jueves, 12 de junio de 2014

Lectura crítica: "Corazón tan blanco"

De Javier Marías siempre he oído hablar mucho en los libros de texto de la ESO y el bachillerato donde lo tenía que estudiar y aprenderme algunas de sus obras más famosas, y sobre todo a través de sus artículos de opinión de los domingos en el Semanal de El País, siempre en la última hoja del mismo, casi como queriendo ocultarse de los ávidos ojos de los lectores de dicho suplemento, o queriendo que quien realmente quiera leerle vaya a buscarle a esa última hoja, que se convierte en la primera si se empieza El Semanal por el final. Siempre que he comprado el periódico en domingo lo primero que hacía era leer su artículo de opinión, y casi siempre también, leerlo me hacía reflexionar sobre el tema que había tratado en el mismo, a veces a su favor haciéndome ver algunas cosas de manera diferente a cómo yo las veía inicialmente y otras veces siendo crítico con él y no estando de acuerdo con la idea que defendía en su artículo.

Por esta razón siempre he querido leer a Marías, porque su forma de contar, de narrar, de expresar me llenaban, me hacían reflexionar, que creo que es lo mejor que un escritor puede llegar a conseguir provocar en sus lectores, a parte de las emociones que puedan transmitir sus escritos. “Corazón tan blanco” es la primera novela suya que leo (he de decir que he empezado otra “Tu rostro mañana”, pero al ser esta una trilogía de momento sólo me he leído la primera parte de la misma, cuando la termine, empresa colosal y ardua en palabras del propio Marías, también hablaré de ella) y la verdad es que como sus artículos me ha dejado más si cabe enamorado de su forma de contar, de narrar, de expresar. Hay libros de los que es muy complicado separarse, pero “Corazón tan blanco” es uno de esos libros que consigue que el lector se sumerja en las profundidades más hermosas de la literatura y se pierda en las páginas, párrafos, frases y palabras que componen la narración y dan forma a la historia que el escritor quiere contar. Y esto es lo que me ha pasado a mí con este libro, cada vez que lo tenía que dejar por cualquier razón, ya fuera llegar a la estación de destino en un viaje en metro, o porque el sueño empezaba a vencerme en la cama mientras leía. A veces me era muy complicado salir a la superficie del mundo real, del metro o de mi habitación, y dejar las profundidades del libro, de la lectura donde me encontraba muy cómodo dejándome mecer por las frases, divagaciones y reflexiones que se narran en “Corazón tan blanco”, a veces me era muy difícil salir del mundo del protagonista de la novela, un traductor/intérprete que se acaba de casar y que vive constantemente viajando entre Nueva York, Ginebra y Madrid, la ciudad donde vive, según le vaya saliendo el trabajo.

A veces me era muy complicado dejar de leer esta fabulosa novela de Javier Marías que indaga sobre los secretos, sobre lo que se cuenta o se deja de contar y quizá nunca se cuente. Otras veces no quería dejar de leer porque quería saber más, quería ver cómo las diferentes personas que se van cruzando en la vida del protagonista traductor le van haciendo pensar en sus propios actos y en su propia vida, y en su propio pasado. Su padre, su recién estrenada mujer, dos desconocidos con los que se cruza en La Habana durante su viaje de novios, su amiga de la universidad (amante esporádica entonces) que vive en Nueva York y con la que comparte vida durante el tiempo que dura su trabajo en la ONU, un amigo de su padre, su abuela que sin ser un personaje presente en la novela como tal sí que está muy viva en el recuerdo del protagonista y narrador de “Corazón tan blanco”. La prosa de Marías envuelve al lector desde el primer capítulo de esta novela de descubrimiento y reflexión personales, con esa primera escena que nos muestra; esa escena en el baño en la que una joven se dispara en el pecho y muere. Esa escena que en principio puede quedar descolgada a continuación, a medida que se va avanzando en la lectura de “Corazón tan blanco”, poco a poco va recobrando presencia en el libro, presencia e importancia vital en el devenir de la historia y de la personalidad de los personajes. Esta joven que se dispara en un pecho es la pieza de dominó que puede hacer que todo se venga abajo en la vida de los personales de esta novela, es el nudo que permite que todas las vidas de los protagonistas de esta novela mantengan un mismo estado. Esta joven, y su muerte son el secreto alrededor del cual gira toda la novela y que lleva a su protagonista a reflexionar sobre quiénes somos y sobre los actos que hacemos y las palabras que decimos, pero también de aquello que no hacemos o lo que callamos, o incluso sobre lo que aun habiendo hecho y decimos callar y no contar a nadie para que parezca no dicho y no hecho, para que parezca que nunca sucedió. No siempre callando algo hacemos que desaparezca de nosotros, siempre perdura, siempre está hecho lo que hicimos algún día y siempre queda dicho lo que un día fuimos incapaces de callar; pero podemos decidir ocultarlo, por nuestro bien, o por el bien de terceras personas, y entonces lo dicho y lo hecho pasa a ser secreto.

