De Graham Greene
sólo he leído dos novelas, contando con esta de la que hoy estoy escribiendo, y
sin embargo sé que este escritor inglés ya es uno de mis preferidos y que
seguiré leyendo su obra hasta que me termine la última página que haya escrito.
No suelo sacar conclusiones sobre un autor con tan poco material leído, pero
las dos novelas suyas que ya he acabado me han resultado más que estimulantes,
y las he devorado como devoraría una buena tarta Sacher. Tanto “Nuestro hombre en la Habana”, de
la que ya hablé en su día, como esta que acabo de terminar, “El americano tranquilo” o “El americano impasible” (pongo
estas dos traducciones del título porque no hay mucho consenso a la hora de
titular esta novela en castellano, en inglés está claro: “The Quiet American”), son dos novelas que aparte de narrar
una historia más que entretenida, consiguen ahondar en asuntos que hacen al
lector reflexionar después de leer unas cuantas páginas.
En esta novela
Greene nos transporta a Indochina durante la guerra de la independencia contra
Francia a principios de los años 50 del siglo pasado. Aunque sea ficción lo que
se narra en las páginas de “El
americano impasible”, hay mucha parte también de la propia experiencia
de Greene como corresponsal de aquella guerra para varios periódicos accidentales.
Si uno se para a pensar en la vida de Graham Greene se dará cuenta que en
comparación con la de cualquiera de nosotros la suya fue una vida llena de
aventuras y experiencias de todo tipo a lo largo y ancho del mundo, en
definitiva una vida llena de vida. Con estas vivencias es lógico que consiga en
sus novelas un realismo descarnado que pocos autores consiguen. Es complicado
no ver en Thomas Fowler, el protagonista principal de la novela que a su vez
hace también de narrador, la imagen de Greene. Muchos son los paralelismos que
les unen, ambos son ingleses y corresponsales en la guerra de Indochina; sin
embargo no hay que olvidar que la historia es ficción.
Como he dicho el
narrador de la historia de “El
americano impasible” es Thomas Fowler, un veterano corresponsal de
guerra, lleno de cinismo y con un carácter yo diría que algo oscuro, pero lleno
de matices y riquezas. El otro personajes principal de la historia es Alden
Pyle, o simplemente Pyle como se le conoce durante prácticamente toda la novela
(su nombre de pila apenas sale un par de veces), un joven norteamericano
idealista con pasaporte diplomático que intenta promover en los ciudadanos de
Indochina las ideas de libertad y democracia. Pyle es “el americano impasible”
que reza el título de esta novela, y a lo largo de la misma el lector
descubrirá por qué le llaman así en la historia. El nexo de unión entre Fowler
y Pyle, aparte de ser ambos occidentales en un país donde eso es ya simplemente
un hecho diferenciador, una carta de presentación, es una joven nativa de
nombre Phuong, cuyo carácter y personalidad no quedan nunca claros en la
novela. Phuong es la amante de Fowler, casi por conveniencia por su parte para
obtener protección de un occidental, y dinero, pero cuando Pyle entra en escena
éste se enamora de ella e intenta por todos los medios que ella se vaya con él.
Con este
planteamiento alguien podría llegar a pensar que “El americano impasible” es una novela que versa
principalmente de amor. Pero no es del todo así. Es cierto que hay una carga
argumental muy importante que tiene que ver con el trío amoroso que he citado
antes, pero no es el hilo argumental
principal. La verdad es que me gustaría encuadrar esta novela en algún género
para poder ser más claro hablando sobre ella, pero no creo que haya ninguno en
el que encaje al cien por cien. En esta novela, que generalmente se encuadra
dentro del género de guerra, se mezclan hechos históricos, intriga, espionaje,
guerra y una dosis muy elevada de amor con sus consiguientes sentimientos. Todo
esto han hecho que este libro me haya mantenido pegado a sus páginas sin desear
despegarme, sin querer llegar nunca a la universidad o a mi casa en el metro
para seguir leyendo un poco más.
