domingo, 22 de junio de 2014

Lectura crítica: "Nos vemos allá arriba"

El libro que acabo de terminar de leer, “Nos vemos allá arriba”, ha supera con creces todas las expectativas que tenía puestas en él desde que supe que iba a ser publicado en España. Desde que leí en el diario El País un artículo/entrevista con el autor de esta novela Pierre Lemaitre puse a este libro en mi punto de mira y llegada la Feria del Libro de Madrid fue uno de los primeros que me compré el primer fin de semana que fui al Parque del Retiro a disfrutar de ese magnífico evento cultural. Éste iba a ser el primer libro que me iba a leer una vez estuviese completamente de vacaciones, y en cierto modo así ha sido, porque a pesar de que lo empecé cuando aún me quedaba por hacer un examen, prácticamente ya estaba de vacaciones porque apenas estaba estudiando. Esta novela ganó el año pasado el Premio Goncourt, el premio literario más prestigioso de Francia, y además venía avalado por un éxito rotundo tanto entre los críticos como entre el público, como demuestra la cantidad de ejemplares vendidos en menos de un año en el país vecino, por tanto cuando tuve noticia de este libro mis expectativas sobre el mismo eran muy elevadas. Además la temática del libro me interesaba bastante ya que se ambienta en los últimos años de la Primera Guerra Mundial, de la que este año se cumple el primer centenario de su inicio, y los primeros de posguerra en una Francia destrozada por el dolor de los hijos, nietos, padres y abuelos muertos luchando por la libertad.

Para empezar “Nos vemos allá arriba” tiene un primer capítulo completamente demencial para un lector ya que impide levantar la vista de la lectura ni un solo segundo. La acción se coloca directamente sobre el campo de batalla de la Gran Guerra, en una trinchera hecha en la tierra de Francia, con un cielo gris y lluvioso, y un terreno completamente hostil, embarrado cual ciénaga pestilente, lleno de cadáveres de soldados y caballos, minado, lleno de obstáculos; vamos en plena Guerra. El lector parece un soldado más listo para entrar en batalla a las órdenes de su capitán; se huele el ambiente, el moho, la sangre seca, el barro, los vómitos, la pólvora. La acción que se desarrolla en este primer capítulo podría perfectamente haber sido filmada para la gran pantalla por Steven Spielberg, pero probablemente con un resultado mucho menos efectista; el ritmo es vertiginoso desde el principio y te mete de lleno en la historia de los tres principales protagonistas de la novela dos soldados, Albert y Edouard, y un teniente ascendido posteriormente, Henri d’Aulnay-Pradelle. Como primer punto de unión entre ambos está que Albert es testigo de que Pradelle ordena el asalto a un puesto alemán pocos días antes del armisticio que pondría fin a la Guerra, mandando para ello a dos soldados que se supone abatidos por los alemanes lo que hace que se desate el ataque. Durante este ataque Albert descubre que los dos soldados mandados de avanzadilla no fueron disparados por los alemanes sino desde sus propias filas, Pradelle queriendo terminar la guerra como un héroe ha desencadenado todo esto. Una vez descubierto por Albert decide que no puede haber testigos y pare ello va a por él. A partir de ese momento los acontecimientos se desencadenan muy rápidamente, Albert cae en un hoyo aturdido por la guerra y a continuación un gran proyectil explota cerca de él haciendo que una cantidad enorme de tierra caiga sobre él sepultándolo. Simultáneamente el otro soldado Edouard, que ha recibido un balazo en la pierna y que apenas puede moverse ve todo lo que le ocurre a Albert y decide acercarse como puede, descubriendo que éste ha quedado enterrado vivo, intenta ayudarle y logra desenterrarle y devolverle a la vida, pero a continuación Edouard recibirá una herida muy grave que le dejará deformado de por vida. A partir de aquí, “Nos vemos allá arriba” continúa de manera angustiosa y ágil, con una narración muy fina y bien estructurada. El vínculo que estos acontecimientos originarán entre los dos soldados, y a su vez entre éstos y Pradelle, serán muy fuertes y se irán desarrollando de manera paralela durante todo el libro.

Una vez la narración se aleja de las trincheras y de la guerra, el libro entra en una etapa magistral, en la que se urden unas tramas y unas historias a la vez conmovedoras, trágicas y dinámicas. Una vez se supera la primera parte del libro, de las tres en que está dividido, la historia se traslada a París a dos ambientes muy distintos, uno de riqueza, grandes mansiones y poder a alto nivel, y otro mucho más miserable de lucha y supervivencia diaria. El primer ambiente corresponde a Pradelle, mientras que el segundo a los dos pobres soldados tocados grave y seriamente por la guerra que les ha dejado a ambos secuelas tanto físicas como de las que la vista no puede ver pero que pesan todavía más que las visibles. Ambos ambientes se interrelacionan por medio de sus protagonistas y de los diferentes personajes secundarios que se van intercalando en la narración. A medida que la novela va avanzando se van conformando dos grandes tramas, que a su vez son dos grandes fraudes: uno que intenta por un lado hacer que Pradelle vuelva a tener esa posición aristocrática que le da su apellido y otro que urden Albert y Edouard para dejar de ser unos miserables heridos de guerra abandonados y olvidados por todos y poder olvidar todo el sufrimiento que las trincheras les ha traído a sus vidas, sufrimiento físico, moral y sentimental. Todo poco a poco se va desarrollando y todas las piezas de este gran puzle que es “Nos vemos allá arriba” terminan encajando de manera magistral. Los tres personajes principales inspirar desde el principio sensaciones encontradas; es cierto que Pradelle desde el principio causa repulsa, un odio directo hacia su persona por ser egoísta y prepotente, además de chulo. Sin embargo Albert y Edouard a pesar de inspirar al principio tristeza por lo que la guerra ha hecho de ellos, poco a poco esa tristeza se convierte en cariño por Albert que decide cuidar de manera casi maternal a Edouard, y algo más de pena por éste último que se convierte en un adicto a las drogas y que parece como si la guerra le haya terminado por sacar de este mundo haciéndole vivir una locura fantasiosa.

En esta novela no hay nada escrito que no tuviera que ser escrito, nada se dice sin tener un sentido o significado, y nada se cuenta sin que tenga que ver algo para terminar de comprender las tramas y las personalidades de todos los personajes que van apareciendo a lo largo de las páginas de este libro, tanto de los personajes principales como de todos los secundarios que acompañan de manera indiscutiblemente bien pensada a los primeros. El estilo narrativo de Lemaitre es una mezcla perfecta entre una narrativa culta de muy alto nivel, en la que se trata con mucho respeto y cuidado la historia y con la que no se pretende impresionar para así no distraer al lector de la importante, y una narrativa popular propia de un libro destinado al gran público que usa un lenguaje simple y directo. Una de las cosas que más me ha gustado de este libro es precisamente esta simbiosis entre estos dos estilos narrativos, ya que han logrado que en muchas ocasiones no pudiera dejar de leer por querer seguir sabiendo más sobre la historia, y en otras muchas que la lectura de las páginas de “Nos vemos allá arriba” se me haya hecho muy corta haciendo que el tiempo se me pasara volado.

No creo que merezca la pena contar más de esta magnífica novela, quien se atreva a empezarla descubrirá que no podrá dejarla a medias, sólo deseará seguir pasando sus páginas para terminar por saber qué es de la vida de sus personajes y sobre todo cómo termina todo, ya que si el primer capítulo de “Nos vemos allá arriba” es de lo mejor que he leído nunca, sus capítulos finales son dignos de la mejor novela de suspense, no porque se pase miedo sino por la tensión que muestran sus páginas, y por el ritmo trepidante que tienen. Además esta novela es una aproximación bastante realista a un periodo de la historia que este año está muy de moda debido a todos los actos que se están llevando a cabo en Europa para conmemorar el centenario de esta barbarie que fue la Gran Guerra y que no sólo fue terrible durante el periodo que duraron los combates sino también después para todos aquellos soldados que perdieron mucho más que una pierna o un brazo en el campo de batalla sino también su dignidad. La verdad es que como dije al principio esta novela me ha dejado con muy buen sabor de boca y ha superado cualquier expectativa previa; además con ella he aprendido bastante sobre esa época oscura de Francia y Europa, la época de posguerra. Recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar de un buen libro este verano que se lea “Nos vemos allá arriba”, creo que nadie saldrá defraudado, de verdad.

Caronte.

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