El libro del que
hablo en esta ocasión es de un autor del que desconocía todo absolutamente
hasta que no oí a Javier Solana, uno de los políticos españoles que más admiro
hablar de él. De hecho Stefan Zweig no es un autor muy conocido a día de hoy ni
en Europa ni en el mundo, al menos en círculos populares, aunque es probable
que sí lo sea en círculos más intelectuales. La vida de este escritor austríaco
y judío empieza en las últimas décadas del siglo XIX y termina al poco de
estallar la Segunda Guerra Mundial; de hecho Zweig vive con tremenda pena,
desilusión y desesperanza las dos Guerras Mundiales que pocas generaciones
tuvieron la desgracia de vivir tan de cerca. De convicciones profundamente
europeas, fue uno de los intelectuales que más luchó por conseguir una
hermandad total y absoluta entre los pueblos de Europa para que las guerras que
durante la historia siempre han golpeado al viejo continente terminaran de una
vez bajo el paraguas de una misma convicción común. Fruto de todos estos
acontecimientos que le tocó vivir, de la época de cambio en la que desarrolló
toda su carrera literaria, es el libro del que voy a hablar hoy.
“El mundo de ayer” es muy
probablemente la obra cumbre de Stefan Zweig en la que plasma todas las
inquietudes vitales que defendió en vida y que tras ver cómo su mundo se venía
abajo, sus ideas eran fulminadas por la sinrazón de la humanidad enloquecida y
envilecida por la guerra, llevaron a su suicidio. Ésta no es una obra de ficción,
aunque mejor habría sido que lo hubiera sido de verdad para no leer sobre lo
que Europa sufrió en apenas tres décadas: el declive progresivo de la cultura
europea, de los valores y el alma del viejo continente, que llevaron a sendas
Guerras Mundiales tremendas. Este libro es el testimonio vital de Stefan Zweig,
publicado además de manera póstuma tras la muerte del escritor, de toda su vida
pasada en Austria, de sus viajes por toda Europa, desde París, a Berlín,
pasando por Londres, Bruselas, San Petersburgo y Salzburgo.
A pesar de que no
estamos ante una novela, tampoco se puede decir que “El mundo de ayer” sea una autobiografía al uso. Stefan Zweig
nos narra su vida, sí es cierto, pero sólo nos permite profundizar en ella
mientras ello sirva para hacer ver al lector cuál era el ambiente de la
sociedad en la que vivía en cada momento. Así cuando en los primeros capítulos
habla de la Europa del cambio de siglo el lector se da cuenta de que la
alegría, el entusiasmo y las ganas de vivir inundan todos los pasajes del
libro; se usa un estilo directo, alegre, optimista y se presenta una sociedad
libre sin ataduras de ningún tipo, que vive la vida siempre acorde a la moral
de la época. A medida que Zweig avanza en la narración de su vida, este tono
empieza a cambiar junto con la propia sociedad. Y el contraste el total entre
el antes y el después de la Primera Guerra Mundial. Si antes Europa y la
sociedad eran libres, y la libertad se vitoreaba y se disfrutaba como algo
innato al ser humano; tras la guerra esa libertad parce un don, un regalo hecho
a la sociedad por parte de sus mandatarios. Zweig empieza a ponerse
melancólico, algo más dramático y pesimista.
Pero como digo
ésta no es una autobiografía al uso. Stefan Zweig no pretende mostrarnos su
vida para compadecernos de él, ni para alardear de su fama como escritor
dramático, ni para restregarnos por la cara su cultura y nivel intelectual, ni
tan siquiera pretende que nos compadezcamos de él por ser judío en una Europa
que poco a poco empezó a ver de nuevo a los judíos como seres extraños. En “El mundo de ayer” ante todo Zweig
quiere que el lector sepa qué es lo que provocó la caída de Europa, su
destrucción, la destrucción de ese ideal de paz, prosperidad, cultura,
hermandad y comunión de los diferentes pueblos que habitan el viejo continente.
