domingo, 9 de agosto de 2015

Lectura crítica: "La Hojarasca"

Ya he vuelto a la normalidad de mi casa, a la rutina diaria del verano sin hacer nada y lo que creo que es peor, sin la posibilidad de hacer nada con nadie que me llene. Pero tengo los libros. Después de mis días de vacaciones en los que no he podido leer – tengo claro que el año que viene me cogeré unos días de relax absoluto en un hotel en una playa no demasiado concurrida para olvidarme del mundo y poder disfrutar de la literatura y nada más – he vuelto a coger ritmo de lectura y hoy me toca hablar de otro libro de uno de esos autores que ya son clásicos en este blog y en mi propia biblioteca. Gabriel García Márquez dejó para la posteridad una serie de novelas y relatos cortos que marcaron un antes y un después en la literatura universal creando un universo literario propio, además de un estilo tan peculiar que, desde mi modesta opinión, nadie de momento ha podido superar ni siquiera igualar. Además lo bueno de las novelas de García Márquez es que la mayor parte de ellas, quitando un par de ellas, se leen casi de una sentada.

De una sentada casi me he leído yo “La Hojarasca”. Esta novela fue la primera que publicó, allá por 1955 García Márquez, y por ser la primera fue en un sentido la precursora de todo su mundo literario ficticio. En esta novela que tiene ya sesenta años, edad digna para cualquier creación literaria o cultural simplemente, aparece por primera vez Macondo, ese rincón tan imaginario, irreal y fantástico, como real y concreto que ha fascinado desde el primer momento a millones de personas en todo el mundo, que como yo un día decidimos acercarnos hasta un libro de García Márquez y empezar a disfrutar con sus historias. Aunque se la tacha de novela en el fondo si por extensión se tratara más bien podríamos calificarla de novela corta, o relato o cuento largo. En el formato de libro que he leído yo han sido menos de ciento cuarenta páginas, lo que ha implicado que me lo he leído en apenas dos días. Como dije antes, esto es una de las cosas buenas que tiene la obra de García Márquez, que no puede nunca resultar pesada su lectura.

El argumento de “La Hojarasca” es bastante simple – tampoco es que pudiera ser mucho más complejo y extenso – y lineal, y en él se empiezan a vislumbrar algunos temas principales de la biblioteca de García Márquez. La historia se desarrolla en Macondo a principios del siglo XX, aunque en el libro se recorre casi un cuarto de siglo de la historia de este pueblo caribeño inexistente en mapas cartográficos, pero bien reconocible en planos literarios. Como ocurre en otras novelas suyas, García Márquez comienza en este caso la narración con un hecho trágico: la muerte de un personaje misterioso, un médico, a quien todo el pueblo de Macondo odio por una serie de acontecimientos pasados. Esta muerte provoca que un hombre, ya mayor, acompañado de su hija y su nieto se encarguen del funeral y el enterramiento de este odiado médico. De hecho son estos tres personajes los encargados de narrar la historia y de evocar los recuerdos del pasado de Macondo desde el momento en que el médico llega al pueblo en extrañas circunstancias y es acogido en la casa del viejo.

El tiempo y los narradores se empezarán a mezclar en el libro y a medida que avance la historia de “La Hojarasca” el lector irá descubriendo acontecimientos importantes en las vidas de estos tres personajes narradores y del mismísimo pueblo de Macondo. El muerto llegó un día en el que también llegó al pueblo otro protagonista secundario que no tiene voz en la historia pero que es nombrado en varias ocasiones, como es el párroco a quien apodan El Cachorro. Ese médico se aloja desde el primer momento en casa del viejo y su familia y allí vive durante unos años hasta que decide marcharse, o casi es echado por el viejo, al dejar embarazada a la sirvienta de la casa. Estos acontecimientos pasados son rememorados por el viejo y por su hija, Isabel, que además durante el tiempo que duran los preparativos del funeral del médico también evocará su boda con el padre de su hijo, y nieto del viejo, y la desaparición de éste a los tres años de casarse. Por su parte el nieto mientras asiste incrédulo a los preparativos del entierro también piensa en lo que podría estar haciendo en lugar de estar velando a un muerto a quien apenas conoce: ya sea jugar con sus amigos, ir a bañarse a una charca o espiar a una mujer como se desviste.

De hecho, aunque el hilo conductor principal de la trama de “La Hojarasca” es el entierro del médico, entierro que el viejo se comprometió a realizar ante el médico a pesar de que el puebla fuera a impedirlo y lo odiara por ello, el lector pronto se da cuenta que no es más que una excusa para hablar de Macondo y su historia desgraciada por los siglos de los siglos. De hecho para mí es Macondo el protagonista principal de la novela, porque es allí donde todo ocurre y gracias a los recuerdos del viejo, de su hija y de su nieto, se puede reconstruir la vida y parte de la historia de este pueblo perdido cuál Atlántida. Es magnífico poder llegar a meterse en la piel de un habitante más de Macondo, pasear por sus calles empolvadas, o embarradas dependiendo de la estación en la que nos encontremos; de echarnos la siesta en una hamaca tendida a la sombra de un platanero, un almendro o cualquier otro árbol para pasar las horas de sopor posteriores a la comida; oír los alcaravanes cantar y volar en el cielo, ver a las gallinas arremolinarse en los corrales; sentarse en la terraza del bar a pasar la tarde y comentar los últimos acontecimientos de la compañía bananera; ver como se levanta la hojarasca y recorre todo el pueblo anunciando quizá desgracias futuras imprevistas e imprevisibles imposibles de evitar.

Es posible que Macondo no exista en ningún país de la tierra; es posible que ninguno de sus habitantes haya habitado nunca en ninguna casa encalada con un corral en la parte posterior en el que crecen los rosales, los jazmines y los romeros que por la noche vierten sus aromas sobre las habitaciones. Pero también es posible que el Macondo que se nos presenta por primera vez en “La Hojarasca” sí haya existido. De lo que no tengo la más mínima duda es de que Macondo sí existe en la imaginación de todos los que hemos leídos a García Márquez y en algún momento hemos deseado con todas nuestras fuerzas que Macondo existiera para algún día ir a visitarlo y recorrer sus calles, oler sus olores, oír sus ruidos y sonidos y sentir su vida y alma personal. Todo en Macondo es diferente a cómo sería en la realidad, en el mundo normal y corriente, porque Macondo y el mundo de García Márquez no son normales y corrientes. El tiempo es cíclico y está deformado, y esta deformación está claramente presente en esta novela en la que parece que son horas las que duran los preparativos del funeral y entierro del médico cuando en realidad sólo es media hora.

La Hojarasca” es el primer ladrillo de la mansión literario de García Márquez; la primera piedra de la catedral universal que conforma su estilo literario: el realismo mágico. Pero al ser la primera novela de este mundo y estilo es también quizá la más floja y dubitativa, y por ello todavía está lejos de la intensidad y profundidad, de la prosa tan maravillosa de los grandes hitos narrativos de este escritor tan universal. Por ello también es la novela que menos me ha llegado, a pesar de que la historia que narra es increíble y muy digna de este universo literario. Ésta es quizá una novela para leer después de haber leído otras grandes obras de Márquez, para que quien no esté acostumbrado no salga decepcionado con este peculiar estilo de narrar y contar. Ésta es una novela para lectores maduros de García Márquez, pero como el resto fundamental en su obra, quizá más que el resto por ser el germen de todo su mundo literario.

Caronte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario