jueves, 12 de agosto de 2021

La vida mentirosa de los adultos

 

Volver a leer algo de Elena Ferrante tras haber terminado la saga de las dos amigas de Nápoles hace unos meses era casi cuestión de necesidad para mí. Cuando supe que este año la misteriosa escritora italiana sacaría libro nuevo empecé a seguirle la pista. Obviamente sabía que las altas cuotas de calidad narrativa y literaria alcanzadas con las cuatro novelas de Nápoles iba a ser muy difícil de igualar. No obstante, pese a las altas expectativas que llevaba tenía ganas de volver a leer a Ferrante para sumergirme de nuevo en una historia de gente normal, en un universo tan particular como universal, ambientada en Nápoles como podría estar ambientada en Sevilla, Valencia o Madrid. Lo único malo que suelen tener las expectativas es que si son muy elevadas se corre el serio riesgo de quedar insatisfecho y decepcionado, con la consiguiente pérdida de confianza en la literatura ya que muchas veces se da por hecho que un escritor debe emularse continuamente en cada una de sus novelas, cuando para nada esto es una seguridad absoluta.

La mentira está en nuestras vidas desde el mismo momento en que salimos del engaño del ratoncito Pérez, los Reyes Magos o Dios. En el mismo momento en que entramos en la vida de los adultos, y no es necesariamente cuando se es mayor de edad, asumimos que el mundo está repleto de mentiras: que se miente para vivir o para sobrevivir. La vida mentirosa de los adultos es el relato de cómo una joven de familia acomodada y burguesa progresista de Nápoles entra en esa vida dándose cuenta de que mentir no es un accidente, sino parte del paisaje de la vida, inherente a nuestra existencia de hecho.

El escenario por el que se moverá el lector será de nuevo Nápoles: ciudad ya conocida para los lectores de Ferrante ya que en ella se desarrollan las cuatro novelas de la saga de las dos amigas que tanto furor despertaron hace años. Un Nápoles descrito a la perfección, tanto sus barrios acomodados como los más humildes y en el que se ven los grandes contrastes entre tradición y vanguardia, pobreza y burguesía, clase y vulgaridad. La vida mentirosa de los adultos es una novela que no tiene muchas pretensiones más que reflejar la cotidianeidad y la normalidad de personajes humildes con problemas comunes y relaciones interpersonales que da igual el lugar del mundo en el que estemos que siempre se dan de la misma manera.

Nadie puede dudar a estas alturas de que Elena Ferrante, con el bombazo que fue la saga napolitana rompió los moldes de la narración costumbrista retratando como pocos han hecho la vida humilde de gentes normales y corrientes con las que el lector puede sentirse totalmente identificado y retratado incluso. En La vida mentirosa de los adultos Ferrante sigue explotando ese filón costumbrista italiano/napolitano, pero pierde parte del tirón y la magia que tuvo su tetralogía. O, al menos, esto es lo que me ha pasado a mí: que no he entrado en la historia de la manera que entré en sus novelas anteriores.

Como siempre digo, que un libro no me haya llegado es más problema mío que del autor o autora. En este caso, sabiendo que Elena Ferrante escribe como pocos autores, tengo que asumir que el que tras la lectura de La vida mentirosa de los adultos haya quedado frío y quizá, muy a mi pesar, decepcionado, es más mi culpa que suya. Reconozco que me he aburrido mucho durante la lectura de esta novela que pretende alcanzar las cuotas de intimidad y profundidad emocional que tienen las novelas de su saga napolitana sin conseguirlo ni de lejos. No es una mala novela, pero no es la novela que esperaba encontrar.

Pese a que la historia que Ferrante cuenta en La vida mentirosa de los adultos no haya resultado de mi interés y me haya costado avanzar en ella por encontrarla quizá algo más repetitiva de lo normal y casi esperable, sí tengo que decir que no hay autora que retrate Nápoles (o cualquier otra ciudad) como hace Ferrante en sus novelas. En esta novela de nuevo Nápoles y sus barrios, sus gentes, sus ruidos y olores, sus tradiciones, calles, plazas y parques son un elemento fundamental en el desarrollo de la trama. Nápoles no es un mero escenario sino mucho más, significando toda la vida en sí misma con sus dobleces, contrastes, mentiras, evoluciones, malos y buenos momentos. Las novelas de Ferrante son perfectas guías turísticas espaciotemporales que nos llevan a una Nápoles que fue pero que, en cierto modo, estoy seguro, que sigue siendo.

Es cierto que La vida mentirosa de los adultos no me ha entusiasmado, pero es una novela que sigue la senda de la saga de las dos amigas. Ferrante narra como nadie los conflictos personales y familiares, sin contemplaciones ni remilgos, y retrata como pocos su ciudad. También es cierto que alcanzar el nivel que se alcanzó con las novelas de las dos amigas es muy difícil y por tanto todo lo que venga después pues lo más seguro es que no esté a la altura de aquello. Sin embargo, estoy seguro de que cualquier lector a quien le entusiasme una historia de madurez, de paso de la infancia inocente a la adultez mentirosa y contradictoria, donde las pasiones y los impulsos rigen la vida más que los placeres del vivir tranquilo, encontrará en esta novela una gran lectura, entretenida y perfecta para esas pérfidas tardes de agosto en la piscina o junto al mar.

Caronte.

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