Empiezo mi año de
lecturas, año que indiscutiblemente estará marcado por la celebración del 400
aniversario de la muerte de dos de los más grandes escritores que nunca ha dado
el mundo, a saber Cervantes y Shakespeare, leyendo uno de los clásicos más
aclamados y conocidos de la literatura inglesa. Es el primer clásico de estas
características que me leo en mi vida y por ello no puedo negar dos cosas. La
primera es que hacía ya tiempo que tenía ganas de leer un libro de estas
características, de esos considerados casi unánimemente como una obligación
para todo aquel amante de la literatura de todo el mundo. La segunda es que a
pesar de ese deseo, cada vez que en una librería me topaba con este libro de
Jane Austen, una de las grandes y escasas damas de la literatura universal
cuyas obras, casi todas, son consideradas como grandísimos clásicos, una
sensación extraña me recorría todo el cuerpo; una sensación mezcla de miedo y
respeto por este libro, escrito a finales del siglo XVIII pero publicado a
principios del XIX, que tiene ya más de doscientos años. Miedo porque no me
gustara y me defraudara; y respeto por quedar entristecido por la decepción.
Sin embargo desde las primera páginas de esta novela todos mis prejuicio (y uso
intencionadamente esta palabra) quedaron por los suelos y me enganché a la
historia de tal manera que me era casi imposible dejar de leer, cosa que no me
suele pasar muy a menudo.
“Orgullo y Prejuicio” de Jane
Austen no es un clásico como yo me lo esperaba: áspero, denso, confuso, con un
lenguaje extraño, arcaico y difícil de leer, sobre temas pasados de moda y poco
actuales. No. Esta magnífica y clásica novela inglesa ha roto todos mis
esquemas sobre clásicos. Yo me esperaba otra cosa en el buen sentido. Es decir,
antes de leer este libro yo tenía claro que muy probablemente no me iba a
gustar por ser tan antiguo y porque la etiqueta de “clásico” pesa mucho, y no
siempre para bien, sobre los libros. Sin embargo he de confesar orgulloso que no
solo he podido con este libro, sino que me ha resultado una lectura muy
interesante y enriquecedora, de esas que con el tiempo dejan poso, de esas que
una vez has terminado de leer siguen en la cabeza del lector varios días sin
salir de ella.
Quien sepa un poco
de literatura sabrá cuál es la trama de “Orgullo
y Prejuicio”, aunque muy probablemente ese conocimiento sobre la novela
solo sea superficial y esté cargado, para variar, de prejuicios sobre la misma;
prejuicios que yo también tenía y que en ningún caso se parecían a lo que la
realidad me demostró sobre la novela. Para quien no se haya interesado nunca
por este libro y siendo muy breve diré que la trama de la novela versa sobre la
familia Bennet: los dos padres el señor y la señora Bennet, y sus cinco hijas,
Jane, Elizabeth (Lizzy), Lydia, Mary y Catherine (Kitty). Los Bennet son una
familia acomodada dueños de una hacienda respetable en la campiña británica. El
Señor Bennet es un hombre abrumado por la vida, que solo está cómodo en su
estudio leyendo tranquilamente sin que su mujer y sus hijas pequeñas (Lydia,
Mary y Kitty) le increpen con sus necedades. La Señora Bennet tiene únicamente
en la cabeza casar bien a sus hijas para que tengan un buen futuro.
Y es esa búsqueda
de maridos para sus hijas la que ocupa la trama de “Orgullo y Prejuicio”. Entran en escena por tanto los
pretendientes: un nuevo vecino de los Bennet, con una hacienda y una finca
mucho mejores que la de éstos, el señor Bingley y un amigo de éste el señor
Darcy. Entre baile y baile, insinuaciones veladas, conversaciones estándar,
neutras y vagas y demás convencionalismos de la época a la hora de cortejar a
una dama poco a poco las relaciones entre las señoritas Bennet y estos dos
hombres va haciéndose más intensa. Jane se enamora desde un primer baile en su
casa del señor Bingley, y Jane queda asombrada por la forma de ser del señor
Darcy, en primer momento y por una serie de prejuicios para mal. Poco a poco en
la novela entran en escena más personajes relacionados de una u otro manera con
los Bennet (ya aviso que este es uno de los puntos más complicados de la
novela: el saber de quién se habla en cada momento ya que hay tantas relaciones
de amistad, parentesco, vecindad y amorosas, que el lector corre el riesgo, si
no es muy metódico leyendo de perderse entre tanto personaje).
Aunque pueda
parecerlo “Orgullo y Prejuicio”
no es una novela amorosa al uso. De hecho desde mi humilde punto de vista, y
aunque por todo el mundo se considere este libro como una de las más grandes y
clásicas novelas románticas de la historia de le literatura, considero que esto
no es así. Para mí esta obra cumbre de Jane Austen no es simplemente una obra
en la que el amor, ese sentimiento universal que poco o nada ha cambiado con
los siglos, si se habla del amor verdadero claro está, ese amor que destroza
por dentro las entrañas, ese amor que no sale de la cabeza por muy lejos que se
encuentren los enamorados y que genera un fuego insofocable en el corazón. Este
libro para mí es ante todo una grandísima crítica a la sociedad, en su día la
sociedad inglesa de finales del siglo XVIII y principios del XIX, pero que
ahora se podría aplicar prácticamente con la misma validez a la sociedad actual.
Como su propio
nombre indica, “Orgullo y Prejuicio”
es una novela llena de personajes cuyas opiniones sobre otros personajes vienen
dadas por las opiniones de terceros sin que medie en ellas el juicio propio de
cada individuo. Así al señor Darcy se le otorgarán una serie de maldades que no
son reales y que vienen infundadas por la envidia y el odio hacia su verdadera
forma de ser. Esos prejuicios son los que finalmente Lizzy terminará venciendo
para descubrir al verdadero señor Darcy que terminará por enamorarla hasta un
punto inimaginable. También en la relación entre Jane y el señor Bingley obran
en contra una serie de prejuicios y envidias que intentan frustrar dicha
relación; obstáculos que al final son salvados por los verdaderos sentimientos
de ambos que vencen a todo cuanto se diga. Pero también hay mucho orgullo en
toda la novela; orgullo que se ve en los personajes y en su encorsetamiento
social.
A pesar de sus más
de doscientos años, “Orgullo y Prejuicio”
bien podría haberse escrito hace apenas unas décadas, ya que la sociedad que
muestra Jane Austen no es muy diferente a grandes rasgos de la que impera hoy
en día. Todos y cada uno de los personajes que aparecen en las páginas de esta
novela puede tener un igual entre nuestros conocidos. Gente avariciosa,
orgullosa, necia, banal, sin escrúpulos e interesada, que dirige sus
sentimientos de manera egoísta sin pensar en los afectados sino en sí misma. Gente
que mira más por el qué dirán que por sus propios instintos y voluntades y que
está dominada por las opiniones de los demás y que además cambia la suya propia
según el ambiente y la situación.
En cuanto a los
personajes no quiero acabar esta crítica sin destacar al señor Bennet. No puedo
negar que cada vez que Jane Austen le daba voz en “Orgullo y Prejuicio” me levantaba una carcajada o al menos
una sonrisa en la cara. Ojalá hubiera tenido más protagonismo en la novela
porque. También quiero resaltar así mismo a la señora Bennet, una mujer necia a
más no poder, absurda, cotilla y chismosa que cambia de parecer según vengas
dadas las cosas y que por ello mismo también me generaba una serie de sentimientos
encontrados, ya que por un lado me producía gracia ver su hipócrita forma de
ser, pero al mismo tiempo me daba cierta pena. Otro personaje, aunque más
secundario que quiero destacar es a Lady
De Bourgh, una gran dama aristocrática, tía del señor Darcy, llena de maldad
que intenta por todos los medios frustrar la relación de su sobrino con Jane
Bennet, para que éste se casara con su hija.
Es muy difícil condensar
una novela tan compleja como “Orgullo
y Prejuicio” en una crítica como esta sin extenderse mucho, pero debo
terminar ya. Me dejo en el tintero muchas subtramas siempre entrelazadas con la
principal y algunos personajes que también merecerían algo más de atención,
pero casi es mejor que quien quiera descubrirlos se lea el libro. Libro que por
otra parte, y como dije al principio, me ha sorprendido muy gratamente, no solo
por cómo está escrito, ya que Austen emplea un lenguaje que una vez cogido el
tranquillo es sencillo de leer y seguir, ya que por cierto abundan los diálogos
(por cierto muy bien construidos y logrados), cosa muy de agradecer, sino
también por el tema que a pesar de versar sobre una serie de historias de amor
y dicha, se va más allá hasta profundizar en sentimientos muy humanos, algunos
de los cuales hacen más mal que bien y que pueden terminar por anular a otros
sentimientos más benignos y verdaderos. Ha sido una gran experiencia leer este
libro y lo recomiendo vivamente.
Caronte.
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