El libro que acabo
de terminar de leer, “Nos vemos allá
arriba”, ha supera con creces todas las expectativas que tenía puestas
en él desde que supe que iba a ser publicado en España. Desde que leí en el
diario El País un artículo/entrevista con el autor de esta novela Pierre
Lemaitre puse a este libro en mi punto de mira y llegada la Feria del Libro de
Madrid fue uno de los primeros que me compré el primer fin de semana que fui al
Parque del Retiro a disfrutar de ese magnífico evento cultural. Éste iba a ser
el primer libro que me iba a leer una vez estuviese completamente de
vacaciones, y en cierto modo así ha sido, porque a pesar de que lo empecé
cuando aún me quedaba por hacer un examen, prácticamente ya estaba de
vacaciones porque apenas estaba estudiando. Esta novela ganó el año pasado el
Premio Goncourt, el premio literario más prestigioso de Francia, y además venía
avalado por un éxito rotundo tanto entre los críticos como entre el público,
como demuestra la cantidad de ejemplares vendidos en menos de un año en el país
vecino, por tanto cuando tuve noticia de este libro mis expectativas sobre el
mismo eran muy elevadas. Además la temática del libro me interesaba bastante ya
que se ambienta en los últimos años de la Primera Guerra Mundial, de la que
este año se cumple el primer centenario de su inicio, y los primeros de
posguerra en una Francia destrozada por el dolor de los hijos, nietos, padres y
abuelos muertos luchando por la libertad.
Para empezar “Nos vemos allá arriba” tiene un
primer capítulo completamente demencial para un lector ya que impide levantar
la vista de la lectura ni un solo segundo. La acción se coloca directamente
sobre el campo de batalla de la Gran Guerra, en una trinchera hecha en la
tierra de Francia, con un cielo gris y lluvioso, y un terreno completamente
hostil, embarrado cual ciénaga pestilente, lleno de cadáveres de soldados y
caballos, minado, lleno de obstáculos; vamos en plena Guerra. El lector parece
un soldado más listo para entrar en batalla a las órdenes de su capitán; se huele
el ambiente, el moho, la sangre seca, el barro, los vómitos, la pólvora. La
acción que se desarrolla en este primer capítulo podría perfectamente haber
sido filmada para la gran pantalla por Steven Spielberg, pero probablemente con
un resultado mucho menos efectista; el ritmo es vertiginoso desde el principio
y te mete de lleno en la historia de los tres principales protagonistas de la
novela dos soldados, Albert y Edouard, y un teniente ascendido posteriormente,
Henri d’Aulnay-Pradelle. Como primer punto de unión entre ambos está que Albert
es testigo de que Pradelle ordena el asalto a un puesto alemán pocos días antes
del armisticio que pondría fin a la Guerra, mandando para ello a dos soldados
que se supone abatidos por los alemanes lo que hace que se desate el ataque.
Durante este ataque Albert descubre que los dos soldados mandados de
avanzadilla no fueron disparados por los alemanes sino desde sus propias filas,
Pradelle queriendo terminar la guerra como un héroe ha desencadenado todo esto.
Una vez descubierto por Albert decide que no puede haber testigos y pare ello
va a por él. A partir de ese momento los acontecimientos se desencadenan muy rápidamente,
Albert cae en un hoyo aturdido por la guerra y a continuación un gran proyectil
explota cerca de él haciendo que una cantidad enorme de tierra caiga sobre él
sepultándolo. Simultáneamente el otro soldado Edouard, que ha recibido un
balazo en la pierna y que apenas puede moverse ve todo lo que le ocurre a
Albert y decide acercarse como puede, descubriendo que éste ha quedado
enterrado vivo, intenta ayudarle y logra desenterrarle y devolverle a la vida,
pero a continuación Edouard recibirá una herida muy grave que le dejará
deformado de por vida. A partir de aquí, “Nos
vemos allá arriba” continúa de manera angustiosa y ágil, con una
narración muy fina y bien estructurada. El vínculo que estos acontecimientos
originarán entre los dos soldados, y a su vez entre éstos y Pradelle, serán muy
fuertes y se irán desarrollando de manera paralela durante todo el libro.
Una vez la
narración se aleja de las trincheras y de la guerra, el libro entra en una
etapa magistral, en la que se urden unas tramas y unas historias a la vez
conmovedoras, trágicas y dinámicas. Una vez se supera la primera parte del libro,
de las tres en que está dividido, la historia se traslada a París a dos
ambientes muy distintos, uno de riqueza, grandes mansiones y poder a alto
nivel, y otro mucho más miserable de lucha y supervivencia diaria. El primer
ambiente corresponde a Pradelle, mientras que el segundo a los dos pobres
soldados tocados grave y seriamente por la guerra que les ha dejado a ambos
secuelas tanto físicas como de las que la vista no puede ver pero que pesan todavía
más que las visibles. Ambos ambientes se interrelacionan por medio de sus
protagonistas y de los diferentes personajes secundarios que se van
intercalando en la narración. A medida que la novela va avanzando se van
conformando dos grandes tramas, que a su vez son dos grandes fraudes: uno que
intenta por un lado hacer que Pradelle vuelva a tener esa posición aristocrática
que le da su apellido y otro que urden Albert y Edouard para dejar de ser unos
miserables heridos de guerra abandonados y olvidados por todos y poder olvidar
todo el sufrimiento que las trincheras les ha traído a sus vidas, sufrimiento
físico, moral y sentimental. Todo poco a poco se va desarrollando y todas las
piezas de este gran puzle que es “Nos
vemos allá arriba” terminan encajando de manera magistral. Los tres
personajes principales inspirar desde el principio sensaciones encontradas; es
cierto que Pradelle desde el principio causa repulsa, un odio directo hacia su
persona por ser egoísta y prepotente, además de chulo. Sin embargo Albert y
Edouard a pesar de inspirar al principio tristeza por lo que la guerra ha hecho
de ellos, poco a poco esa tristeza se convierte en cariño por Albert que decide
cuidar de manera casi maternal a Edouard, y algo más de pena por éste último
que se convierte en un adicto a las drogas y que parece como si la guerra le
haya terminado por sacar de este mundo haciéndole vivir una locura fantasiosa.
En esta novela no
hay nada escrito que no tuviera que ser escrito, nada se dice sin tener un
sentido o significado, y nada se cuenta sin que tenga que ver algo para
terminar de comprender las tramas y las personalidades de todos los personajes
que van apareciendo a lo largo de las páginas de este libro, tanto de los
personajes principales como de todos los secundarios que acompañan de manera
indiscutiblemente bien pensada a los primeros. El estilo narrativo de Lemaitre
es una mezcla perfecta entre una narrativa culta de muy alto nivel, en la que
se trata con mucho respeto y cuidado la historia y con la que no se pretende
impresionar para así no distraer al lector de la importante, y una narrativa
popular propia de un libro destinado al gran público que usa un lenguaje simple
y directo. Una de las cosas que más me ha gustado de este libro es precisamente
esta simbiosis entre estos dos estilos narrativos, ya que han logrado que en
muchas ocasiones no pudiera dejar de leer por querer seguir sabiendo más sobre
la historia, y en otras muchas que la lectura de las páginas de “Nos vemos allá arriba” se me haya
hecho muy corta haciendo que el tiempo se me pasara volado.
No creo que
merezca la pena contar más de esta magnífica novela, quien se atreva a empezarla
descubrirá que no podrá dejarla a medias, sólo deseará seguir pasando sus
páginas para terminar por saber qué es de la vida de sus personajes y sobre
todo cómo termina todo, ya que si el primer capítulo de “Nos vemos allá arriba” es de lo mejor que he leído nunca,
sus capítulos finales son dignos de la mejor novela de suspense, no porque se pase
miedo sino por la tensión que muestran sus páginas, y por el ritmo trepidante
que tienen. Además esta novela es una aproximación bastante realista a un
periodo de la historia que este año está muy de moda debido a todos los actos
que se están llevando a cabo en Europa para conmemorar el centenario de esta
barbarie que fue la Gran Guerra y que no sólo fue terrible durante el periodo
que duraron los combates sino también después para todos aquellos soldados que
perdieron mucho más que una pierna o un brazo en el campo de batalla sino también
su dignidad. La verdad es que como dije al principio esta novela me ha dejado
con muy buen sabor de boca y ha superado cualquier expectativa previa; además
con ella he aprendido bastante sobre esa época oscura de Francia y Europa, la
época de posguerra. Recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar de un buen
libro este verano que se lea “Nos
vemos allá arriba”, creo que nadie saldrá defraudado, de verdad.
Caronte.
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