El último libro
que me he leído de Vargas Llosa, “Travesuras
de la niña mala”, a pesar de cómo siempre deleitarme con la prosa tan
colorida, diversa y musical que este peruano universal usa en sus novelas, he
de decir que no me ha terminado de convencer. No digo con esto que el libro sea
malo, que no lo es, ni mucho menos aburrido porque no cansa; sin embargo a
diferencia de otros libros suyos que me he leído como “La Fiesta del Chivo” o
“La ciudad y los perros”, este no ha terminado de llegarme, no me ha ilusionado
terminarlo y saber cómo acaba la historia, básicamente porque se ve más o menos
cómo va a acabar durante todo el libro.
A diferencia de
otros libros de Vargas Llosa, “Travesuras
de la niña mala” es una novela cien por cien ficción, sin ninguna
implicación histórica en su narración, salvo la necesaria para contextualizar y
ambientar la historia que narran sus páginas. Este libro ante todo es un libro
de amor, una novela sobre el amor en su forma más loca y desesperada, de cómo
se puede llegar a amar a una mujer hasta tal punto de obviar todo lo malo y el
daño que te puede llegar a hacer, pasarlo por alto y seguir amándola con
locura. “Travesuras de la niña mala”
cuenta la historia, el enamoramiento pasional de Ricardo, un joven peruano de
buen barrio que se enamora de jovencito de una chica de casi su edad que llega
de nuevas a su barrio de Lima y se hace pasar por chilenita para intentar
borrar su pasado más que humilde. A partir de este punto en el que ambos se conocen
y ella le da constantes calabazas a él, ella pasa a ser la niña mala, apodo que la acompañará durante toda la historia. Pero
como este libro ante todo trata sobre el amor perdurable que se fija en el
subconsciente y que no permite amar a nadie más, la historia de amor entre
Ricardo y la niña mala se alargará durante décadas de manera intermitente, y
por ciudades muy diferentes entre sí, como París, Londres, Tokio y Madrid, en
unos años en los que se producen muchos cambios sociales en el mundo, sobre todo
en el país de los dos protagonistas Perú, que ve el surgimiento de milicias que
luchas por una república semejante a Cuba, una dictadura militar de doce años y
gobiernos que hunden al país en la miseria.
Como el río
Guadiana, que aparece y desaparece en su curso, la niña mala aparece y
desaparece de la vida de Ricardo como un temporal de amor y pasión de duración
limitada, que deja siempre a Ricardito con muy mal sabor de boca deseando que
no vuelva a pasar y que la niña mala no vuelva a aparecer en su vida para que
no le haga más daño, y a la vez deseando que se quede con él para siempre y
poder amarla hasta su muerte. Pero esto no ocurre nunca, la niña mala va y
viene, siempre con una identidad diferente para borrar su pasado, con hombre
diferentes pero con un factor común a todos como es el dinero, todos los
hombres con los que la niña mala está siempre son ricos y poderosos y pueden
darla una vida de alto nivel que es lo que ella va buscando siempre, ya que de
ninguno se enamora, y cuando ve que ya no puede sacar más de ellos los deja
tirados y es entonces cuando se acuerda de Ricardito, su peruanito, y vuelve a
hacerle una visita. A veces los encuentros son casuales, inesperados, y para
ambos surten un efecto catastrófico recordando sentimientos pasados y momentos
que casi estaban olvidados. “Travesuras
de la niña mala” es por así decirlo una novela sobre el amor constante
y pasional, pero a la vez dañino y brutal que no tiene miramientos por nadie.
La novela da que
pensar sobre el amor, y quizá eso es lo que más la salva de la quema por mi
parte; bueno eso y que al estar en aparte ambientada en Londres y París, dos
ciudades en las que he estado he podido imaginarme bastante bien los ambientes
en los que se desarrolla la novela, y además tiene un capítulo final que se
desarrolla en Madrid y por tanto eso son puntos a su favor. No, ya en serio. “Travesuras de la niña mala” es
una buena novela en el sentido de que hace reflexionar al lector sobre un tipo
de amor sin miramientos y directo, que va más allá del dolor y de todas las
perrerías que se pueden hacer; es una novela sobre la pasión también, pasión
carnal, y aquí Vargas Llosa también se diferencia de sus otras novelas al
incorporar escenas de sexo bastante subidas de tono y gráficas, cosa poco
habitual en su prosa y que en esta novela la verdad le da un punto más pasional
y carnal a esta historia de amor desbocado y deseo. Sin embargo, el ir y venir
de la niña mala, sus travesuras, a mí me terminaron por parecer repetitivas,
que no digo aburridas porque en cada aparición es una cosa lo que pasa, pero sí
sabes desde el principio que toda la novela va a ser igual, se mezclaran
periodos en los que Ricardo y la niña mala conviven juntos, en los que son
amantes, con otros en los que ella se irá y le dejará solo dolido. Lo único que
cambiará durante la novela será el fondo, los lugares donde se desarrollará
cada etapa de esta tormentosa relación, y también y sobre todo cambiarán los
protagonistas, evolucionaran cada uno de una manera. Ricardito amará durante
toda la novela a la niña mala, y aunque a veces éste le deje muy jodido siempre
recordará momentos de pasión y sexo que harán desearla cada vez más aunque
pasen los años. La niña mala poco a poco se irá dando cuenta que por mucho que
crea que es feliz con los hombres a los que va seduciendo por el dinero que
éstos tienen, la felicidad no la alcanzará hasta que termine con Ricardo, el
niño bueno; nunca dejará de ser egoísta pero su egoísmo irá evolucionando.
Como he dicho para
mí lo mejor de “Travesuras de la niña
mala” son las localizaciones de la historia, pero también he de decir
que en cada capítulo del libro se presenta una historia nueva que envuelve la
historia central de amor entre los protagonistas principales, y en estas
historias secundarias aparecen personajes que desde mi punto de vista pueden
llegar a ser más relevantes que los principales, o al menos a mí me han gustado
a veces más. Además como es habitual en Vargas Llosa, en este libro también nos
presenta parte de la historia de América Latina, en este caso de su país de
origen el Perú, de los años 60, 70 y 80, y los cambios que estas décadas
trajeron a la sociedad peruana; sin embargo en este libro la historia no es el
tema principal, y los hechos históricos que don Mario narra quedan en un
segundo plano, quedan amortiguados por la distancia y en muchos capítulos se reducen
a las cartas que se envían Ricardo y su tío durante toda la novela, y en las
que este último le pone al día de las últimas novedades en la sociedad peruana,
de los sinsabores de la política y de los conflictos sociales que van
surgiendo.
Para concluir me
gustaría decir que sin ser una novela mala, “Travesuras de la niña mala” creo que es una de las más
flojas que he leído de Mario Vargas Llosa, o por lo menos para mí gusto. Me gusta
más el Vargas Llosa que narra la historia de un pueblo novelándola, haciéndola entretenida
y consiguiendo emocionar con las venturas y desventuras de los personajes de
sus novelas. Esto no quiere decir que esta novela sea un bodrio, sino que
simplemente se sale de lo habitual en este autor y por tanto, quizá por eso me
haya desconcertado y no haya sabido hacer mía la esencia y las emociones que
esta novela, a pesar de lo dicho, transmiten. Aunque siendo también sincero, la
historia de amor entre Ricardo y la niña mala está muy bien llevada, es
previsible pero los personajes secundarios que jalonan todo el libro le dan ese
toque mágico que siempre se puede encontrar en una novela de Mario Vargas
Llosa.
Caronte.
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