Y esto es lo que realmente consigue. Desde el primer momento con un estilo
claro, conciso, que no se va por las ramas, ni da rodeos interminables para
contar alguna anécdota, encuentro, o episodio histórico, el lector queda
enganchado a este libro magistral que desde las propias vivencias y los ánimos
de su autor narra la caída en desgracia de Europa.
Tuvo que ser duro
vivir esa época de Europa siendo alguien tan preocupado por el propio destino
del continente y de su construcción como patrio común de todos los europeos sea
cual fuera su religión, lengua o patria. Tuvo que ser desgarrador como en
apenas unas décadas todo cambió en una espiral de demencia colectiva gobernada
no se sabía muy bien por qué fuerza exterior a la sociedad y al mundo. Tuvo que
ser demoledor verse impotente ente todo lo que estaba pasando, no poder hacer
nada por evitarlo, y eso también está plasmado en “El mundo de ayer”. Esa impotencia, esa desolación, esa
espiral absurda en la que cayó Europa para terminar en una Guerra tan
sangrienta como fue la Primera Guerra Mundial se ven perfectamente plasmadas en
el libro.
Además “El mundo de ayer” sirve para que
todos los que no fuimos testigos de aquella época, de aquellos primeros
cuarenta años del siglo XX, nos demos cuenta cómo era Europa y cómo es ahora.
Todo se ha perdido. La sociedad no es la misma, pero no por el normal
desarrollo y avance de la misma, sino por un retroceso en prácticamente todos
los ámbitos: culturales, intelectuales, éticos, morales, políticos y
económicos. Las dos guerras mundiales, pero sobre todo el ascenso de un monstruo
como Adolf Hitler al poder en Europa y su locura radical contra las razas “inferiores”
hicieron que la esperanza que había en el seno de Europa, de sus ciudadanos más
comprometidos con su avance y unión, estallara en mil pedazos sin posibilidad
de poder unirse.
“El mundo de ayer” también es un
retrato muy fiel del mundo literario de la época. Del literario y del cultural
a fin de cuentas. A lo larga de sus páginas, y sin nunca dejar de lado que él
mismo es escritor y que ama las letras y la literatura, Stefan Zweig conforma
una visión completa de cómo la sociedad europea, en prácticamente todos sus
estamentos y en la mayoría de los países amaba la cultura, la respetaba y la
consumía con muchas ganas. Música, danza, teatro, ópera, literatura. Todo
estaba mezclado y se adoraba a escritores, músicos, actores, actrices,
compositores. También eso ha cambiado en Europa ahora. Ya no se idolatra a los
escritores, ni a los actores, a no ser que salgan todo el día en televisión. Ya
ningún joven puede nombrar alguna ópera de Wagner, o Mozart; nadie podría citar
el nombre de tres músicos alemanes, o austríacos; ni mucho menos podría citar a
algún escritor, no ya antiguo sino contemporáneo. La decadencia moral, ética y
cultural de Europa comenzó con Hitler y nunca la hemos recuperado.
El lector que se
anime con “El mundo de ayer”
debe estar preparado para aprender y comparar nuestra sociedad actual con la de
principios del siglo XX, tomando las debidas precauciones claro está. A lo
largo de las más de quinientas páginas de narración Stefan Zweig guiará a los
lectores por de la historia de Europa a través de sus propias experiencias
vitales. Nunca antes había leído un libro de no ficción tan marcadamente
divulgativo que me hubiera enganchado tanto; pero es que como dije al principio
bien podría tratarse de una novela con tintes autobiográficos de lo bien
contada que está. Otra advertencia que quiero dar a quien se anime a leer este
libro es que esté preparado para sentir muchos cambios de humor a lo largo de
sus páginas, que se prepare para la indignación de leer cómo Europa perdió sus
posible identidad por la locura de las guerras y su sinrazón. Esa misma locura
y sinrazón que terminaron por llevar a Zweig al exilio, a sentirse extranjero
en cualquier parte y a quitarse la vida antes de que acabara la Segunda Guerra
Mundial y de que este libro saliera a la luz. Sin lugar a dudas este libro es
una lectura imprescindible para todo aquel que quiera saber qué fue Europa, qué
pudo haber sido y en qué se terminó convirtiendo.
Caronte.
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