La literatura
italiana, aunque por cercanía lingüística y quizá también por afinidad latina,
no es que haya sido una de las que más he tratado o leído. Podría parecer
extraño pero es así. De todas maneras no creo que esto sea algo que sólo me
pase a mí, sino que creo que es algo que pasa en general en España en varios
ámbitos culturales. Es como si consideramos que los italiano se parece
demasiado a lo español y por tanto lo despreciamos diciendo que para leer,
escuchar o admirar algo proveniente de la bota italiana nos quedamos con lo
patrio. De hecho hasta la fecha del único escritor italiano que yo he leído
algo ha sido del recientemente fallecido Umberto Eco; más en concreto dos de
sus obras: la más que aclamada “El
nombre de la rosa” que es una de mis cinco novelas favoritas de
siempre, y otra novela que me pareció prácticamente una tomadura de pelo como
fue “El cementerio de Praga”. Pero ahí se quedó mi incursión en
la literatura italiana, hasta la semana pasada cuando me leí la que quizá es
una de las novelas más famosas de los últimos tiempos de ese país tan parecido
al nuestro como es Italia.
“La soledad de los números primos”
de Paolo Giordano, es la primera novela de este relativamente joven escritor
italiano, con la que entró de lleno en el mundo literario ganando además el
premio más prestigioso e importante de las letras italianas, el Strega; premio
que en su día también ganó “El nombre
de la rosa”. Pero ganar un premio, por muy prestigioso que pueda ser y
por los antecedentes del mismo habiendo premiado a grandes autores y libros de
un país, no implica necesariamente nada. Es más en los últimos tiempos, y lo
digo sobre todo por los premios literarios españoles más prestigiosos, estos
premios han ido decayendo cada año, entregándose no a novelas realmente
merecedoras del galardón sino a aquellas que se piensa pueden llegar a ser
grandes éxitos de ventas como aliciente para promocionarlas.
Esta novela de
título bastante sugerente, sobre todo para aquellos que tenemos formación
matemática, científica o técnica como se quiera ver, es sin embargo demasiado
lacrimosa y efectista en cuanto a sentimientos negativos, como para que a mí me
haya llegado más allá del mero disfrute por un estilo que en términos generales
puede considerarse bastante elaborado aunque siempre dentro de la sencillez. “La soledad de los números primos”
narra la historia de dos personas, Alice y Mattia, desde su niñez, con unos
diez o doce años, hasta que son unos adultos jóvenes con la mayor parte de la
vida todavía por delante. Las vidas de ambos personajes están marcadas desde el
principio de su existencia por dos hechos traumáticos que les cambian por
completo.
No puedo decir
cuáles son esos hechos que les cambian la vida a los protagonistas para no
cargarme la novela, pero desde ese punto, que es como empieza la trama, “La soledad de los números primos”
está cargada únicamente de soledad y penurias. Aunque parezca que las vidas de
Alice y Mattia no van a tener conexión alguna, porque de hecho el autor así lo
quiere hacer parecer, poco a poco el lector se va dando cuenta que las líneas
de vida de ambos protagonistas, que al principio son paralelas y por tanto
destinadas a discurrir siempre sin cruzarse, van poco a poco convergiendo hasta
casi entrelazarse. Y digo casi porque por cómo se ha querido que sea la novela,
esta convergencia no se produce nunca; hecho provocado por Paolo Giordano,
supongo que para aumentar el efecto sentimental e intentar provocar el llanto y
el sobrecogimiento ante tanta soledad que asola a los dos protagonistas
impidiéndoles ser felices.
A mí sin embargo
no me genera nada de todo esto. “La
soledad de los números primos” es simplemente una novela más, no tiene
la suficiente carga emotiva, y sobre todo el realismo como para que a mí me
llegue. No me emociona, no me entusiasma y ante todo no me hace sentir ninguna
compasión por ninguno de sus dos protagonistas. Son vidas duras y difíciles,
pero no más que las de cualquier persona normal y corriente aunque no se haya
vivido ninguna situación tan sumamente traumática como la de la novela. Los personajes
además son bastante planos, no hay matices en sus personalidades simplemente
están abrumados por su soledad o por sus propios problemas personales que lo
copan todo y que les persiguen hasta el final de sus días, aunque éstos no los
conozcamos.
Para mi gusto hay
demasiada pena y soledad en “La
soledad de los números primos”, lo que me ha generado durante la
lectura momentos de cierta pesadumbre y agobio por únicamente leer situaciones
exageradamente solitarias y autocompasivas. Creo sinceramente que Paolo
Giordano ha querido mostrar la soledad que arrasa los corazones y vidas de las
personas, cosa que como idea para una novela está más que bien, pero que se ha
pasado con las dosis de dolor y pena a la hora de condimentar las vidas de
Mattia y Alice. Esto ha hecho que las vidas de los dos protagonistas no
resulten creíbles, o al menos a mí no me lo han parecido. Quizá para los
adolescentes, sobre todo niñas en esa edad de llorar por todo y de enamorarse
de quien no deben y dudar de ellas mismas, esta novela sea muy interesantes y
se terminen por identificar en algún grado con los sentimientos de los
protagonistas, pero sinceramente creo que es difícil que eso pase.
Para los que ya
estamos acostumbrado a leer a más nivel esta novela no pasa de un simple divertimento
más, un libro anodino con personajes planos sin evolución que sufren por sufrir
y en el que además el lector no termina de entender o comprender los motivos
reales para tantísimo sufrimiento. Lo único interesantes que puede plantear “La soledad de los números primos”
es la paradoja y la explicación de las parejas de números primos únicamente
separados por un número par, parejas que se repitan hasta el infinito aunque
con cada vez menos frecuencia en la larguísima lista de estos números
especiales. Puede también resultar interesante cómo Giordano ha conseguido ir
entrelazando las historias y vidas de Mattia y Alice, haciendo que casi se
toquen pero que al estar malditas desde el principio de su existencia no pueden
coincidir en ningún momento. Creo que esto es lo más complejo que tiene la
novela y por tanto también lo más admirable, porque todo lo demás es bastante
flojito.
Es posible que sea
demasiado insensible ante este tipo de libros creados expresamente para generar
llanto, pena o lástima; pero sinceramente creo que no es así. “La soledad de los números primos”
es una novela demasiado negativa en la que todo el rato se intenta hacer
presente la soledad de los protagonistas y hacerla pasar como un hecho sin
solución, como una carga invariable que estarán sobre sus hombros durante toda
la vida. Para mí es demasiado impostado todo. No veo la necesidad de un libro
así, no aporta nada al mundo de la literatura, hay muchos libros mejores sobre
la soledad. Es cierto que el libro se deja leer con facilidad y además se lee
muy rápidamente, pero quizá sea de lo poco bueno que tenga. Por todo esto yo no
puedo recomendar esta novela como un libro interesante para leer. Es posible
que para un adolescente sea una maravilla, pero para quien esté acostumbrado a
leer obras de un poco más de nivel esta no le gustará. Esta incursión en la
novela italiana después de tanto tiempo, sin embargo no me va a amedrentar y
volveré a leer a autores de la lengua de Dante más adelante aunque espero que
con algo más de suerte que en esta ocasión.
Caronte.
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