La última vez que
empecé a leer una novela de John Le Carré – que no un libro suyo – fue el mismo
día que dejaba mi anterior trabajo en Arabia Saudí. Recuerdo que lo comencé en
el aeropuerto donde llegué con más de tres horas de adelanto, no por nada en
especial, sino porque quería sentirme fuera de Riad lo antes posible después de
varios meses de no vivir mi vida sino una ajena que sentía que no me
correspondía. Hace apenas dos semanas he vuelto de nuevo a trabajar después de
seis meses en paro, y como si de un reflejo espectral se tratara he vuelto a
leer un libro de John Le Carré. Quien me conoce un poco, o mejor dicho, quien
sabe cuáles son mis gustos literarios, sabrá que Le Carré es sin lugar a dudar
mi escritor preferido en lengua inglesa; ese autor al que siempre suelo
recurrir, y cuyas novelas siempre me acompañan y ocupan un lugar bastante
destacado en mi biblioteca persona. Para más inri hace ya un par de años que
decidí leerle en inglés, su idioma, para poder paladear todos y cada uno de los
matices de su obra. Y así lo he hecho también esta vez.
No creo que me
equivoque mucho, ni que exagere demasiado si califico a “Tinker Tailor Soldier Spy” como la novela más famosa,
célebre y quizá conocida de John Le Carré. Quizá el título en inglés no suene
demasiado bien es castellano, ya que aquí esta novela de título tan sonoro y
extraño se llama “El Topo”, y
no porque se haya hecho uno de esos ejemplos de traducción paupérrima a los que
nos tenemos que ver abocados en cine y literatura provenientes de otros países,
sino porque traducir de manera literal el título en inglés sería un absurdo que
rayaría en el ridículo por referirse aquel a un juego de palabras y
cancioncilla popular inglesa y que vendría a ser “Calderero Sastre Soldado Espía”. Lo dicho un sinsentido
absoluto. Pero Le Carré es Le Carré y sus novelas son extraordinarias desde el
mismísimo título.
Aplicando un símil
torero, aunque no sea yo muy taurino que se diga, podríamos decir que John Le
Carré en “Tinker Tailor Soldier Spy”
realiza un faena redonda, bordando cada uno de los tercios de la corrida (libro),
y rematando de manera sobrecogedora y limpia que pone en pie a toda la plaza
(lectores) con ovación cerrada, dos orejas, rabo, vuelta al ruedo y salida por
la puerta grande. En resumidas cuentas: esta novela de Le Carré bien merece
todos los elogios recibidos desde que apareció publicada allá por 1974 (nótese
que hace ya más de 40 años, ¡casi nada!).
Para resumir un
poco cual es el argumento de “Tinker
Tailor Soldier Spy” casi mejor recurrir a su título en español: George
Smiley, uno de los personajes más importantes y famosos dentro de la literatura
inglesa no ya del último siglo sino probablemente de todos los tiempos, es
llamado por el Circus (nombre que en la novela recibe el MI6 británico) para
que intente desenmascarar al topo – de aquí la traducción del título al español
que aunque pueda destripar un poco el contenido y quitarle mucha gracia al
juego de palabras es bastante más entendible en lengua castellana – que desde
hace tiempo varios mandos importantes del mismo huelen que hay. No hay que
olvidar tampoco que el “topo” de esta novela está inspirado en el personaje
real de Kim Philby. Hasta aquí todo
normal y relativamente simple. Pero Le Carré no ha hecho nunca una novela
simple, de argumento plano y lineal, y con personajes claramente identificados
e identificables desde el principio. La trama principal es la de la caza del topo
en el Circus, pero subyace otra a la que Le Carré dio continuidad en otras
novelas también protagonizadas por su personaje fetiche, como es la enemistad
palpable con Karla (el jefe del servicio de espionaje soviético), y alguna más
secundaria que hace que las referencias al pasado sean constantes. Y como en
ninguna novela negra o de espías puede faltar el amor carnal y pasional, en
esta novela aparece en forma de infidelidad y relación tormentosa de Smiley con
su mujer Ann.
No obstante, no es
sencillo plasmar el argumento de una novela tan compleja como “Tinker Tailor Soldier Spy” es
pocas líneas sin destripar demasiado el argumento. Pero si John Le Carré es uno
de esos escritores a los que algún día echaré mucho de menos (el hombre tiene
ya 85 años) es porque todas sus novelas, o al menos las que hasta la fecha me
he leído, han requerido por mi parte, y supongo que no seré el único, una total
concentración durante su lectura. Y no solo concentración sino también repetición
de pasajes enteros de la novela y de algún que otro capítulo para terminar de
enterarme de quien es quien en cada momento y no terminar por hacerme un lío y
no enterarme de nada, cosa que sería un desastre de proporciones bíblicas. En
esta novela hay múltiples personajes cuyos nombres no siempre son los de
bautismo sino que a veces un mismo personaje aparece con un mote o con un
nombre en clave o con su nombre verdadero (por no añadir que algunos apellidos
en inglés pueden resultar bastante parecidos). En estos casos lo mejor es tener
siempre disponible la Wikipedia al lado para consultar, en su página en inglés,
pormenores del reparto de personajes de la novela.
Ya he nombrado
antes a George Smiley, pero creo que el protagonista absoluto de “Tinker Tailor Soldier Spy”, y de
buena parte de la obra de Le Carré, bien merece un comentario extra. Smiley es
uno de esos personajes literarios que un buen amante de la literatura desearía
que existiera de verdad para poder conocer a solas tomándose un té, o un
whisky, en un rincón de un restaurante o café silencioso donde nadie se mete en
los asuntos de nadie y donde se tratan temas y asuntos que es mejor dejar en el
limbo de los hechos acontecidos y hablados. En esta novela aparece un Smiley ya
veterano, que había sido jubilado por una operación que terminó mal y que
dirigió, pero que debe volver a la acción para enfrentarse de nuevo a su mayor
enemigo Karla (que no confunda el nombre de mujer). Lacónico, misterioso, con
gabardina larga y gris, bebedor, melancólico... George Smiley solo sabe de una
lealtad: a su país; y de una manera de hacer las cosas: la correcta. Imperturbable,
incorruptible, quizá demasiado idealista en un mundo podrido por el dinero y
los falsos mitos. Apesadumbrado por una mujer que le abandona y que le ha sido
infiel con numerosos “primos” suyos. Este es George Smiley: toda una joya de la
literatura contemporánea.
De John Le Carré
podría tirarme hablando mucho tiempo y escribir hojas y hojas; lo mimo podría hacer de “Tinker
Tailor Soldier Spy” pero debo ir acabando por el bien de todos. Quizá
esta no sea la mejor novela para empezar con John Le Carré, y sin embargo creo
que no hay otra igual para descubrir por la puerta grande no solo al que para
mí es el mejor escritor vivo que tiene el Reino Unido y las letras inglesas,
sino al que quizá es uno de los personajes más magnéticos y enigmáticos de la
literatura. Amor, pasiones, ideales,
mitos, mentiras, oscuridad, dobles identidades, dobles agentes, topos, espías
ambiciosos, espías muertos y resucitados al tercer día (ojo a esto), sospechas
infundadas, sospechas confirmadas, una persecución épica contrarreloj,
espionaje y guerra fría... ¿Qué más se le puede pedir a un libro? Poco más y
quien lo haga no es realista con sus peticiones y con su nivel literario.
¡Larga vida a John Le Carré! ¡Larga vida a George Smiley!
Caronte.
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