sábado, 28 de noviembre de 2020

Mejor la ausencia

De vez en cuando hay que dejarse llevar y aconsejar por los libreros, que en el fondo son los que más saben de libros y gustos lectores, tanto por poder abarcar un mayor campo de visión literaria presente y pasada, como por encontrarse constantemente con preguntas, solicitudes de ayuda y peticiones de recomendación de lectores de infinidad de inquietudes. Sin embargo, pocas veces me he dejado yo asesorar en una librería, muy pocas, y todas en los últimos meses. Siempre he sido yo el que iba a librerías, de segunda mano o grandes cadenas de librerías, a mirar libros y dejar que estos decidieran por sí solo si querían venirse conmigo a mi casa para reposar durante el tiempo necesario en mis manos para que los leyera. A veces el destino quería que el libro comprado me iluminara y otras muchas el libro ha quedado difuminado en un olvido doloroso. Con este libro debo reconocer que la recomendación de los libreros de toda la vida de mi barrio me ha iluminado de manera soberbia.

Edurne Portela es una escritora que alcanzó la fama gracias a que el gremio de libreros de Madrid le concedió su premio anual por esta novela que hoy reseño: “Mejor la ausencia”. Si digo la verdad yo hasta ese momento no había escuchado hablar de ella ni leído nada sobre esta escritora y pasado el tiempo la verdad es que pasó desapercibida. Sin embargo, este libro suyo es probablemente uno de los grandes fenómenos literarios de los últimos tiempos, no por fama o celebridad sino por calidad.

Mejor la ausencia” narra en primera persona la vida de Amaia desde sus 5 añitos hasta su madurez con 35. Por tanto, es Amaia la que desde pequeñita nos va contando como es su vida, su familia, su entorno. Y encima nos lo cuenta como una niñita de 5 años lo contaría cuando tiene 5 años, como una adolescente lo narraría con 13, como una joven preuniversitaria nos contaría sus cosas con 17 y como una joven adulta de 35 nos hablaría de su vida. Edurne Portela construye una historia grandiosa tanto en todo lo relativo con lo que cuenta como por cómo lo narra. Ese lenguaje que va evolucionando a medida que el lector va pasando las páginas le da una plasticidad y un realismo a la novela poco común y que no he visto en muchos libros.

Ya he hablado de la forma de “Mejor la ausencia”, hablemos ahora del contenido. Esta novela es un gran fresco de las dos grandes violencias que han arrasado y siguen haciéndolo a la sociedad española. La violencia que ejerce el ser humano contra sus semejantes. La violencia encarnada, enquistada, la que se retroalimenta de más violencia, la que engendra constantemente más y más y más violencia. Terrorismo y violencia machista se dan la mano en esta obra que sobrecoge a cada página y que no da al lector un respiro de tranquilidad y paz en sus casi 250 páginas.

La familia de Amaia parece normal al principio, pero poco a poco se ve que la violencia enmascara todo viso de normalidad. Ella es la menor de 4 hermanos, que viven en el País Vasco de los años 80, a las afueras de Bilbao. Podríamos decir que esta familia es como un queso gruyere, bonito y perfecto por fuera, pero lleno de agujeros una vez lo abrimos por la mitad. “Mejor la ausencia” narra precisamente eso: cómo la ausencia es lo mejor en una familia que solo cuando cada uno de los miembros se aíslan puede vivir en paz, ya que en conjunto es imposible y se hacen la vida imposible unos a otros.

Todos los tópicos típicos de la violencia etarra y machista forman parte del tejido de “Mejor la ausencia”, pero de una manera que nada tiene que ver con la simplicidad que en otras ocasiones se ha tratado estos asuntos. Esta no es una novela como “Patria” de Aramburu, aquí la violencia de ETA es un escenario, un ruido de fondo, un decorado macabro y lleno de odio que envuelve el verdadero núcleo de la novela que es la violencia familiar. Porque esta novela no es simplemente violencia machista, sino violencia familiar, violencia desmedida generada por un ambiente en el que lo normal es insultar, hacer de menos, vejar y pegar, infligir un daño físico y moral constante, edulcorado con perdones egoístas y falsos.

Portela ha sabido mostrar en “Mejor la ausencia” las dos violencias, de ETA y familiar, con sosiego, sin efectismo, sin aspavientos, simplemente dejando que el lector lea hechos y juzgue por sí mismo sin ver escritos juicios de parte. Somos nosotros los lectores los que debemos darnos cuenta que reaccionar contra estas violencias siempre está en nuestras manos. Con ETA se acabó en el momento en el que los silencios dejaron de oírse y empezó a oírse a la sociedad, la vasca principalmente, clamar contra los asesinatos de paisanos, vecinos, amigos, compañeros inocentes. Del mismo modo, creo que esta novela deja bien claro que solo podremos acabar con la lacra de la violencia machista y familiar si toda la sociedad la sentimos como propia, si empezamos a no creer que es un tema privado que en privado debe ser tratado. En el momento que todos y todas nos sintamos afectados por lo que pase en las familias de las decenas de Amaias que hay en España habremos caminado en la dirección correcta.

No me extraña que en su día “Mejor la ausencia” fuera considerado por los Libreros de Madrid como la mejor novela de 2017. Y es una pena que un libro así, tan necesario, tan duro y tan real a la vez, haya pasado desapercibido para el gran público; pero claro el fenómeno Aramburu eclipsó todo cuanto se publicó en esas fechas que tuviera que ver, aunque fuera tangencialmente con ETA. Tras su lectura no puedo más que agradecer a los libreros de la Librería Jarcha de mi barrio en Madrid su recomendación, y solo me queda añadir que debéis leer esta novela y disfrutarla porque es una joya tanto por la forma como por el fondo.

Caronte.

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