Tras haberme leído
hace unos meses “Chesil Beach”
de Ian McEwan, novela de la que ya hablé en su día, y haber quedado un tanto
frío después de su lectura, que aunque interesante se me quedó muy corta, me he
atrevido con “Solar”, y esta
vez sí que he terminado completamente contento con ella. Quizá a primera vista
el argumento de la novela no llegue a atraer demasiado la atención del lector,
como me pasaba a mí, pero tras verla recomendada en muchos sitios y por las
buenas críticas internacionales que tenía me animé a leerla y a ver qué me
deparaba su lectura. Para profundizar algo más en los matices de la novela,
decidí leerla en inglés, para seguir practicando el idioma e intentar captar en
el idioma original todos los matices en su verdadero sentido.
“Solar” tiene como protagonista
principal y absoluto a un premio Nobel de Física, un gran científico de éxito
en su campo profesional pero que su vida personal no es que haya sido, ni sea
ejemplar. Vamos que hace aguas por todos lados. Este físico se llama Michael
Beard, y además de un brillante físico, es un mujeriego empedernido que ha
tenido cinco matrimonios, aparte de otras numerosas aventuras con otras
mujeres, bebedor y comedor impulsivo, un tanto cobarde y por qué no decirlo
bastante irónico y algo cínico. Quizá lo único admirable de Michael Beard sea
su vida académica, porque por todo lo demás se podría decir que puede llegar a
ser despreciable, aunque haya momentos en la novela en la que se sienta lástima
por este eminente Nobel de Física.
En la novela se
entrelazan de manera brillante el amor y las dudas sobre las relaciones
personales que tiene Beard, con una crítica satírica y muy irónica sobre el
cambio climático, visto siempre desde una posición muy hipócrita y cínica por
parte de todos los personajes que aparecen en la novela. Personajes todos
ellos, muy secundarios ya que apenas sólo uno o dos aparecen recurrentemente
durante toda la novela. “Solar”
se divide en tres partes, que sitúan la historia en los años 2000, 2005, y
2009. Como he dicho amor y cambio climático se entremezclan en esta excepcional
novela, no excesivamente extensa ya que en la edición inglesa no llega a las
trescientas páginas, y que se lee con mucho interés. La novela primeramente nos
presenta la desastrosa vida amorosa de Michael Beard, que está casado con su
quinta mujer, a la única que realmente ha querido nunca y por la que siente
verdadera pasión y teme perderla, a pesar de sacarla bastantes años. Pero como
sus anteriores matrimonios acaba mal, pero esta vez a diferencia de los
anteriores es él el cornudo cosa que nunca ha experimentado y que le cae como
un jarro de agua fría. La primera parte de “Solar”
se centra en esta separación y en las reacciones de Beard ante ello, viendo
como la que todavía es su mujer se larga con el albañil que les ha hecho la
reforma de la casa en donde viven. Además de la parte amorosa y de la vida
personal de Beard, en la primera parte de la novela se empieza a introducir el
tema del cambio climático. Michael Beard es el jefe de un centro de
investigación encargado de buscar nuevas formas de energía que sustituyan a las
que están destruyendo el planeta.
Es quizá la parte
relacionada con el cambio climático la que hace más interesante al libro, y
donde se recrean las discusiones más serias sobre este tema de manera tan
hipócrita, satírica y sarcástica que terminan por hacer reír al lector. He de
decir que en varias ocasiones “Solar”
me ha provocado verdaderas carcajadas en referencia a este tema. Poco a poco la
trama se va desarrollando gracias a momentos épicos y a los pocos escrúpulos de
nuestro protagonista el Premio Nobel, que sin pensárselo dos veces usa en
beneficio propio el trabajo de uno de sus subalternos becarios en el Centro de
Investigación sobre un proyecto que imitaría la fotosíntesis de las plantas
para crear energía. Dicho subalterno termina acostándose con su quinta mujer,
mientras que están en proceso de separación, y pillado in fraganti en su propia casa y con su propia casa y tras una
estrambótica conversación entre Beard y su becario, éste último termina muerto
en circunstancias más que estrambóticas.
