martes, 17 de junio de 2014

Lectura crítica: “Chesil Beach”

Entre los autores ingleses contemporáneos que todavía tenía en el tintero empezar a leerme estaba Ian McEwan. Este escritor quizá algo desconocido en España ha sido ya galardonado con uno de los premios más importantes de la literatura inglesa como es el Man Booker Award, por su novela “Ámsterdam”. Sin embargo y por si acaso su forma de escribir no me gustaba o no me terminaba de convencer he empezado leyéndome “Chesil Beach”, que es una de sus novelas más afamadas y conocidas, y además es bastante corta, por lo que si no me gustaba el sufrimiento iba a ser corto. Pero he de decir que para nada ha sido sufrimiento la lectura de esta mi primera novela de McEwan, sino todo lo contrario, y además su lectura me ha durado apenas dos tardes, no sólo por la corta extensión del libro, que apenas supera las 180 páginas, sino porque la historia termina enganchando.


Chesil Beach” narra la historia de dos jóvenes, Florence y Edward. Ambos se acaban de casar y están en un pequeño pueblo costero de Inglaterra, en un hotelito al borde del mar donde están pasando su noche de bosas e intentando disfrutar de la misma, teniendo en cuenta que ambos son vírgenes y que por tanto esa noche debería se especial. La historia se desarrolla a principios de los años 60, cuando el Reino Unido vive en una mojigatería todavía considerable, aunque los acontecimientos mundiales, y el surgimiento del movimiento hippie pronto harían cambiar eso. En esto años los sociedad británica todavía vive de la herencia social de la Segunda Guerra Mundial, todavía está en parte anclada en una mentalidad clásica y tradicional que acepta poco los cambios sociales, sobre todo los relativos a la libertad sexual y a las relaciones de pareja. Florence y Edward pertenecen a mundos muy diferentes y a clases sociales muy distantes, él es de clase media baja, su madre tiene un problema cerebral y vive en un mundo diferente a la realidad, mientras que su padre es un maestro de escuela, tiene además dos hermanas gemelas y viven en una casa pequeña que por lo general está siempre bastante sucia y apenas tienen el dinero justo para ir tirando día a día,  además estudia historia en Oxford; por su parte Florence es de familia acomodada, adora la música clásica, vive en Oxford en una casa grande con jardín y sus padres son intelectuales y trabajan en la universidad.  Todo esto que en un principio no es impedimento para que ambos se acepten mutuamente y que la familia de ella incluso vea con entusiasmo su relación y la idea de la boda les llene de ilusión, termina por ser una fuente de resentimientos debidos a los propios prejuicios que de manera casi subconsciente se van metiendo en cada uno de ellos debido al ambiente en que tanto Edward como Florence se mueven; resentimientos que terminan por salir a la luz la noche de bodas.

Chesil Beach” es ante todo una novela, casi una fábula, un cuento para adultos, en los que dos maneras de ser, dos formas de entender la vida y la libertad personal se enfrentan. La base narrativa del libro como ya he dicho es la noche de bodas de Edward y Florence, y a partir de ahí cuando se quedan ya solos en la habitación del hotel después de que los camareros les hayan servido la cena cuando todos los temores, inseguridades y prejuicios empiezan a salir a relucir en las actitudes de ambos, en las ganas y en la pasión tan contenida que se puede leer en las páginas de este libro. El silencio que nunca debería predominar en una noche de bodas de apodera de la habitación del hotel, hasta tal punto que pueden escuchar a través de techos y paredes el noticiario de la radio, ninguno se atreve a moverse, se comen la cena, Edward se contiene, le gustaría abalanzarse sobre su recién estrenada mujer y hacer lo que toda pareja joven estaría deseando hacer en su noche de bodas. Pero Florence, tiene miedo, y sobre todo dudas; dudas ante todo lo que sabe que tiene que ocurrir esa noche pero que ella no quiere que ocurra porque en cierto modo le repugna. Ambos se aman, de eso no hay duda, pero sólo Edward desea a Florence.

La narración de esa noche de bodas se entremezcla con los momentos en los que ambos se conocieron en una manifestación antinuclear en Londres, con los paseos por Oxford, con el momento de conocer mutuamente a los padres del otro. Las diferencias que son obvias entre la vida de ambos enamorados, y que seguramente deberían haberles hecho pensar que eran incompatibles por propia mentalidad, quedan completamente eclipsadas por el deseo y el amor que sienten el uno por el otro. Pero hay en Florence y Edward prejuicios que difícilmente el amor y la pasión pueden vencer, sobre todo en Florence a la que todo contacto físico le da miedo, la repugna; pero también en Edward que sabe de estas reticencias de Florence, que las ha vivido durante su noviazgo y que por eso mismo siempre ha ido despacio para que ese miedo poco a poco se fuera superando, sin llegar a pensar que ella no quería superarlo. Este miedo termina por explotar en la noche de bodas, en la cama ya, a punto de que los dos cuerpos se convirtieran en uno. Es en este momento cuando “Chesil Beach” alcanza su momento álgido, el más intenso en toda la narración. Florence sale corriendo espantada de la habitación del hotel y se refugia en la playa; un tiempo después llega Edward a su lado, sabiendo perfectamente lo que pasará a partir de ese momento, o no, porque no creo que nadie se espere lo que pasa al final del todo.

Desde mi punto de vista “Chesil Beach” va de menos a más, tanto en la narración que al principio es algo confusa y laberíntica, sin saber muy bien donde nos quiere llevar McEwan, pero que al final conforma un relato redondo, como en la propia historia de Edward y Florence, en la historia de esa noche de bodas y de ese amor entre ellos. Poco a poco se va construyendo una historia que quizá a todos cuando somos jóvenes se nos pasa por la cabeza, muchos de los temores que aparecen en “Chesil Beach” pueden ser compartidos por cualquiera en relación al amor, y al sexo; poco a poco, a medida que se pasan las páginas de este libro se va viendo el reflejo de una sociedad que estaba a punto de liberarse mentalmente de las ataduras clásicas, de los grilletes que la tradición más conservadora y puritana había impuesto a la sociedad y que a partir de finales de los 60 poco a poco fueron desapareciendo. El libro es fácil de leer y Ian McEwan en su narración no da excesivas vueltas ni adorna en demasía las frases por lo que por norma general la novela avanza a buen ritmo y termina por cerrar una historia perfectamente narrada e hilada con el pasado. El final para mí es lo mejor del libro, es visceral, directo y desgarrado, como a veces es el amor y la pasión, y es muy complicado que deje indiferente a nadie al leerlo.


Caronte.

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