Mucha expectación
levantó hace unos meses la publicación de la última novela de Pérez-Reverte y
no es de extrañar tratándose como se trata de uno de nuestros novelistas más
populares, no ya solo dentro de las fronteras de España sino, y probablemente
en mayor grado, fuera de ellas también. A nadie se le puede escapar que
Pérez-Reverte, miembro de la Real Academia Española de la lengua, tiene su
propia personalidad que hace que todo lo que publique tenga desde el primer
momento la mayor cobertura en los medios y una repercusión que para sí querrían
otros grandes escritores de este país. Nunca ha tenido pelos en la lengua y eso
es quizá una de las cosas que más me gustan de Reverte: nunca se calla sus
opiniones, aunque en muchas ocasiones, éstas critican con dureza no ya solo al
estamento político de este país por su bajísimo nivel intelectual sino también
a la sociedad en su conjunto, a la sociedad española, por la misma razón. Es
controvertido y polémico, pero no le falta razón en la mayor parte de lo que
dice. Y sus libros están llenos también de reflexiones y críticas, veladas o
no, del mundo en el que vivimos. Su última novela tiene mucho de esto último
que acabo de decir y por ello creo que ha sido tan celebrada.
“Hombres buenos” es una novela
basada en hechos reales que ocurrieron durante el último tercio del siglo
XVIII. Más concretamente en las páginas de este libro se narra con el peculiar
estilo directo que caracteriza la prosa de Pérez-Reverte, la aventura, si es
que se puede llamar así, que supuso el viaje que dos académicos de la RAE,
auspiciado por esta docta institución, realizaron a París en busca de la
Encyclopédie francesa: el gran compendio del saber y la razón del mundo,
elaborada entre otros por Diderot y D’Alembert. De hecho la novela, más que
ficción correctamente hablando, es realidad novelada, ya que además de las
aventuras y peripecias, problemas, desventuras e incidentes a los que los
académicos tuvieron que hacer frente en su búsqueda, Pérez-Reverte también nos
cuenta cómo le surgió la idea de escribir este libro y qué pasos dio para
conformar la historia, incluida la documentación y estudios que tuvo que
realizar.
La trama de la
novela es bastante sencilla; se inicia con el interés que muestra Pérez-Reverte
en la primera edición de la Encyclopédie que hay en la RAE y en la
investigación que inicia entonces el autor para saber cómo llegó y quién la
trajo desde París. Así se nos plantean los dos personajes principales de “Hombres buenos”, que son dos académicos:
el bibliotecario y un almirante retirado de la armada española. Ambos por
mandato de la RAE y sus académicos de entonces son enviados a París para
adquirir una primera edición de la Encyclopédie. Sin embargo no todos los
académicos están de acuerdos, y dos de ellos se confabulan, a pesar de sus
opuestas ideologías, para impedir que el viaje a París tenga éxito y los dos
enviados no consigan se objetivo. Para ellos estos dos académicos opuestos a la
Ilustración envían a un matón para que ponga las trabas necesarias a la misión.
A pesar de que el viaje entre Madrid y París hubiera dado para mucho,
Pérez-Reverte apenas cuenta nada del mismo. Y así la acción se traslada casi
inmediatamente a París donde empezarán la búsqueda del preciado libro. Durante
la estancia en la capital francesa se sucederán los encuentros con filósofos y
académicos franceses, libreros y miembros del mundo intelectual y de las luces
de París. Además es en ese escenario donde se desarrolla la mayor parte de la
novela y donde aparecen los personajes secundarios más interesantes, entre
ellos un abate revolucionario de ideas radicales, y una mujer de la alta
sociedad francesa que hará las delicias del almirante español.