A parte de sobre los secretos y su conveniencia de ser contados, desvelados alguna vez sobre todo a quienes nos quieren y se supone con los que no debería tener nada oculto; “Corazón tan blanco” es una novela que también pretende indagar en el concepto de compartir la vida, sobre la obligación que puede imponer la sociedad sobre las personas de tener que querer a alguien. Sobre todo esto el protagonista de la novela se empieza a preguntar el mismo día de su boda cuando su padre y él mantienen una conversación bastante enigmática, donde se cuenta más con lo que no se dice que con las palabras expresadas y dichas, con lo que se calla que con lo que se dice y por tanto pasa a ser pasado y al olvido incluso. Sin embargo nada en esta novela es olvido, todo se recuerda y todo queda conectado gracias a un magnífico ejercicio narrativo por parte de Javier Marías que poco a poco va relacionando todo lo que se va narrando aunque a primera vista parezca que no tiene conexión entre sí. Todo lo que se narra, se dice o se cuenta en “Corazón tan blanco” tiene su eco en la novela y nada es caprichoso, todo tiene su razón de ser; en esta novela, a diferencia de en la primera parte de “Tu rostro mañana” no hay ninguna reflexión o divagación que sobre, todas son parte de la fábula que crea Javier Marías.

Esta novela, la primera completa que me leo de Javier Marías aunque tenga otra en proceso de lectura, me demuestra la extraordinaria habilidad que tiene este escritos, académico de la lengua para crear historias, indagar en la personalidad del ser humano, en definitiva para narrar. Por sus artículos en El País, ya tenía bastante buena imagen de él como escritor al menos de artículos de opinión, pero tras haberme leído, casi devorado con ansia, “Corazón tan blanco” me reafirmo en pensar que Marías es uno de los grandes narradores en lengua española y uno de los más importante escritores que tenemos a día de hoy en este país, reconocido no ya solo en España sino también fuera de nuestras fronteras, lo que hace de él uno de los más firmes candidatos españoles, si no el único, a ser el próximo Premio Nobel que tenga este país. Para mí su prosa es delicadísima, y aunque es cierto que sus divagaciones y sus reflexiones son pesadas objetivamente hablando, he de decir que a mí me encantan, las vueltas que da sobre los temas, los diferentes puntos de vista que muestra, los giros que da a veces a las reflexiones, todo hace que sus letras me envuelvan y a duras penas pueda salir de ellas. He de decir también que no es fácil leer a Javier Marías, sus libros, al menos este no son como sus artículo de prensa, en el “Corazón tan blanco” hay que estar muy atento a la narración para no perderte y poder así sacarle todo el jugo posible a lo que cuenta. Como creo que ha quedado claro, esta novela me ha encantado, no la puedo recomendar porque a Marías quien quiera leerlo le tiene que salir del alma hacerlo sino no lo va a conseguir, porque al principio puede impresionar un poco; aunque también he de decir que merece la pena.


Caronte.

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