jueves, 27 de enero de 2022

La señora Potter no es exactamente Santa Claus

Comprar y leer este libro fue resultado de dos necesidades: la primera de ellas, saciar una curiosidad, ya que desde que se publicó no he dejado de ver en redes sociales buenos comentarios, recomendaciones y reseñas sobre él; la segunda viene de mi incapacidad de hacer un trayecto en transporte público sin ir leyendo, por lo que tuve que comprar este libro en Santiago de Compostela después de que en el AVE de ida a la ciudad Jacobea acabara el libro que me estaba leyendo y me quedara, por tanto, sin libro para la vuelta. Fue ésta como podría haber sido cualquier otra la que comprara en Santiago, pero después de recorrerme varias librerías en la capital gallega al final decidí optar por esta novela ya que, en el fondo, llevaba tiempo ya con ganas de hacerme con ella.

Lo primero que llama la atención de este libro es su título, un título absolutamente maravilloso. de esos que atrapan desde el momento en el que lo lees. La señora Potter no es exactamente Santa Claus, título larguísimo para lo que estamos acostumbrados, destaca en cualquier listado de libros, en cualquier mostrador de novedades, en cualquier estantería; un título que bien podría ser simplemente la traducción de una novela clásica del siglo XIX inglesa, pero que sin embargo es un título de una novela escrita por una escritora española que ha desarrollado toda su obra en castellano: Laura Fernández. (Si me permitís la licencia a partir de ahora llamaré al libro simplemente La señora Potter).

La señora Potter es una novela que rebosa, desde la primera página, imaginación e inventiva, que desborda lo que estamos acostumbrados a leer en la narrativa y en la literatura española contemporánea y que nos lleva a otra época (que espero pueda recuperarse) en la que la ficción pura y dura era la protagonista de todas las novelas que se editaban en España. Ficción pura y dura: algo que se está perdiendo mezclando géneros, trayendo a colación vida de escritores que sinceramente a mí particularmente me trae sin cuidado, llamando ficción a lo que realmente es autoficción y por lo tanto una autobiografía y por lo tanto darse importancia sin tenerla. Laura Fernández ha escrito una obra original, simple y llanamente, de esas que escasean, con una historia llena de luces y sombras, de color, de oscuridad, de vida y de humor.

El argumento de esta novela simple no es, quiero decir, no hay una única trama sino muchas subtramas alrededor de lo que podríamos quizá considerar una trama principal que es que el dueño de una tienda de regalos relacionados con un libro escrito por una escritora que se hizo famosa única y exclusivamente por ese libro decide cerrarla para huir de ese pueblo que tan amargos recuerdos y vivencias le trae. De hecho, el título de esta novela La señora Potter no es exactamente Santa Claus es el título de esa novela ambientada en este pueblo que no solamente es un lugar, sino que prácticamente es un personaje que determina la conducta de todos los otros personajes de carne y hueso que aparecen en la novela. Personajes que junto con los diferentes lugares y marcas que aparecen en el libro tienen nombres absolutamente rimbombantes fruto de una imaginación absolutamente desbordada de la autora que le dan al libro una de sus más genuinas y originales peculiaridades.

He leído por ahí que La señora Potter es un libro que, si te paras a pensar, no narra más que absurdeces y por lo tanto es un libro con una trama absurda. Puede ser que sea verdad. De hecho, en más de una ocasión a lo largo de la lectura de estas 600 páginas me he planteado hacia dónde quería llevarnos la autora porque en el fondo no hay un destino de la lectura. Hacer un libro con tanta subtrama, con tanto personaje secundario, con tanto nombre llamativo, puede llevar al lector a perderse un poco en una narración que en más de una ocasión, debo de confesar, se hace pesada y densa. Pero vivan las absurdeces de este calibre y de esta calidad; esas absurdeces narrativas que transportan al lector a un mundo absolutamente único fruto exclusivamente de la imaginación de una escritora y de la capacidad imaginativa de cada lector que ubica en un Hola mundo único y exclusivo toda la novela.

Sin embargo, he de decir también que, pese a que en conjunto La señora Potter es una novela entretenida con momentos divertidos y momentos absolutamente profundos donde uno se da cuenta que pese a todo el envoltorio absurdo lleno de imaginación a veces subyacen una serie de reflexiones muy potentes sobre el arte, sobre la vida, sobre las relaciones padres-hijos, sobre lo que es en el fondo la vida, creo que le sobran unas cuantas páginas y que debido a su excesiva longitud la narración termina siendo un pelín repetitiva.

Para acabar simplemente añadir que creo que La señora Potter no es exactamente Santa Claus es una buena novela, quizá un poco larga en exceso, pero buena, a fin de cuentas. Pocas veces he leído un libro en el que la narración esté tan llena de lo que debe de ser realmente la literatura: invención, magia, generosidad con personajes, referencias clásicas, influencias de otros escritores, de otras narrativas, de otros estilos… desde luego puedo asegurar que esta novela no va a dejar indiferente a nadie lo más probable es que atrape desde el primer momento o te expulse directamente seas incapaz de avanzar más allá de las primeras páginas. Yo recomiendo dejarse llevar por esta novela, por esta historia, por este pueblo, Kimberly Clark Weymouth, qué es todo aquello que podemos imaginar y más. y disfrutar de una narración pura de ficción.

Caronte

No hay comentarios:

Publicar un comentario