miércoles, 19 de agosto de 2015

Lectura crítica: "El mundo de ayer"

El libro del que hablo en esta ocasión es de un autor del que desconocía todo absolutamente hasta que no oí a Javier Solana, uno de los políticos españoles que más admiro hablar de él. De hecho Stefan Zweig no es un autor muy conocido a día de hoy ni en Europa ni en el mundo, al menos en círculos populares, aunque es probable que sí lo sea en círculos más intelectuales. La vida de este escritor austríaco y judío empieza en las últimas décadas del siglo XIX y termina al poco de estallar la Segunda Guerra Mundial; de hecho Zweig vive con tremenda pena, desilusión y desesperanza las dos Guerras Mundiales que pocas generaciones tuvieron la desgracia de vivir tan de cerca. De convicciones profundamente europeas, fue uno de los intelectuales que más luchó por conseguir una hermandad total y absoluta entre los pueblos de Europa para que las guerras que durante la historia siempre han golpeado al viejo continente terminaran de una vez bajo el paraguas de una misma convicción común. Fruto de todos estos acontecimientos que le tocó vivir, de la época de cambio en la que desarrolló toda su carrera literaria, es el libro del que voy a hablar hoy.

El mundo de ayer” es muy probablemente la obra cumbre de Stefan Zweig en la que plasma todas las inquietudes vitales que defendió en vida y que tras ver cómo su mundo se venía abajo, sus ideas eran fulminadas por la sinrazón de la humanidad enloquecida y envilecida por la guerra, llevaron a su suicidio. Ésta no es una obra de ficción, aunque mejor habría sido que lo hubiera sido de verdad para no leer sobre lo que Europa sufrió en apenas tres décadas: el declive progresivo de la cultura europea, de los valores y el alma del viejo continente, que llevaron a sendas Guerras Mundiales tremendas. Este libro es el testimonio vital de Stefan Zweig, publicado además de manera póstuma tras la muerte del escritor, de toda su vida pasada en Austria, de sus viajes por toda Europa, desde París, a Berlín, pasando por Londres, Bruselas, San Petersburgo y Salzburgo.

A pesar de que no estamos ante una novela, tampoco se puede decir que “El mundo de ayer” sea una autobiografía al uso. Stefan Zweig nos narra su vida, sí es cierto, pero sólo nos permite profundizar en ella mientras ello sirva para hacer ver al lector cuál era el ambiente de la sociedad en la que vivía en cada momento. Así cuando en los primeros capítulos habla de la Europa del cambio de siglo el lector se da cuenta de que la alegría, el entusiasmo y las ganas de vivir inundan todos los pasajes del libro; se usa un estilo directo, alegre, optimista y se presenta una sociedad libre sin ataduras de ningún tipo, que vive la vida siempre acorde a la moral de la época. A medida que Zweig avanza en la narración de su vida, este tono empieza a cambiar junto con la propia sociedad. Y el contraste el total entre el antes y el después de la Primera Guerra Mundial. Si antes Europa y la sociedad eran libres, y la libertad se vitoreaba y se disfrutaba como algo innato al ser humano; tras la guerra esa libertad parce un don, un regalo hecho a la sociedad por parte de sus mandatarios. Zweig empieza a ponerse melancólico, algo más dramático y pesimista.

Pero como digo ésta no es una autobiografía al uso. Stefan Zweig no pretende mostrarnos su vida para compadecernos de él, ni para alardear de su fama como escritor dramático, ni para restregarnos por la cara su cultura y nivel intelectual, ni tan siquiera pretende que nos compadezcamos de él por ser judío en una Europa que poco a poco empezó a ver de nuevo a los judíos como seres extraños. En “El mundo de ayer” ante todo Zweig quiere que el lector sepa qué es lo que provocó la caída de Europa, su destrucción, la destrucción de ese ideal de paz, prosperidad, cultura, hermandad y comunión de los diferentes pueblos que habitan el viejo continente. Y esto es lo que realmente consigue. Desde el primer momento con un estilo claro, conciso, que no se va por las ramas, ni da rodeos interminables para contar alguna anécdota, encuentro, o episodio histórico, el lector queda enganchado a este libro magistral que desde las propias vivencias y los ánimos de su autor narra la caída en desgracia de Europa.

