jueves, 7 de febrero de 2019

Lectura crítica: "Las ciegas hormigas"

Llevaba tiempo rondando la obra de Ramiro Pinilla. Justo desde que leí un artículo en prensa referente a su trilogía vasca, una de las obras más importantes del siglo XX en España y que tardó en escribir unas dos décadas. Y mirad que esa trilogía en formato bolsillo la encontré en mi librería de segunda mano de cabecera hace meses y no me decidí a comprarla por creer que no iba a estar preparado para leerla. La dejé pasar. Ya no están esos tres libros en la librería. Sin embargo, hace un par de semanas mirando por internet las novedades que habían entrado en esa librería di con este título. Sin pensarlo me fui por la tarde a comprarlo. En el fondo éste era el libro con el que quería acercarme a la obra de Pinilla, ya que fue una de sus primeras novelas, y por la que ganó dos de los principales premios literarios de este país (el Nadal y el de la Crítica), cuando los premios aún tenían prestigio, ganados con mucho merecimiento.

Las ciegas hormigas” es una novela en la que Pinilla plasma todo lo que es ser vasco. La novela gira en torno a un naufragio en los acantilados de la Galea en Algorta, justo en frente del puerto de Bilbao. Un buque mercante inglés, cargado de carbón, queda destripado en las rocas y vierte su contenido. En los años de posguerra españoles el carbón es un lujo, y en el norte con unos inviernos crudos y mortalmente fríos una necesitad también. Por esta razón la noche en la que el carguero encalla aparecen en la costa y arriba en los acantilados faroles mecidos por el viento y la lluvia, a merced de la tempestad. Faroles que implican personas, gentes de pueblo, humildes aldeanos que pretenden recoger todo el carbón que puedan.

Una de las familias que van hasta los acantilados es la protagonista de “Las ciegas hormigas”. Una familia que podría ser todas las familias humildes de posguerra española, pero con la peculiaridad de que es vasca, y las raíces de la identidad vasca quedan patentes en todos y cada uno de los miembros de esta familia. Sabas es el cabeza de familia, recio, frío, parco en palabras, resolutivo y contrario a todo tipo de asueto. Y es en torno a Sabas alrededor de quien gira toda la novela.

Las ciegas hormigas” es una novela en la que la trama por sí sola no es importante. Es un hecho sin más en el que se refleja una posguerra española muy dura. Pero sobre todo esta es una novela de personajes en la que el narrador es Ismael, el hijo predilecto de Sabas, que al principio de cada capítulo numerado con números romanos nos cuenta lo esencial de la historia. Pero Pinilla también incorpora la vos de todos los demás personajes y protagonistas de la novela haciéndoles hablar y narrar desde su mundo interior y su punto de vista todo lo que acontece en apenas cuatro días que es lo que dura el tiempo de la novela.

De esta manera no sólo Sabas es el omnipresente personaje de la novela, como padre, marido, cuñado, vecino o amigo. También son protagonistas de “Las ciegas hormigas” su mujer Josefa, resignada ama de casa y madre que no recuerda si quiera como llegó a ser a mujer de Sabas; su hijo Cosme, cuya recién adquirida escopeta guarda como oro en paño y se desvive por ella pese a que el naufragio y la posterior empresa del padre le hacen perder el día de estreno de la misma; su hijo Bruno, que se ha escapado del cuartel desertando; su hija Nerea, la pequeña de la casa y que solo tiene atención a tres gatitos huérfanos; la suegra, siempre tan religiosa y piadosa; y Pedro, su cuñado, quien por unas o por otras se desvive más que Sabas por la familia de este. Me faltaría nombrar a Fermín, el último de los hijos, cuya presencia, sobre todo corpórea, conforma también el otro punto de apoyo de la novela.

Todos esos personajes y alguno más hacen que “Las ciegas hormigas” sea un compendio de sabidurías. Todos de una manera u otra son seres individualistas que miran únicamente por sus intereses, a pesar de que son familia; pero al mismo tiempo todos, con sus individualidades, cuando la tormenta, la necesitad, el carbón o la noche se tragan a uno de ellos, pasan a ser un único ser, una única familia que tiene que tirar del carro al unísono. A fin de cuentas eso es la sociedad actual también, parece que en décadas no ha cambiado nada y seguimos siendo las mismas hormiguitas que intentan hacer individualmente su trabajo para formar parte de un todo.

A pesar de que considero que “Las ciegas hormigas” no es una novela sobre la posguerra o el franquismo, durante toda la historia están presentes los diferentes estratos sociales y de poder que siempre han existido en este país. Por un lado Sabas y su familia, que como todas las demás intentan sobrevivir al frío en este caso, y por otro la autoridad, encarnada por el Teniente García, encargado de rastrear todo el carbón robado para devolverlo como es su deber. La crudeza del poder contra el pueblo desarmado y miserable.

Las ciegas hormigas” también es una novela en la que el ambiente es muy importante. El lector podrá comprobar como Pinilla hace que la noche, la tormenta, la lluvia, el barro, el frío, el heno, la paja, el estiércol formen parte de la trama. Al final se puede decir que uno casi acaba empapado, calado hasta los huesos por la tormenta que en el fondo es la que desencadena toda la historia, toda la tragedia universal que se narra en estas páginas.

No puedo añadir más a una novela que va de menos a más. Porque es verdad que “Las ciegas hormigas” en sus primeras páginas se hace extraña, es como recelosa de que el lector se adentre en su historia. Pero solventadas esas primeras páginas, cuando uno sabe cómo acudir a la historia y mimetizarse con ella el libro pasa a ser una delicia para los amantes de la buena literatura, no ya por la trama o los personajes, sino también por como Ramiro Pinilla narra todo haciendo que el lector solo tenga que dejarse llevar por los personajes, queriéndolos y odiándolos. Una pena que este escritor vasco no sea más leído y conocido, porque creo que tendría que tener mejor lugar en la literatura española.

Caronte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario