el que si no eres hostil y violento es probable que acabes en una cuneta o simplemente como medio de desfogue del resto, poco se puede hacer para romper el círculo.

Fernanda Melchor, la autora de Temporada de huracanes, ha dado un golpe en la mesa con esta soberbia novela en la que trata la violencia estructural social mexicana con total crudeza, sin dejarse llevar por el sentimentalismo y sin ocultar ni los orígenes de la violencia ni lo que entraña la misma en la sociedad. La novela además tiene una fuerza terrible, no solo por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta. El estilo, el cómo está narrado, el uso del lenguaje, el toque de realismo mágico que impregna la novela… Todo suma. Todo hace que esta novela sea casi perfecta, casi redonda (y no afirmo que es perfecta o redonda porque creo que eso no existe).

Probablemente no descubro nada nuevo a quienes os gusta la literatura o a los que seguís el blog hablando de Temporada de huracanas. Sin embargo, para aquellos que en algún momento os ha tentado acercaros a esta novela y no lo habéis hecho por miedo, por no querer enfrentaros a una narración donde la violencia es el centro y el eje alrededor del cual gira este huracán sin compasión, o por la forma en que está narrado, dejar a un lado todos vuestros temores y prejuicios y sentaros a leer una novela que te secuestra y te introduce en un mundo hostil donde apenas hay hueco para lo positivo.

Caronte.

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