viernes, 7 de agosto de 2015

Lectura crítica: "Mañana en la batalla piensa en mí"

Llevaba más de una semana sin leer absolutamente nada, consecuencia natural de las vacaciones que no se pasan en la playa sino visitando alguna ciudad o región y durante las cuáles no hay tiempo para nada que no sea ir de un pueblecito a otro, o pasar todo un día en una gran ciudad disfrutando de sus calles, monumentos o incluso de su playa aristocrática. Y esto pasa factura. Tenía mono de lectura. Ansiaba volver a tener un libro en mis manos y disfrutar con la lectura. Deseaba volver a sumergirme en una historia que me sacara del tedio cotidiano y diario que supone estar en mi habitación, en mi casa, sin hacer nada que me apetezca realmente con nadie. De ahí que haya vuelto de mis vacaciones con mis padres por el País Vasco y lo primero que hiciera fuera ponerme a leer a Javier Marías. Aunque más que leer lo he devorado ferozmente, como cuando después de llevar horas sin comer, o comiendo nada más que basura que lo único que hace es engañar al estómago, a uno le ponen delante un buen solomillo de ternera, o un cochinillo, o un cordero o una buena merluza o un buen bacalao.


Mañana en la batalla piensa en mí” ha sido el libro de Javier Marías víctima de mi hambre voraz de literatura y letras. No me ha durado ni una semana. Cuatro han sido los días que he empleado para leérmelo, aunque no es de extrañar ya que no puedo engañar a nadie negando que Marías no sea uno de mis escritores preferidos. Y en esta novela, publicada en su día en 1994, es decir hace ya unos cuantos añitos ha vuelto a cumplir con todas las expectativas que en ella tenía puestas en el momento en el que la compré en la pasada Feria del Libro de Madrid y en la que además me la firmó el propio autor. Como las otras novelas de Marías que ya he devorado, porque no las leo sino devoro, ésta me ha vuelto a envolver de tal manera que lo pasaba mal cuando debía dejar de leer para atender otras necesidades o para hacer otras cosas, ya fuera comer, salir a correr, incluso dormir por la noche.

Quien alguna vez se haya sumergido en el universo literario de Javier Marías sabrá que sus novelas, por cortar que sean no son nada fáciles de leer, no porque en ellas el autor emplee un lenguaje extraño ni rebuscado, que a veces sí, sino por las largas frases que emplea, los párrafos interminables en los que se expresan ideas y reflexiones rebuscadas, nunca siguiendo una línea recta argumentativa, y al mismo tiempo sabiendo siempre donde se quiere acabar la argumentación a la perfección. “Mañana en la batalla piensa en mí” cumple con estas pautas tan características de Marías y es quizá por ellas por las que a mí me gusta tanto. Quien esté acostumbrado a novelas ligeras con frases cortas, diálogos recurrentes aunque tal vez no sean necesarios e historias y tramas simples que se pueden seguir con facilidad y en las que pasan muchas cosas en pocas páginas, no será un entusiasta de Javier Marías, y a la vez nunca descubrirá que es la literatura de altura. No con ello quiero decir que esas otras novelas sean poca cosa, yo también las leo a menudo y también hay muchas que me gustan. Pero este libro es otra cosa muy distinta.

Suele ocurrir también en los libros de Javier Marías que la historia que narran no es más que un mero pretexto para plasmar una serie de reflexiones sobre el ser humano y sus preocupaciones vitales. En “Mañana en la batalla piensa en mí” pasa eso, la trama principal, aunque intensa, dura, realista y ante todo sorprendente que va ganando en intensidad a medida que avanza el libro, no es más que un trasfondo, un paisaje de fondo, que usa Marías para reflexionar a través de los personajes, en este caso el personaje principal, narrador de la historia, de los temas que plagan todas sus novelas en mayor o menor intensidad. En esta novela es Víctor Francés el maestro de ceremonias, el narrador de su propia historia. Una historia trágica que comienza con una muerte, la de una mujer con la que iba a pasar la noche en casa de ella. Esta mujer está casada y tiene un niño de apenas dos años. Esta mujer muere en brazos de Víctor que desde ese momento calla y decide ser nadie, para así evitar contar nada a ninguna persona y pasar ese episodio de su vida cuanto antes.