Sin embargo quizá
lo más interesante de la novela no es simplemente su argumento, que por cierto
está muy bien llevado y hasta el final de la novela no se terminan de aclarar
las cosas, sino todo lo que va rodeando al tema principal. Muy interesantes me
han resultado las escenas que Greene narra y describe sobre la guerra in situ, y el ambiente tan diferente que
había en aquel lejano país de Asia de nombre mítico e histórico entre la parte
que estaba en guerra y las zonas donde el sonido de las explosiones todavía
quedaba demasiado lejos como para poder oírlo de primera mano. La vida
cotidiana, los bares oscuros, los prostíbulos, los hoteles occidentales en
cuyos salones y bares se reúnen periodistas con militares franceses, éstos con
diplomáticos extranjeros, o con miembros de la resistencia indochina, hombres
de negocio, y se comentan, no siempre de manera oficial, asuntos intrigantes
que permiten a Greene ir metiendo de vez en cuando alguna que otra reflexión
sobre el sentido de las guerras y sus necesidades. La crueldad, la frialdad, el
sinsentido y la extraordinaria aleatoriedad en la que el destino decide quien
vive o quien muere, y que impregnan todas las guerras desde que hay registros
en el mundo también es un tema que a lo largo de las páginas de “El americano impasible” Graham
Greene trata bastante. Como he dicho, con esta novela el lector puede llegar a
hacerse una imagen muy completa y acertada de lo que es una guerra, o mejor
dijo de lo que era una guerra cuando éstas se libraban todavía sobre el
terreno.
Pero aún hay una
parte mucho más interesante y esa es la gran maestría con la que Graham Greene
logra retratar la compleja personalidad del ser humano. No hablo ya de
simplemente las diferentes posiciones que tienen Fowler y Pyle con respecto a
la guerra de Indochina; el primero manteniendo una actitud mucho más neutral
mientras casi dejándose llevar por los acontecimientos, tanto que incluso ve
con buenos ojos morir ejerciendo su profesión de corresponsal, de contar la
historia; mientras que el segundo mantiene una actitud mucho más activa, quizá egoísta
en cierto punto, en el que alienta la búsqueda de la libertad mientras que
intenta mantenerse alejado de la actividad para no terminar salpicado por ella.
Hablo también, y sobre todo de las diferentes concepciones sobre el amor que
aparecen en “El americano impasible”,
por parte de los tres personajes afectados por ese sentimiento del alma:
Fowler, Pyle y Phoung.
Es una delicia
leer las profundas conversaciones que mantienen Pyle y Fowler, ya sea en la
casa de este último o en un restaurante, o incluso en lo alto de una torre de
vigilancia en el frente de guerra que termina siendo atacada. Greene plantea
con estos dos personajes dos visiones completamente opuestas del amor, y en
definitiva de la vida; si Pyle es soñador y entiende el amor como pasional y
como medio de protección para Phuong, Fowler lo asume como algo más egoísta (y
supongo que en este aspecto Fowler muestra su lado más cínico) para consigo
mismo entendiendo su amor por Phuong como algo que le permita acabar sus días
con alguien en vez de estar solo. Durante las intensas conversaciones que
mantienen y durante las cuales también terminan por hacerse amigos, si es que
puede existir la amistad entre dos personas que buscan quedarse con la misma
chica, se ven claramente las miserias de ambos y sus contradicciones, incluso
las mentiras que se sueltan entre sí para poder encajar sus ideas. Quizá sean
estas conversaciones en las que salen todo tipo de temas lo que más me ha
gustado de “El americano impasible”,
porque la verdad es que tras leerlas se me quedaba en el cuerpo y en la mente
una sensación extraña que me hacía reflexionar sobre ellas.
Poco más se puede
decir de una novela no muy extensa pero que tiene una intensidad narrativa y
argumental muy fuerte. Se lee bastante bien, al menos en inglés, y por tanto si
no han hecho una chapuza de traducción en español también se entenderán a la perfección
todos los matices. Lo bueno de “El americano
impasible” es que tiene de todo con la suficiente intensidad como para
conformar una historia completa muy bien hilada y con un trasfondo histórico
real en el que se desarrollan una serie de relaciones personales que terminan
marcando a todos los protagonistas y haciéndoles, en parte, cambiar, aunque
esto nunca es definitivo. Amor, cinismo, conveniencia, traiciones, envidias,
odios, espionajes, guerra y muerte; poco más se puede pedir a una novela y esta
lo tiene todo. Agradezco enormemente a mis amigos que me permitieran descubrir
el año pasado, gracias al regalo que me hicieron por mi cumpleaños, a Graham
Greene que ha conseguido lo que pocos escritores pueden hacer en buen grado
como es hacerme leer con entusiasmo y atención infinita, y no querer dejar de
hacerlo por querer seguir sabiendo más y reflexionando y profundizando en el
análisis de los sentimientos humanos.
Caronte.
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