Uno de los mayores
placeres que he descubierto en la literatura en este último año es la magia y
la musicalidad de la literatura iberoamericana, en particular a autores como
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Es de este último autor, Vargas
Llosa, de quien me toca hablar hoy, ya que he terminado de leer hace poco una
de sus obras más famosas y celebradas tanto por sus lectores como por los
críticos (aunque esto último no siempre es sinónimo de buena calidad). Estoy
hablando de la novela “La Fiesta del
Chivo”, una grandísima obra literaria y de recreación histórica que
narra los últimos momentos de una de las muchas dictaduras que han asolado
durante décadas Sudamérica, en concreto en este caso la República Dominicana.
En esta novela perfectamente
escrita y narrada Vargas Llosa nos presenta una recreación que mezcla la ficción
con la más cruda realidad histórica del régimen dictatorial de Rafael Leónidas
Trujillo, alias el Chivo. En concreto en “La
Fiesta del Chivo” se narran los últimos compases de la dictadura de
Trujillo desde dos puntos de vista y momentos históricos diferentes: uno en el
momento del atentado que cuesta la vida al dictador y los meses subsiguientes
al mismo en 1961, y el otro una generación más tarde (35 años después). El nexo
de unión entre ambos momentos es Urania Cabral, hija de uno de los más
acérrimos seguidores del régimen de Trujillo, Agustín “cerebrito” Cabral. Este
nexo de unión entre las dos épocas que conforman la novela, es además es punto
de ficción del libro, la parte donde Vargas Llosa haciendo un ejercicio
extraordinario de abstracción es capaz de recrear la vida de una familia seguidora
de un régimen dictatorial que cae en desgracia en los últimos tiempos de la
dictadura, y cómo intenta recuperar esa confianza perdida aun usando formas que
resultan verdaderamente vomitivas. He de reconocer que en esta parte de “La Fiesta del Chivo” Vargas
Llosa, hace sentir al lector que lo que está leyendo no solo no es ficción,
sino que podría haber sido perfectamente realidad, narrando las maniobras
desesperadas de Agustín Cabral para recobrar la confianza de Trujillo.
La novela está estructurada
en 24 capítulos en los que se van alternando la historia real con la narración ficticia,
de manera casi acompasada con el tiempo. Así podemos ver el asesinato de Rafael
Leónidas Trujillo tanto desde el punto de vista del régimen, donde Vargas Llosa
pone voz y personalidad a los principales personajes de la época de la
dictadura como el propio dictador, el doctor Balaguer (a la postre quien
dirigió la transición de la República Dominicana a la democracia), los hijos de
Trujillo y sus hermanos, diversos ministros y militares del régimen y el
general Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)
encargado de la represión de la dictadura, que tras la muerte de Trujillo
torturó de la manera más cruel y sanguinaria posible a todo aquel que pensaban
que podría estar relacionado con el magnicidio. Además de por la parte del
régimen, también se narra el asesinato de Trujillo por parte de los que lo
cometieron, convertidos posteriormente ya en democracia en héroes nacionales,
como Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García, Juan Tomás Díaz, Luis Amiama
Tió, Antonio Imbert Barrera y Pedro Livio
Cedeño entre otros; de alguno de estos conspiradores Vargas Llosa narra parte
de sus motivos para desear matar al Chivo, y de todos ellos narra su final,
alguno de los cuales es rápido como los de Amado García, Antonio de la Maza y
Juan Tomás Díaz que murieron matando a los pocos días del magnicidio; mientras
que los otros conspiradores y muchas más personas, sobre todo familiares,
amigos y conocidos de los mismo, fueros arrestados y sometidos a torturas
terribles dignas de las mentes más deformadas, sanguinarias y sádicas, y
posteriormente asesinados a sangre fría y desaparecidos para no dejar rastro de
esos crímenes tan abominables o más que cualquier otro.
Esto por la parte
de narración histórica del libro. Por la parte de ficción, como ya he dicho, se
cuenta la historia de la familia del senador Agustín Cabral de boca de su hija
Urania Cabral que después de 35 años sin pisar su tierra vuelve a la isla que
la vio nacer por un impulso que ni ella misma sabe explicar, y se reencuentra
con sus padre al que no veía desde que se marcho a los EE.UU. a estudiar en la
universidad y donde formó su vida. La vuelta a su ciudad natal la trae a primer
plano a su vez un torrente imparable de recuerdos que casi estaban olvidados
pero que ella sabe que no es así. Por esto cuando se reencuentra con su padre
que esta postrado en una cama sin apenas moverse ni hablar tras haber sufrido
un infarto cerebral, Urania le empieza a hablar del pasado, a recriminarle
cosas, a contarle esos recuerdos que tan a fuego se le grabaron en su mente y
en su corazón, y se los cuenta con dureza, casi me atrevería a decir con
crueldad, como queriendo que su padre sufriera en ese momento todo lo que ella
sufrió y seguía sufriendo en silencio en su vida. La historia que termina contando Urania Cabral,
se va entrelazando con la historia real de la dictadura, con episodios
históricos verídicos, y termina de manera magistral en un último capítulo de la
“La Fiesta del Chivo”, un
capítulo que termina por rematar una historia que va cogiendo poco a poco
tintes oscuros, desagradables, crueles, y que acaba de una manera durísima
enfrentado a Urania Cabral con su pasado, contándoselo a la poca familia que le
queda en Santo Domingo, como son su tía (hermana de su padre) y sus primar, con
quienes compartió infancia.
A lo largo de las
algo más de quinientas páginas de esta magistral novela histórica Mario Vargas
Llosa nos hace un retrato extensísimo de la dictadura de Trujillo en la
República Dominicana, de unos años donde el miedo y la represión, junto con la divinización
de Trujillo hicieron que la sociedad dominicana entrara como en un largo
letargo del que solo salieron tras la muerte del Chivo en 1961, no sin pasar
por una tremenda represión que estalló tras el asesinato y que narrada de la menara
como Vargas Llosa lo hace adquiere la crueldad y el sadismo que seguramente
tuvo en la realidad. “La Fiesta del
Chivo” es una novela cruda, dura, realista, que no pretende entretener,
sino mostrar la realidad, no ya solo de la dictadura trujullista, sino de
cualquier dictadura que se puede pensar, ya que los hechos narrados en esta
novela se podrían aplicar perfectamente a cualquier dictadura del mundo; la
dureza de la represión, las personalidades de los dictadores, siempre tan
idealizados por sus seguidores y el pueblo, las ganas de cambio y venganza que
tienen aquellos que quieren que acabe esa dictadura, el afán de los afines al
régimen de ganarse o recobrar la confianza del caudillo, generalísimo, o el
Jefe (mote que también se aplicaba a Trujillo). Todo esto, unido a una prosa increíblemente
rica en adjetivos y palabras de una musicalidad poco alcanzable en ninguna lengua
salvo en el español de América, hacen de “La
Fiesta del Chivo” un libro enorme, cuya historia (la historia) es
narrada con un ritmo incansable y directo que hace que en ningún momento el
lector se canse o se aburra. Esta novela es ante todo la narración de la
historia tal como pasó; es una novela para aprender y para saber qué es lo que
no debería volver a ocurrir en el mundo. “La
Fiesta del Chivo” demuestra que Mario Vargas Llosa es uno de los
grandes maestro de la literatura contemporánea, no sólo ya en español, sino en
cualquier lengua; hecho que hace un par de años le supuso un más que merecido
Premio Nobel. Disfrutad de esta novela, que va de menos a más y cuyos capítulos
finales son un continuo desarrollo de acontecimientos narrados con una agilidad
increíble.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario