Siempre antes de
que llegue el invierno miro cuáles van a ser los estrenos de cine para los
meses de los premios cinematográficos (diciembre y enero), para ver si hay
alguna película que me pueda valer la pena ir a ver al cine, solo o acompañado.
Y este año ha querido la suerte que en estos dos meses que he dicho va a haber
bastantes películas que intentaré ir al cine a ver, aunque sé que a todas las
que tengo apuntadas no podré ir, tendré que priorizar aquellas que pueda ir
acompañado a ver para no parecer el rarito que va solo al cine. Lo cierto es
que este año hay más títulos que quiero ver que los dos últimos, parece a
primera vista que puede haber mejor material. Una de las películas que no tenía
ni idea que se iban a estrenar era “St.
Vincent”, protagonizada por Bill Murray, quien para mí es uno de los
mejores cómicos puros de Hollywood.
No voy a negar que
para empezar la película tenía todas consigo para que me gustara. Bill Murray
es de los pocos actores que me hacen ir al cine, bueno más que me hacen, me
obligan a coger el coche y acercarme al cine más cercano. He visto sus cuatro
últimas películas, incluida ésta, pero esta es la primera en la que hace de
protagonista casi omnipresente. Todavía recuerdo la primera vez que vi a este
actorazo en una película, “Space Jump”,
y desde entonces he intentado ver todas las películas suyas que echaban en la
tele. No sé por qué, porque hay quien no soporta a este actor. Supongo que los
actores buenos de verdad son aquellos que generan verdadera admiración o total
desagrado. Ver el tráiler de “St.
Vincent” me animó a ir a verla, sabiendo que fijándome solo en el
tráiler podría llevarme un chasco. Sin embargo no fue así.
“St. Vincent” es ante todo una
película de entusiasmo vital, que ensalza las virtudes que puede llegar a tener
el ser humano si no se deja llevar por el mal camino y no pierde la esperanza
por la vida. Sin embargo para mostrar este lado brillante de la vida y del ser
humano se parte de unos dramas familiares y personas que marcan a cada uno de
los personajes que salen en la película. Una de las cosas buenas de esta
película es que no hay excesivos personajes. De hecho, principales hay do:
Vincent interpretado por Bill Murray, y Oliver interpretado por un chavalín
llamado Jaeden Lieberher. Luego hay otros tres o cuatro personajes que tienen
algo de peso en la película pero que sirven básicamente de acompañamiento a los
principales.
La trama de la
película se basa en la entrada en la vida de Vincent de sus nuevos vecinos,
Oliver y su madre, y cómo este hecho cambia la vida de unos y de otros. Vincent
es una persona ya algo mayor, veterano de la guerra de Vietnam que vive en una
casa completamente destartalada, llena de suciedad y basura, con papeles
tirados por todo el suelo. Vive solo en la casa, aunque se intuye que algo le
tuvo que pasar a su mujer porque sí hay alguna foto de casado, salvo por su
gato Félix. La vida de Vincent es una vida amargada, que se mueve entre el
alcohol, las apuestas en el hipódromo, las deudas y la relación que tiene con
una prostituta rusa (papel interpretado por una magnífica Naomi Watts). En
definitiva es una vida triste, de alcohólico sin esperanza aunque hay un
pequeño secreto que hace ver todo ese ambiente marginal en el que se mueve
Vincent con otros ojos, como una vía de escape de una vida arruinada. Sin
embargo todo esto empieza a cambiar cuando llegan sus nuevos vecinos: una madre
que se está separando con su hijo Oliver. Ambos darán un vuelco en la vida de
Vincent, y asimismo en la suya propia.
Oliver es un
chaval judío que estudia en un colegio nuevo cristiano y que por ser el nuevo
recibe insultos y abusos por parte de sus compañeros de clase más veteranos. Un
día le roban todo lo que lleva, cartera, llaves de su casa, móvil y ropa (salvo
el chándal de hacer deporte) y cuando llega la hora de volver a casa tiene que
pedir ayuda a su vecino Vincent. A partir de ese día Vincent se convertirá en
el cuidador de Oliver por las tardes durante todo el tiempo que su madre esté
trabajando. En este punto es cuando “St.
Vincent” se vuelve más interesante y cómica. La relación entre Oliver y
Vincent pasa por ser la que un tío tendría con su sobrino, o casi. Los momentos
hilarantes se enlazan unos con otros, los momentos que pasan juntos ambos son
de lo mejor de la película. Poco a poco Vincent, o mejor dicho su lado más oscuro,
dejado y desesperanzador dan paso a una personalidad más irónica, con más vida
e ilusión. No es que Vincent se convierta en alguien ejemplar estando Oliver en
su vida, todo lo contrario sigue con las mismas malas costumbres, pero tienen
un cariz diferente, más vitalista. La relación se hace tan estrecha que Vincent
comparte con Oliver su secreto y le hace cómplice de sus “ilegalidades”.
Pero no todo puede
ser coser y cantar. También en “St.
Vincent” hay un punto en el que todo parece irse a la porra. En un
momento dado todo parece reventar de la presión, y Vincent vuelve a las andadas
debido a un ictus que le deja muy tocado. Sin embargo con todas las personas
que tienen su alrededor, sin él saberlo saldrá adelante poco a poco. Estos altibajos
en la historia, los cambios inesperados en el comportamiento de sus personajes
hace a la película muy amena y entretenida y emotiva. Quizá el mejor
calificativo para esta cinta sea una tragicomedia emotiva, ya que hay mucha
comedia, pero es una comedia que envuelve los problemas de la gente normal,
problemas que tenemos que llevar a cuestas durante nuestra vida y que si no
sabemos llevar con algo de humor, y sobre todo con ayuda, terminan acabando con
nosotros. El final de la película culmina con toda la burbuja de emoción que se
va generando en la misma. Quizá, por ser algo crítico, sea más emotivo que lo
justo y necesario, intentando ser efectista en los sentimientos que se pretenden
transmitir al espectador, pero si este era el objetivo al menos conmigo lo
lograron.
En el capítulo
personajes quiero destacar por encima de todos a Bill Murray que vuelve a
deleitar al público con uno de esos papeles que llevaba mucho tiempo si
interpretar pero que fueron los que le dieron la fama de gran caballero de la
comedia pura y dura. En “St. Vincent”
está soberbio, de principio a fin, creando un personaje totalmente creíble en
el que se pueden ver todos los defectos de la sociedad moderna, pero que también
puede mostrar todas las virtudes. Bill Murray es un genio y en esta película lo
vuelve a demostrar. Muy merecida tiene la nominación al Globo de Oro al Mejor
Actor de Comedia (y más merecido aún tendría ganar el premio); no sé si será
nominado al Oscar porque este año parece que va a estar muy peleado. Sin embargo
la película no es toda él. El chaval que interpreta a Oliver también hace un
papel estupendo, a pesar de su corta edad.
Quiero destacar el
papel de prostituta embarazada que interpreta Naomi Watts. La verdad es que me
costó reconocerla en ese papel. Está muy bien caracterizada como mujer que
cobra por dar placer pero que al estar embarazada no trabaja como debería. Y destaco
esta interpretación porque creo que de los puntos más divertidos de “St. Vincent” muchos los tiene
este personaje, que además tiene una relación con Vincent, aunque sea
esporádica. Esta prostituta parece dura, y curtida por la vida y su trabajo,
pero también tiene su corazón y cuando Vincent sufre el ictus le cuida, aunque quizá
por interés quien sabe. El personaje de la madre de Oliver aunque creo que se
podría haber sacado más jugo también es importante para terminar de dar
coherencia a la película y para añadir un drama más al argumento para crear esa
atmósfera emotiva que termina por ensalzar a Vincent como un buen samaritano,
aunque en apariencia parezca lo contrario.
Pocas quejas o
críticas negativas puedo dar de “St.
Vincent” porque es una película que me ha gustado bastante. Si tengo
que ser sincero los primeros minutos de la cinta, son un poco aburridos y no
dicen gran cosa, y por esto tuve miedo de que la película me decepcionara. Sin embargo
superados esos primero minutos de toma de contacto con la historia, toda cambia
y tengo que reconocer que superó mis expectativas. “St. Vincent” es una película que a pesar de una atmósfera de
degradación y problemas personales, detrás hay historias de grandes corazones y
de ayuda desinteresada (o casi). La película pretende ser un canto a la
esperanza en el ser humano, y gracias unas magníficas interpretaciones y un
guión también bastante decente (aunque a algunos personajes se les podía haber
sacado algo más de sustancia y haber dado un punto algo más hilarante) la
película consigue transmitir buenas sensaciones, emoción (al final a mí se me
saltó alguna lágrima) y vitalidad. Recomendaría a todo aquel que quiera pasar
un rato divertido y a la vez lleno de emoción sincera y que quiera salir con
las pilas cargadas que vaya a ver esta película (y ya si os gusta Bill Murray
seguro que no os defrauda).
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario