domingo, 8 de noviembre de 2020

La biblioteca de la piscina

No llevo mucho tiempo inmerso en la literatura de temática homosexual o de género LGTBI como suele clasificarse actualmente. Y es que no considero que deba existir un género específico para una orientación sexual o concepción de género determinadas. La literatura, si es buena, si es grande, si es de calidad, si es reflejo de la sociedad contemporánea a la que pertenece no necesita de géneros particulares para colectivo social. Cada escritor o escritora debe escribir sobre aquello que le interese y le genere desasosiego, porque de eso se trata: de contar una historia que se lleve dentro esté protagonizada por un hombre, una mujer, un caballo, un gay, un hombre de color, un migrante argelino. Por ello me cuesta tanto referirme a una novela clasificándola dentro de un, mal llamado, género LGTBI. No obstante, si he leído esta novela no ha sido exclusivamente porque toda ella gire en torno al mundo gay, sino porque Alan Hollinghurst me interesa bastante al ser un autor de cierta relevancia en Inglaterra y que por desgracia no conocía hasta la fecha.

La biblioteca de la piscina” (título literalmente traducido del inglés) es una novela de contraste y paralelismo entre dos vidas: las dos vidas de sus personajes principales. Por un lado, tenemos a William, narrador de la novela, joven (25 años), atractivo y vigoroso, y, por otro lado, a Charles, anciano (85 años) aristócrata y Lord. Ambos homosexuales. El trasfondo de la novela es el Londres de mediados de los años 80 (alrededor de 1985) y el mundo gay sus escenarios principales. Para que se entienda mejor, como mundo gay en este caso tenemos un club privado, una piscina/gimnasio, la buhardilla de un hotel, galerías de arte de East End, cines X del Soho casas burguesas del Notting Hill.

Para mí uno de los aspectos más interesantes de “La biblioteca de la piscina” es fresco impresionante que se presenta ante el lector y que describe el mundo o la sociedad semi oculta aún homosexual en Londres en los ochenta. Es tan enorme el paralelismo con la actualidad, o al menos así lo veo yo, que me parece casi hiperbólico que el Londres reflejado de hace más de 30 años podría ser perfectamente el Madrid o la Barcelona de hoy en día. Una sociedad gay sin un faro que la guíe, donde el sexo y los encuentros sexuales desenfrenados que buscan solamente ampliar un, ya largo, listado de conquista o polvos, son las características principales; donde el amor, los sentimientos no son más que accidentes, y lo habitual sea simplemente la atracción por un físico perfecto y donde el tamaño (de un pene, de un músculo o de un culo) pesa más que la persona que haya detrás de ese físico.

En todo este trasfondo, en muchas ocasiones excesivo y eclipsante, se desarrolla la relación entre William y Charles. Una relación basada en el clásico maestro/alumno, aunque con diferencias notables. Ambos homosexuales de generaciones distantes 60 años muestran dos realidades muy distantes pero paralelas: ambos se enfrentaron a su sexualidad con naturalidad, pero en situaciones sociales muy diferentes. Si bien William disfruta de su sexualidad a lo loco sin pararse a pensar qué es el amor, pero creyendo que lo siente; Charles lo hizo desde la más absoluta soledad, abrazándola, asumiéndola y sin dejarse consumir por ella, eso sí, desde el ostracismo de clubes oscuros, casas privadas y secretos. “La biblioteca de la piscina” es una intensa muestra de que el avance de la sociedad suele dejar muchas víctimas en su camino, víctimas que no solo son físicas, sino también psíquicas.

Es muy relevante también como Hollinghurst narra de manera soberbia la vida de William. “La biblioteca de la piscina”, a pesar de poder ser considera incluso una novela histórica donde se ven los contrastes, las similitudes, las actitudes y los cambios durante 60 años en la sociedad inglesa y en su consideración y trato hacia los homosexuales, es una maravillosa novela sobre el paso de la adolescencia a la madurez mentales. Porque eso es lo que William va experimentando a lo largo de las páginas de esta intensísima novela: pasa de estar locamente enamorado, físicamente enamorado, de un chico de color más joven que él, Arthur, a la pesadumbre por su desaparición de la noche a la mañana, y a encapricharse y sentir dolor y miedo por perder a otro joven, Phil, a quien, sin embargo, no deja de poner los cuernos y ser infiel con cualquier joven que encuentra en cualquier lugar de ambiente gay.

Muy interesantes también es la vida de Charles, una vida de alguien de clase alta, de colegios masculinos privados, universidades elitistas, vida de funcionario colonial en África, y grandes casas londinenses y clubes privados. Creo de hecho que la parte en la que la historia bascula de William a Charles a través de los diarios de éste último es la más interesante y atractiva de “La biblioteca de la piscina”, y por desgracia está un poco infravalorada y no siempre se profundiza lo suficiente en ella teniendo el potencial que podría haber tenido. Creo que en este punto Alan Hollinghurst ha metido la pata, más aún, teniendo en cuenta que es en el último tercio del libro donde ese trasfondo dramático, donde el rechazo presente y pasado al mundo homosexual, se hace más evidente y por tanto da más peso y profundidad a la novela.

Pero este, para mí, error en el foco de la novela, también se ve agrandado, y de ahí que tenga sentimientos muy encontrados con ella, con el excesivo uso que Hollinghurst hace de las descripciones de ámbito sexual que hay en “La biblioteca de la piscina”. Hay momentos en la novela que parece que estuviera leyendo el guion de una película porno. Hay tantas descripciones de penes, culos, cuerpos, actos sexuales, fantasías, encuentros en vestuarios, duchas, baños públicos, cines, casas, que al final el lector tiene le sensación, y yo la he tenido, de estar ante una novela caricaturesca por hiperbólica que tiene de fondo el mundo homosexual. De hecho, es que creo que a la novela le sobran el 90% de las escenas sexuales, que por desgracia representan casi una quinta parte del libro.

Pese a para mí estas dos lacras importantes en la novela, “La biblioteca de la piscina” sigue siendo un libro sobradamente interesante, tanto si se es homosexual como si no, que pone sobre papel actitudes, fobias, filias, gustos, protoptipos, prejuicios, hipérboles y preocupaciones de un colectivo, que ha formado siempre parte de la sociedad que ha sufrido y, por desgracia, sigue sufriendo estigmatización (a veces gana da pulso, pero no por ello justificable), rechazo e, incluso, castigo. Si se está dispuesto a pasar por constantes escenas de sexo explícito, la historia que subyace es dura, reveladora y ante todo real de lo que los homosexuales durante mucho tiempo hemos vivido y seguimos viviendo a día de hoy: dudas, miedos, equivocaciones, desorientación, falta de confianza, soledad. Es un libro que, en el fondo, merece la pena por muchas más razones que la simple fachada del sexo pueda hacer pensar a primera vista.

Caronte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario