viernes, 8 de octubre de 2021

Terres mortes

Incursiono de nuevo en la literatura catalana actual. Y lo hago con una novela de una escritora jovencísima (no llega a los 30 años aún) que da un golpe en la mesa de la literatura con una obra fresca que recoge toda la tradición narrativa española desde la posguerra. Núria Bendicho Giró no ganó el Premio Anagrama de novela en catalán, pero el jurado destacó también su novela para ser publicada. Y ha sido un acierto. Este año, siguiendo lo que comencé el año pasado durante el confinamiento, me he puesto a estudiar catalán a través de internet de manera online y autodidacta. Ya el año pasado hice un curso de italiano y he podido empezar a leer tanto en la lengua de Dante como en la de Josep Pla o Mercè Rododera ampliando mis horizontes lectores y literarios para descubrir de primera mano y sin los intermediarios de los traductores, obras y escritores que quizá tardan algo en llegar al español. Ampliar capacidad lectora, de comprensión de lenguas que no son las maternas siempre es bueno, abre la mente y ayuda a empatizar y socializar.

Terres mortes es una novela coral donde cada capítulo tiene un punto de vista diferente y está narrado por un protagonista directo o indirecto de la trama principal diferente. Núria Bendicho ha creado una trama familiar donde las rencillas, los odios, las disputas por la tierra, las herencias materiales e inmateriales, los rumores, el aislamiento y el tiempo son piedras angulares donde apoyar todo el desarrollo de la novela. También es central en la narración el ambiente, el dónde se desarrollan los acontecimientos es fundamental: esa casa masía familiar grande, abandonada por la desidia y el tiempo, por el peso del pasado y la incapacidad de superar viejos agravios, rodeada de bosque y ligeramente alejada del pueblo más cercano.

El tiempo, el presente y el pasado, los recuerdos, los acontecimientos narrados por diferentes testigos directos o indirectos de la familia protagonista tejen un escenario entre tétrico y desolador donde el lector a veces no sabe si seguir avanzando o ni siquiera si se avanza con seguridad. Terres mortes es una novela con una historia ya conocida en la literatura española, explotada por autores como Cela, Sender o Laforet, incluso Delibes, aunque éste con otro tono, donde el paisaje donde se desarrolla la historia es tan importante como la historia misma; y donde es el drama familiar con todas sus aristas el protagonista e hilo conductor que va tejiendo toda la trama.

Terres mortes es frescura y tradición. Frescura porque su autora entra de lleno en el mundo literario con una obra con un lenguaje propio y un estilo narrativo que subyuga al lector metiéndole en una atmósfera gris, llena de nieblas y sombras. Tradicional porque en el fondo Núria Bendicho no hace más que adaptar a su mundo literario interior la gran tradición española de la posguerra de hablar de los desheredados, de familias rotas, corrompidas por el odio y la envidia, con el peso del pasado y su historia sobre la espalda haciéndoles imposible el avance y la toma de contacto con la realidad del mundo.

No sé qué tienen las novelas de dramas familiares que tanto atraen, pero Terres mortes es de esas novelas que te van descubriendo un drama arrastrado durante generaciones generado por acontecimientos radicales y brutales donde la muerte, el odio y la envidias forman un perfecto caldo de cultivo para crear una buena novela. Si además, a todo esto, le sumamos el ambiente casi gótico de la Catalunya rural de masías aisladas cercanas a pueblos donde las autoridades las encabeza el cura, y donde las rencillas y los rumores entre vecinos y los señores de la casona forman el día a día de su historia, nos sale una novela muy posguerra aunque en este caso no haya ninguna guerra en el recuerdo de nadie y simplemente sean las relaciones intrafamiliares las que sustituyan a la destrucción del odio de la guerra.

Antes de terminar añado que leer en un idioma que no es el tuyo es un ejercicio magistral de inmersión en maneras diferentes de pensar y concebir la existencia y la comunicación. Una lengua es un mundo y cada una tiene una construcción mental diferente. Por ello leer en otros idiomas (inglés, francés, italiano y catalán en mi caso) me hace sentir vivo, estar acercándome a mundos y sociedades diferentes a la mía y donde al principio me puedo sentir incómodo pero que a medida que profundizo en ellas me voy sintiendo más y más cómodo. Terres mortes ha sido mi segunda novela leída en catalán y he de decir que me he sentido más cómodo que en mi primer acercamiento a esta lengua hermana del español y con la que tanto comparte.

He terminado esta novela sabiendo que, quizá y por desgracia, pase más desapercibida cuando se publique en español de lo que debería. Terres mortes es una obra muy bien escrita y narrada creando un coro de voces y puntos de vista que hacen que el lector sea capaz de captar. Angustiosa por momentos, siempre gris y neblinosa, este drama familiar con tintes góticos rurales y ecos de la gran tradición literaria española, hacen de este debut jovencísimo una novela de gran nivel cuya autora promete y si sigue puliendo su mundo literario seguro que da futuras obras muy interesantes también.

Caronte.

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