El libro del que
me toca hablar hoy fue un regalo de un amigo y su novia, también amiga, por mi
cumpleaños. Probablemente aunque no me lo hubieran regalado también lo habría
comprado por las buenas críticas recibidas por el mismo en el blog de novela
negra de El País, al que doy bastante credibilidad, aunque a veces estos foros
no son muy imparciales y carecen de la objetividad, que por otro lado, no tiene
la literatura en general. Pero este libro fue un regalo y como tal me alegro de
que así fuera porque la verdad es que tras su lectura puedo decir sin faltar a
la verdad que no he quedado decepcionado. Cuando leí sobre este libro mis
expectativas crecieron bastante, ya que soy un gran aficionado a las novelas de
espionaje y a los thrillers políticos, pero también fui prudente porque suelo
fallar bastante en cuanto me enamoro de un libro a simple vista o tras leer una
buena crítica en algún foro que respeto. En este caso solo puedo tener buenas
palabras por la historia que entrañaba el libro, pero también una mala
relacionada con el autor y su postura política.
“El espía inglés” es la duodécima
novela de la serie de Gabriel Allon. Sí, puede parecer extraño que me haya
leído un libro perteneciente a una serie de novela negra y espionaje sin
haberme leído los anteriores. A mí también me parece extraño pero así ha sido.
De todas maneras no pasa nada por ello porque de hecho la única diferencia que
hubiera habido si hubiera leído las entregas anteriores hubiera sido que
conocería a los personajes, o al menos a algunos de ellos, es especial al
protagonista. No influye, sin embargo, en el propio desarrollo de la historia
que en esta entrega se nos plantea, ni tampoco a la hora de comprender la
trama. Hay algún que otro dato que quien no haya leído las entregas anteriores,
como es mi caso, puede sonar fuera de contexto, pero son mínimos.
Como en toda buena
novela de espionaje o thriller “El
espía inglés” plantea una trama clásica del género: perseguir a un malo
muy malo para que no siga haciendo de las suyas al amparo de grandes
organizaciones o potencias internacionales. Hay un detonante que es el
asesinato de una princesa inglesa, bueno antigua princesa, es decir una Lady
Di. Absténganse de hacer comparaciones odiosas quienes lean la novela porque lo
que puede parecer de hecho es, aunque también pueda que no sea. Desde ese
momento la acción se desata. El servicio de inteligencia inglés recurre a los
servicios y la ayuda de Gabriel Allon, el protagonista absoluto de la serie de
novelas de Daniel Silva el autor de las mismas, un espía israelí llamado a
convertirse en el jefazo absoluto del servicio secreto judío. Pero Allon no
estará solo para ir tirando del hilo hasta dar con el asesino y con quien pagó
la bala; contará con la ayuda de un antiguo miembro del SAS, Christopher
Keller.
Esta pareja de
agentes/espías se moverán por media Europa tras la pista de Eamon Quinn, a la
postre un criminal, o mejor dicho terrorista, que tras haber sido miembro del
IRA ahora se dedica a vender sus servicios y sus conocimientos de fabricación
de armas a medio mundo. Esta es principalmente la triada de protagonistas de “El espía inglés”. La trama sigue
los cauces típicos de la novela de espías y el thriller político pero llevados
al extremo y puliéndolos de tal modo que no me equivoco mucho si digo que
Daniel Silva ha conseguido con esta novela volver a generar ansiedad en el
lector a medida que la acción se va desarrollando. Como debe ser en toda novela
de espías, la acción se desarrolla al mismo tiempo en varios escenarios y por
todo el viejo continente, desde Viena a Lisboa, pasando obviamente por Londres,
pero también por Irlanda del Norte y Hamburgo, con breves escenas en Moscú y
Jerusalén.
Y como debe ser
también en toda novela de estas características la acción es fundamental. “El espía inglés” no adolece de
acción, más bien al contrario. Mientras que al principio lo novela parece algo
sosegada, todo se viene abajo, todo explota al final de la primera parte con un
hecho que el lector, y a mí me pasó, no se espera y que le fastidia
momentáneamente los planteamientos que el principio de la novela puede haberle
llegado a generar. Acción hay a raudales, sobre todo a partir de la mitad del
libro cuando la sucesión de escenarios, personajes intervinientes y tramas
entrelazadas se va acelerando hasta terminar en un final apoteósico en la
tercera parte de las cuatro en las que se divide la novela. Y he dicho bien
diciendo que todo acaba en la tercera parte, porque la cuarta, que apenas son
cuarenta hojas, es una especie de pieza de enlace entre esta entrega de la
serie Allon y la siguiente. Es quizá lo único que no me ha gustado del libro
porque de hecho no aporta nada al lector ni a la trama principal sino a la
general de la saga de novelas protagonizadas por Gabriel Allon.
Fundamentales como
en las buenas novelas de espías son los personajes de “El espía inglés”. Gabriel Allon es el gran espía que domina
sus pasiones y nervios, que se muestras frío y resolutivo pero que también
guarda sentimientos y su corazoncito. Keller es el agente impulsivo, lleno de
rabia e ira, que también domina sus nervios pero para no para ocultar su propia
identidad privada y personal, sino para que sus cometidos, sus misione acaben
perfectamente. El antagonista, Quinn, es un malo como los que ya hay pocos, es
decir una persona sin moral, ética ni escrúpulos, dispuesto a todo salvo a
morir antes de tiempo. El resto de personajes no quedan a la zaga, pero hay
tantos y con tantos matices que sería imposible nombrarlos a todos ellos de
manera profesional y haciéndoles honor.
Pero si algo
quiero destacar de “El espía inglés”
es que centra su trama en la actualidad, en un mundo constantemente cambiante
que gira a una velocidad vertiginosa sin que nos demos cuenta de ello. Daniel
Silva ha conseguido centrar su esta novela en la actualidad: así sus actores
principales, a pesar de ser hombres y mujeres de los diferentes servicios
secretos de mundo, no son ni más ni menos que Rusia, EE.UU., Irán, Israel,
Europa. Si tuviéramos que buscar paralelismos con la vida real no nos costaría
nada ya que hay menciones expresas a cómo se financia el terrorismo internacional
y las complicadas relaciones que se mantienen entre los países. Nada es lo que parece
y sin embargo todo es real. Da verdadero miedo pensar que algo de lo que en
esta magnífica y adictiva novela se narra pueda ser verdad, y sin embargo uno
se da cuenta de que puede perfectamente funcionar así el mundo, por desgracia.
En relación a lo
anterior me gustaría comentar una cosa que no me ha gustado nada, no de “El espía inglés”, sino de su
autor, Daniel Silva, y es su partidismo político. Creo que en una novela de
espionaje o thriller político el escritor debe mantenerse al margen de lo que crea
en la ficción. No puede ser que la sensibilidad del escritor traspase el papel
y sus ideas políticas y su ideología se plasmen en los libros. Y esto es
exactamente lo que pasa en esta novela. Daniel Silva no esconde su ideología en
favor de Israel y los judíos, y contra el mundo musulmán. En una novela de
espías no puede haber ni buenos ni malos tan claramente delimitados, porque de
hecho una novela negra se debe caracterizar principalmente por su ambigüedad,
cosa que aquí no pasa. Esto es lo único que me ha sobrado, sobre todo en la
nota final que añade el autor.
Volviendo a “El espía inglés” propiamente
dicho, no puedo más que agradecer a mi amigo y a su novia que me regalaran este
libro, porque lo he disfrutado muchísimo, de hecho es una novela que se deja
leer y engancha a las pocas páginas, por personajes y por trama. Quien busque
una novela entretenida, que revuelva la conciencia y no deje indiferente, no
puede dejar a un lado este libro. Los diálogos concisos y casi esquemáticos
parecen casi de guion de cine, y no me extrañaría que llevaran esta historia
alguna vez a la gran pantalla. Pero si eso no pasa la lectura siempre es la
mejor pantalla y el mejor proyector, así que a devorar esta novela se ha dicho,
tal y como yo he hecho.
Caronte.
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