viernes, 22 de octubre de 2021

Esta herida llena de peces

Llevaba tiempo queriendo comprar y leer algún libro del catálogo de una pequeña editorial independiente que edita delicadamente creando libros que no solo son objetos que leer y cuentan historias, sino obras de arte por su cuidado aspecto físico (porque sí, a veces las portadas son esas primeras impresiones que nos atraen y nos hacen querer saber qué hay detrás). La editorial Tránsito nació en 2018 fundada por mujeres con la intención de editar novelas de esas que conllevan un viaje no solo sensorial para el lector sino también personal, de los que cambian. Solo han publicado a autoras, jóvenes y no tan jóvenes, noveles o no, siempre desconocidas y alejadas del gran foco de la literatura comercial. Esta también es una de las razones por las que quería acercarme al catálogo de esta editorial y este año, en la extraña Feria del Libro de Madrid, me decidí por uno de sus libros, de llamativa portada color verde casi flúor y de título más que sugerente.

Esta herida llena de peces es el debut literario de su joven autora, la colombiana Lorena Salazar Mazo, y todo un puñetazo en la mente del lector que es testigo, en primera persona, de una historia que conmueve y desgarra a partes iguales. Narrada en primera persona como testimonio de la protagonista, una mujer que lleva a su hijo adoptivo en un viaje por un río tan real como mágico del mundo rural iberoamericano en búsqueda de la verdad para afrontarla con resignación y miedo, esta novela afronta temas que suelen estar en los márgenes de la literatura siendo tocados solo de manera tangencial por esta.

Sin ser una novela pretenciosa ni grandilocuente, Esta herida llena de peces es casi un cuento para adultos en el que desde el primer momento la melancolía, los recuerdos del pasado y el miedo al futuro y la pérdida de lo que más se ama y quiere en el mundo (en este caso un niño, un hijo, adoptado por la narradora de esta historia) tejen una historia de desarrollo sinuoso como el río que hace de hilo conductor y a orillas del cual mora la más cruda existencia vital.

En toda la narración subyace y siempre está presente sin casi mención alguna la violencia intrínseca que azota desde casi siempre América Latina. Una violencia carnal y visceral, que destroza de manera directa e indirecta y para la cual no hay miramientos cuando se trata de actuar. Esta herida llena de peces no es, sin embargo, una novela sobre la violencia propiamente dicha, sino sobre el miedo que genera el amor. El ser humano no teme hasta que no ama y cuando lo hace es sin cortapisas, sin ambages y sin restricciones. El amor y el miedo en esta novela van de la mano, porque en el fondo son las dos caras de una misma moneda: la vida.

Durante la lectura de Esta herida llena de peces tuve la sensación de estar leyendo una narración que quería contarme más de lo que me estaba contando, que bajo lo escrito había todo un mundo y otras historias mucho más profundas, cuyas raíces se hundían en una herida pustulosa y pestilente que no termina de cerrar. Quien ha conocido el miedo, la pérdida, el desamor y el desgarro de la muerte sabe a que se enfrenta cuando ama. Porque es amor lo que desborda esta novela, amor de una mujer a un hijo, aunque no lo haya parido.

La ternura que desprende la narración de Esta herida llena de peces cala en el lector y no es posible no coger cariño ni temer por qué pasará al pasar la página, al continuar la lectura. No quería que pasara nada malo, nada que doliera ni desgarrase un amor tan sincero Y sin embargo, toda la novela está envuelta en un velo de misterio, en un polvo suspendido que se mete por los ojos y se pega a la piel ensuciándolo todo, haciéndolo impuro, sucio y despreciable. Por eso durante toda la lectura se intuye algo, una maldad oculta, unos motivos oscuros para emprender ese viaje en barca por un río marrón, de embarcadero en embarcadero, con pasajeros desheredados de la tierra y el dinero, sin esperanza más allá de comer algo, dormir bajo un techo y no perder una seguridad vital débil que no sabes si durará o no.

El saber que algo va a pasar que nos va a destrozar no hace que disminuya la sorpresa y el dolor cuando eso pasa, ni que sus efectos se minoricen. Esta herida llena de peces acaba como tenía que acabar, aunque el lector no quiera aceptarlo, ni pensarlo, ni imaginarlo durante su lectura. Pero es como debe ser. El golpe al lector es brutal, pero la vida suele serlo y por tanto la literatura, si pretende iluminar aquellos rincones que suelen escapar a la luz, debe provocar sombras.

Esta herida llena de peces es un libro que no va a dejar indiferente, que se lee casi de un tirón y que, desde luego, deja un poso tras su lectura difícil de quitar. Con delicadeza y muy buen gusto, siendo equilibrada en su manera de narrar Lorena Salazar ha conseguido una primera novela muy digna, muy interesante y tremendamente conmovedora. Pocos debuts son tan intensos. Gracias también a la editorial Tránsito por editar una obra así, tan alejada de lo comercial, pero a la vez tan necesaria. Totalmente recomendable. Volveré a su catálogo sin tardar mucho.

Caronte.

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