Pese a que la
historia tiene todos los ingredientes posibles para interesar y conformar una
aventura deliciosa, Pérez-Reverte se ha centrado mucho más en diálogos y
reflexiones sobre la Ilustración y el atraso que siempre ha tenido España atada
como ha estado siempre a la Santa Madre Iglesia, que en la propia aventura: esa
Odisea que llevó a conseguir para la RAE y por tanto para el patrimonio de
todos los españoles, la Encyclopédie. En “Hombres
buenos” pesan sobre todos los diálogos como se acaba de decir, y es en
ellos en los que Pérez-Reverte muestra toda su maestría narrativa hilando como
nadie temas de manera sucesiva y proponiendo puntos de vista totalmente
distintos y adaptando la manera de pensar de cada personaje con su forma de
hablar. Así, por una lado tendremos las conversaciones que tienen los dos
académicos protagonistas de la aventura, el almirante y el bibliotecario,
unidos por su amor al progreso pero separados, cómo no, por la religión. Una
vez se incorpora a las conversaciones el abate en París, sus discursos y
argumentos cobran fuerza y radicalidad, casi violencia; mientras que sin
embargo cuando aparece en escena la dama francesa, aunque hay que decir que es
española de nacimiento, de alta sociedad los diálogos se vuelven siempre
sutiles, indirectos y sobre todo muy sensuales. Tampoco puedo olvidar a los dos
académicos que desde Madrid intentan reventar la misión de la RAE y que también
mantienen conversaciones que siempre rondan el filo de lo educado y muchas
veces llegan al borde de lo decente mostrando con claridad meridiana que los
extremos se tocan. Muy distintas son las conversaciones y diálogos que tiene el
matón que va tras los académicos a Paris, ya que su tono es de mucho menos
nivel intelectual, o simplemente más mundano.
Con todo esto “Hombres buenos” se convierte más
que en una novela de aventuras, que es lo que yo me esperaba, en una en la que
con un realismo absoluto (calles, plazas, postas del camino, parajes
singulares, palacios, cafés y restaurantes de París, callejas de Madrid están
perfectamente ubicadas e investigadas hasta el más mínimo detalle para que la
ambientación de la novela fuera perfecta) se plasman los conflictos de una
época en la que razón y corazón, hechos y fe se peleaban por predominar en la
sociedad; una época en la que la Ilustración y las luces de la razón,
pretendían imponerse por completo a las sombras de las velas de la Iglesias y
la Religión. La trama y argumento principal de la novela se deja a un lado para
sumergirse en los conflictos sociales que empezaban a vislumbrarse con motivo
de esta dualidad entre razón y fe que a nadie dejaba indiferente. En las
páginas de la novela se presiente ya el ambiente previo a la época de las
guillotinas en Francia y el odio que en algunas personas se empezaba a instalar
y que hacía intransigentes a muchos intelectuales que no eran así.
Pero a pesar de
que la historia en un principio podría resultar muy interesante y entretenida,
y de que hay diálogos muy buenos, hasta cómicos algunas veces por las escenas
que provocan, tengo que decir que me esperaba mucho más de esta novela. “Hombres buenos” es más un
documento real, aunque novelado, que una verdadera novela. Creo que
Pérez-Reverte en esta ocasión ha querido ir mucho más allá de lo que debería
haber llegado a la hora de crear esta historia. Un escritor puede basarse en
hechos reales, pero si lo que quiere escribir es una novela desde mi punto de
vista pienso que es necesario que la parte de ficción sea mayor que la parte histórica
basada en hechos reales. Es cierto que todo lo que tiene que ver con diálogos y
aventuras es producto de la propia imaginación de Pérez-Reverte, pero también es
verdad que hay momentos que la lectura se hace muy pesada y muy lenta. Aunque también
hay que decir que por cómo está escrita la novela, ésta no es difícil de leer y
por tanto quien sea de los que no dejan un libro una vez lo ha empezado podrá
terminar este sin problemas. Quien busque una novela sobre esta época histórica
tan cambiante disfrutará con este libro y le devorará en dos días, pero tengo
que avisar de que esta última obra de Pérez-Reverte no está llena de aventuras
ni mucho menos.
Caronte.
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