Tuvo que ser duro vivir esa época de Europa siendo alguien tan preocupado por el propio destino del continente y de su construcción como patrio común de todos los europeos sea cual fuera su religión, lengua o patria. Tuvo que ser desgarrador como en apenas unas décadas todo cambió en una espiral de demencia colectiva gobernada no se sabía muy bien por qué fuerza exterior a la sociedad y al mundo. Tuvo que ser demoledor verse impotente ente todo lo que estaba pasando, no poder hacer nada por evitarlo, y eso también está plasmado en “El mundo de ayer”. Esa impotencia, esa desolación, esa espiral absurda en la que cayó Europa para terminar en una Guerra tan sangrienta como fue la Primera Guerra Mundial se ven perfectamente plasmadas en el libro.

Además “El mundo de ayer” sirve para que todos los que no fuimos testigos de aquella época, de aquellos primeros cuarenta años del siglo XX, nos demos cuenta cómo era Europa y cómo es ahora. Todo se ha perdido. La sociedad no es la misma, pero no por el normal desarrollo y avance de la misma, sino por un retroceso en prácticamente todos los ámbitos: culturales, intelectuales, éticos, morales, políticos y económicos. Las dos guerras mundiales, pero sobre todo el ascenso de un monstruo como Adolf Hitler al poder en Europa y su locura radical contra las razas “inferiores” hicieron que la esperanza que había en el seno de Europa, de sus ciudadanos más comprometidos con su avance y unión, estallara en mil pedazos sin posibilidad de poder unirse.

El mundo de ayer” también es un retrato muy fiel del mundo literario de la época. Del literario y del cultural a fin de cuentas. A lo larga de sus páginas, y sin nunca dejar de lado que él mismo es escritor y que ama las letras y la literatura, Stefan Zweig conforma una visión completa de cómo la sociedad europea, en prácticamente todos sus estamentos y en la mayoría de los países amaba la cultura, la respetaba y la consumía con muchas ganas. Música, danza, teatro, ópera, literatura. Todo estaba mezclado y se adoraba a escritores, músicos, actores, actrices, compositores. También eso ha cambiado en Europa ahora. Ya no se idolatra a los escritores, ni a los actores, a no ser que salgan todo el día en televisión. Ya ningún joven puede nombrar alguna ópera de Wagner, o Mozart; nadie podría citar el nombre de tres músicos alemanes, o austríacos; ni mucho menos podría citar a algún escritor, no ya antiguo sino contemporáneo. La decadencia moral, ética y cultural de Europa comenzó con Hitler y nunca la hemos recuperado.

El lector que se anime con “El mundo de ayer” debe estar preparado para aprender y comparar nuestra sociedad actual con la de principios del siglo XX, tomando las debidas precauciones claro está. A lo largo de las más de quinientas páginas de narración Stefan Zweig guiará a los lectores por de la historia de Europa a través de sus propias experiencias vitales. Nunca antes había leído un libro de no ficción tan marcadamente divulgativo que me hubiera enganchado tanto; pero es que como dije al principio bien podría tratarse de una novela con tintes autobiográficos de lo bien contada que está. Otra advertencia que quiero dar a quien se anime a leer este libro es que esté preparado para sentir muchos cambios de humor a lo largo de sus páginas, que se prepare para la indignación de leer cómo Europa perdió sus posible identidad por la locura de las guerras y su sinrazón. Esa misma locura y sinrazón que terminaron por llevar a Zweig al exilio, a sentirse extranjero en cualquier parte y a quitarse la vida antes de que acabara la Segunda Guerra Mundial y de que este libro saliera a la luz. Sin lugar a dudas este libro es una lectura imprescindible para todo aquel que quiera saber qué fue Europa, qué pudo haber sido y en qué se terminó convirtiendo.

Caronte.

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