Con esta muerte, narrada en dos capítulos de una intensidad soberbia que mantienen al lector, pese a los giros y distorsiones en la narración, pese a los rodeos en el discurso narrativo, pegado a la historia queriendo saber qué pasó esa noche que pretendía ser de amor, pasión y lujuria quizá, pero que termina siendo trágica. Pero “Mañana en la batalla piensa en mí” en mucho más, no acaba en esa muerte, sino en los días y meses posteriores en los que el protagonista de la historia, Víctor, no puede quitarse de la cabeza nada de lo que ocurrió esa noche, de lo que hizo y dijo y pensó, y también de lo que no hizo ni dijo ni pensó. Y de eso trata también la novela: lo que decididos hacer en un determinado momento que nos determina nuestra vida, y de aquello que no hacemos, cómo ambas cosas, el actuar y el no hacerlo no impiden los cambios, ni los aceleran ni los ralentizan. Durante toda la historia Víctor se martiriza con los actos que hizo aquella noche y plantea muchos escenarios paralelos según lo que hubiera decidido hacer pero que no hizo. Y a través de estas reflexiones avanza también la historia, hasta que termina en un final apasionante y tanto o más intenso que el principio. Y como en el principio también hay tragedia y drama y sorpresa y dudas sobre lo que se hizo o no, sobre lo que se dijo y se calló y sobre lo que se pudo incitar a hacer y quizá se consiguió pero no se quiere reconocer.

Mañana en la batalla piensa en mí” es una novela en la que se puede ver al Javier Marías más puro, más intenso y más reflexivo sobre las dudas y preocupaciones del ser humano. Se ven en eta novela temas y preocupaciones que en libros posteriores tienen continuidad, incluso personajes que como fantasmas aparecen en alguna que otra novela de Marías con papeles secundarios pero vitales en el ritmo narrativo del libro, y en alguna ocasión también en la trama. Así se crea el universo Marías, un universo literario quizá no apto para todo tipo de lectores, pero que con un estilo propio muy particular ha conseguido, por lo menos en mi caso, engancharme a sus libros y cada vez que empiezo uno de ellos sé que voy a tener que sumergirme en aguas difíciles de nadar, con corrientes que me alejarán momentáneamente del objetivo de mi travesía por uno u otro libro, con oleaje que me hará casi zozobrar y tener que respirar más a menudo para no ahogarme y con zonas de calma chicha en las que me tendré que esforzar más por seguir nadando con ahínco para llegar a la meta. Pero a pesar de las dificultades que puede suponer para un lector una novela de Javier Marías, esto es lo que me gusta y atrae del estilo de este grandísimo escritor.

Vuelvo a repetir que no es fácil leer a Javier Marías, pero los que lo hacemos sabemos que siempre vamos a encontrar literatura y narrativa de calidad; historias intensas, increíbles en algunos casos pero llenas de realismo tanto en personalidades, como en diálogos, como en inquietudes, miedos, reflexiones y obsesiones de los personajes. “Mañana en la batalla piensa en mí” es fiel reflejo de este estilo narrativo mundialmente apreciado por críticos literarios tanto nacionales como extranjeros. No me atrevo a recomendar abiertamente a nadie que lee a Javier Marías porque con este autor esta decisión debe salir de uno mismo porque si no se puede caer en la desesperación de ver que no se avanza en la historia o que nada se cuenta en sus novelas, cuando es todo lo contrario. Quién se atreva con Marías debe de hacerlo por propia voluntad y a eso sí que me atrevo a animar a los lectores y amantes de la literatura con mayúsculas.

Caronte.

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