Tras este episodio
todo cobra velocidad, y la acción de “Solar”
se desarrolla más rápidamente. Beard se ha convertido en el jefe de otro
proyecto sobre energía renovable en el Estado de Nuevo México en EE.UU. y está
aplicando los conocimientos y proyectos de su malogrado becario. En este punto
de la novela es cuando se muestra el verdadero carácter de nuestro
protagonista, su cinismo e hipocresía, su falta de valor y escrúpulos, y en
definitiva su personalidad poco ejemplar. Nadie diría que se tratara de un
Premio Nobel el protagonista de esta serie de aventuras e incidentes más que
graciosos, o incluso en algunos casos grotescos. Es especialmente interesante
el discurso que da Beard en el Hotel Savoy de Londres delante de posibles
inversores para su planta solar de Nuevo México donde desarrolla esa nueva
forma de energía limpia y potente que usa el sol como materia prima. Y digo que
es interesante por lo hipócrita que es. No intenta vender su nueva forma de
energía como una solución para proveer de energía limpia a todo el planeta y
así poder salvarlo del calentamiento global, sino como una forma más de hacer
negocio y ganar ingentes cantidades de dinero, para que los que ahora hacen ya
fortunas con el carbón, el petróleo y el gas, las puedan seguir haciendo con el
sol a costa del calentamiento del planeta. Es sin duda uno de los momentos
álgidos de “Solar”, y la
verdad es que pocas cosas superan el cinismo de Michael Beard durante el resto
de la novela.
Pero aparte de
todo lo cínico, hipócrita y cobarde que es Michael Beard, y que su
personalidad, fuera del campo científico, donde puede ser un brillante físico,
sí es cierto que su vida merece algo de pena, y al final se termina cogiendo
cariño al protagonista de “Solar”.
Viendo todas las situaciones que vive y de las que más o menos siempre sale
indemne, el lector termina por congraciarse con él, porque en el fondo, muchas
de las cosas que hace, piensa o dice, las hacemos, pensamos o decimos en algún momento
u otro de nuestras vidas todos nosotros, aunque en algunos casos no siempre
queramos reconocerlo. Es muy gracioso como poco a poco, Beard se va dando
cuenta a lo largo de la novela que ya no es lo que un día fue en el plano
personal, hasta tal punto que termina siendo padre y, aunque esta faceta no
está del todo pulida en la novela, parece que buen padre, aunque siempre dijo
que no lo iba a ser (he de decir que es padre con otra mujer diferente a su
quinta exmujer). Michael Beard, es todo un personaje particular y especial,
calvo y regordete, que intenta ponerse en forma para poder parecer más
atractivo a las mujeres pero que nunca lo consigue porque siente una especial adicción
a la comida insana, lo que le lleva a engordar y engordar durante toda la
historia.
El final de “Solar” asimismo es fantástico
porque es abierto. Deja mucho por cerrar, pero creo que es mejor así. Es mejor
que cada lector se elabore un final diferente para Michael Beard y su vida. La
última parte de la novela es la que más desarrollo tiene, y en la que más cosas
se van poco a poco amontonando sobre la vida de este desdichado Premio Nobel,
desde las dudas de su socio principal al frente de la investigación de la
fotosíntesis y los paneles solares sobre el proyecto, hasta la reaparición del
primer amante de su quinta mujer que causó su divorcio, un viaje sorpresa de su
actual pareja y su hija de tres años, y una mala noticio, casi una broma del
destino, relacionada con la salud de nuestro protagonista. Todo termina como
tiene que terminar, abierto. Y aquí es donde cada uno puede imaginar un final
diferente para Michael Beard y sus historias personales.
Para todo aquel
que quiera de verdad pasar un rato agradable leyendo, un rato divertido en el
que la historia de Michael Beard pondrá en más de una ocasión una sonrisa en
nuestras caras, “Solar” es su
libro. No sólo por el propio protagonista y sus venturas y desventuras, amores
y deseos, y su miserable vida personal, sino porque el tema de fondo que toca
la novela, como es el cambio climático, sufre en este libro un juicio bastante
satírico que hace que nos riamos, quizá no sin amargura, del mismo y lo veamos
con otros ojos y desde otra perspectiva, haciéndonos algunas preguntar a
nosotros mismo que sería interesante contestarse. Humor, amor, relaciones
personales, cinismo, hipocresía, cobardía y sobre todo mucha sátira se encierran
en este libro. En esta ocasión Ian McEwan sí ha logrado agradarme de verdad y
animarme a seguir leyéndole. Como he dicho “Solar”
es un libro altamente recomendable que doy por sentado alegrará las tardes,
noches o mañanas de lecturas de todo aquel que se atreva con él.
Caronte.
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