domingo, 8 de junio de 2014

Lectura crítica: "La Fiesta del Chivo"

Uno de los mayores placeres que he descubierto en la literatura en este último año es la magia y la musicalidad de la literatura iberoamericana, en particular a autores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Es de este último autor, Vargas Llosa, de quien me toca hablar hoy, ya que he terminado de leer hace poco una de sus obras más famosas y celebradas tanto por sus lectores como por los críticos (aunque esto último no siempre es sinónimo de buena calidad). Estoy hablando de la novela “La Fiesta del Chivo”, una grandísima obra literaria y de recreación histórica que narra los últimos momentos de una de las muchas dictaduras que han asolado durante décadas Sudamérica, en concreto en este caso la República Dominicana.

En esta novela perfectamente escrita y narrada Vargas Llosa nos presenta una recreación que mezcla la ficción con la más cruda realidad histórica del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, alias el Chivo. En concreto en “La Fiesta del Chivo” se narran los últimos compases de la dictadura de Trujillo desde dos puntos de vista y momentos históricos diferentes: uno en el momento del atentado que cuesta la vida al dictador y los meses subsiguientes al mismo en 1961, y el otro una generación más tarde (35 años después). El nexo de unión entre ambos momentos es Urania Cabral, hija de uno de los más acérrimos seguidores del régimen de Trujillo, Agustín “cerebrito” Cabral. Este nexo de unión entre las dos épocas que conforman la novela, es además es punto de ficción del libro, la parte donde Vargas Llosa haciendo un ejercicio extraordinario de abstracción es capaz de recrear la vida de una familia seguidora de un régimen dictatorial que cae en desgracia en los últimos tiempos de la dictadura, y cómo intenta recuperar esa confianza perdida aun usando formas que resultan verdaderamente vomitivas. He de reconocer que en esta parte de “La Fiesta del Chivo” Vargas Llosa, hace sentir al lector que lo que está leyendo no solo no es ficción, sino que podría haber sido perfectamente realidad, narrando las maniobras desesperadas de Agustín Cabral para recobrar la confianza de Trujillo.

La novela está estructurada en 24 capítulos en los que se van alternando la historia real con la narración ficticia, de manera casi acompasada con el tiempo. Así podemos ver el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo tanto desde el punto de vista del régimen, donde Vargas Llosa pone voz y personalidad a los principales personajes de la época de la dictadura como el propio dictador, el doctor Balaguer (a la postre quien dirigió la transición de la República Dominicana a la democracia), los hijos de Trujillo y sus hermanos, diversos ministros y militares del régimen y el general Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) encargado de la represión de la dictadura, que tras la muerte de Trujillo torturó de la manera más cruel y sanguinaria posible a todo aquel que pensaban que podría estar relacionado con el magnicidio. Además de por la parte del régimen, también se narra el asesinato de Trujillo por parte de los que lo cometieron, convertidos posteriormente ya en democracia en héroes nacionales, como Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García, Juan Tomás Díaz, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera y Pedro Livio Cedeño entre otros; de alguno de estos conspiradores Vargas Llosa narra parte de sus motivos para desear matar al Chivo, y de todos ellos narra su final, alguno de los cuales es rápido como los de Amado García, Antonio de la Maza y Juan Tomás Díaz que murieron matando a los pocos días del magnicidio; mientras que los otros conspiradores y muchas más personas, sobre todo familiares, amigos y conocidos de los mismo, fueros arrestados y sometidos a torturas terribles dignas de las mentes más deformadas, sanguinarias y sádicas, y posteriormente asesinados a sangre fría y desaparecidos para no dejar rastro de esos crímenes tan abominables o más que cualquier otro.

Esto por la parte de narración histórica del libro. Por la parte de ficción, como ya he dicho, se cuenta la historia de la familia del senador Agustín Cabral de boca de su hija Urania Cabral que después de 35 años sin pisar su tierra vuelve a la isla que la vio nacer por un impulso que ni ella misma sabe explicar, y se reencuentra con sus padre al que no veía desde que se marcho a los EE.UU. a estudiar en la universidad y donde formó su vida. La vuelta a su ciudad natal la trae a primer plano a su vez un torrente imparable de recuerdos que casi estaban olvidados pero que ella sabe que no es así. Por esto cuando se reencuentra con su padre que esta postrado en una cama sin apenas moverse ni hablar tras haber sufrido un infarto cerebral, Urania le empieza a hablar del pasado, a recriminarle cosas, a contarle esos recuerdos que tan a fuego se le grabaron en su mente y en su corazón, y se los cuenta con dureza, casi me atrevería a decir con crueldad, como queriendo que su padre sufriera en ese momento todo lo que ella sufrió y seguía sufriendo en silencio en su vida.  La historia que termina contando Urania Cabral, se va entrelazando con la historia real de la dictadura, con episodios históricos verídicos, y termina de manera magistral en un último capítulo de la “La Fiesta del Chivo”, un capítulo que termina por rematar una historia que va cogiendo poco a poco tintes oscuros, desagradables, crueles, y que acaba de una manera durísima enfrentado a Urania Cabral con su pasado, contándoselo a la poca familia que le queda en Santo Domingo, como son su tía (hermana de su padre) y sus primar, con quienes compartió infancia.

A lo largo de las algo más de quinientas páginas de esta magistral novela histórica Mario Vargas Llosa nos hace un retrato extensísimo de la dictadura de Trujillo en la República Dominicana, de unos años donde el miedo y la represión, junto con la divinización de Trujillo hicieron que la sociedad dominicana entrara como en un largo letargo del que solo salieron tras la muerte del Chivo en 1961, no sin pasar por una tremenda represión que estalló tras el asesinato y que narrada de la menara como Vargas Llosa lo hace adquiere la crueldad y el sadismo que seguramente tuvo en la realidad. “La Fiesta del Chivo” es una novela cruda, dura, realista, que no pretende entretener, sino mostrar la realidad, no ya solo de la dictadura trujullista, sino de cualquier dictadura que se puede pensar, ya que los hechos narrados en esta novela se podrían aplicar perfectamente a cualquier dictadura del mundo; la dureza de la represión, las personalidades de los dictadores, siempre tan idealizados por sus seguidores y el pueblo, las ganas de cambio y venganza que tienen aquellos que quieren que acabe esa dictadura, el afán de los afines al régimen de ganarse o recobrar la confianza del caudillo, generalísimo, o el Jefe (mote que también se aplicaba a Trujillo). Todo esto, unido a una prosa increíblemente rica en adjetivos y palabras de una musicalidad poco alcanzable en ninguna lengua salvo en el español de América, hacen de “La Fiesta del Chivo” un libro enorme, cuya historia (la historia) es narrada con un ritmo incansable y directo que hace que en ningún momento el lector se canse o se aburra. Esta novela es ante todo la narración de la historia tal como pasó; es una novela para aprender y para saber qué es lo que no debería volver a ocurrir en el mundo. “La Fiesta del Chivo” demuestra que Mario Vargas Llosa es uno de los grandes maestro de la literatura contemporánea, no sólo ya en español, sino en cualquier lengua; hecho que hace un par de años le supuso un más que merecido Premio Nobel. Disfrutad de esta novela, que va de menos a más y cuyos capítulos finales son un continuo desarrollo de acontecimientos narrados con una agilidad increíble.


Caronte.

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