miércoles, 29 de junio de 2022

El Jardín de los Dioses (Trilogía de Corfú III)

Culmina con este libro, de título bíblico y resonancias legendarias, Gerald Durrell su Trilogía de Corfú y sus memorias sobre la estancia de cinco años de su familia en la isla griega del Corfú. Avisa en el prólogo el menor de los Durrell que aquellos cinco años de su vida, de su primera juventud, del paso de su infancia a su adolescencia, fueron felices porque siendo una familia inglesa adinerada para los cánones y estándares de la isla griega sus preocupaciones se centraban en vivir la vida y en disfrutar de familiares, amigos y conocidos a través de fiestas, cenas y comidas a orilla del mar o bajo el parral que tenían por porche en su casona corfiota. Y ese disfrute de la vida como máximo objetico de su vida diaria se nota en cada una de las páginas de la trilogía y, por tanto, también en las de este último volumen que la cierra.

El jardín de los dioses es un magnífico cierre a una magnífica trilogía autobiográfica donde naturalismo, zoología, divulgación, anécdotas, familiares, amigos y conocidos, campesinos y personajes totalmente variopintos se mezclan para dar un relato que, aunque pueda parecer en ocasiones inverosímil, no muestra más que el placer por vivir y disfrutar de una vida, la que cada uno de nosotros disfrutamos sin saber el tiempo que tenemos para ello, sin complicaciones y sin dar una importancia que no tiene a cosas que mejor sería pasar por alto.

Leyendo a Gerald Durrell y la vida que llevó entre los 10 y los 15 años en Corfú, rodeado de su familia, de gente con inquietudes naturalistas como Teodoro, de animales por descubrir, con una voluntad de hierro a la hora de aprender más y más sobre la fauna y la flora que le rodeaba uno se da cuenta que hemos olvidado qué es vivir. El jardín de los dioses no solo es una divertida obra donde un escritor da cuenta de sus años más felices y cómo los recuerda, mezclando su pasión por la naturaleza y las anécdotas familiares más destartaladas; este libro es también y, ante todo, un canto a la libertad, a vivir la vida con intensidad, feliz, sin preocupaciones y sin dar excesiva importancia a los problemas mundanos que no lleva a nada.

La belleza con la que Durrell nos cuenta y termina de complementar sus recuerdos de aquellos cinco años pasados en Corfú hacen de El jardín de los dioses otra lectura igual de placentera, divertida y formativa como las anteriores, donde nuevos animales, nuevas aventuras y, sobre todo en este libro más que en los anteriores, anécdotas familiares donde sus propios hermanos o conocidos de la familia demuestran como la realidad muchas veces puede ser tanto o más increíbles que la más pura de las imaginaciones novelescas.

Hace ya décadas que el ser humano vive en constante prisa, sin descanso, buscando permanentemente estar ocupado en algo temeroso de que, al parar y descansar, al no tener nada que hacer, su aburrimiento sea tal que se vea abocado a pensar en su propia y miserable vida vacía de contenido y no sepa cómo llenarla de manera sosegada. Hace ya décadas que hemos perdido perspectiva para solo mirarnos el ombligo y ser incapaces de comprender que vivimos en un mundo en el que no estamos solos y nos rodean seres y criaturas, paisajes y parajes impresionantes e inolvidables. El jardín de los dioses es volver a una época donde las prisas no existían, leer sobre algo ya extinto en prácticamente cualquier parte de Europa y “Occidente” y que está en vías de extinción en el resto del planeta, devorado por la incesante necesidad de mercantilizar absolutamente todo como si todo fuera monetizable.

Hemos olvidado quiénes somos. Hemos pensado que el hombre está por encima de todo ser que pisa este planeta menospreciando aquello que no conocemos o que nos repele o que simplemente creemos inferior solo por no razonar ni hablar… En la Trilogía de Corfú que cierra El jardín de los dioses, Gerald Durrell pretendió no solo plasmar sus años de juventud libre y sin ataduras de ningún tipo disfrutando del mundo encapsulado en la isla de Corfú, sino que intentó abrirnos los ojos ante un mundo al que estamos dando la espalda y que cuando menos lo esperamos nos la dará a nosotros dejándonos tirados y abandonados siendo incapaces de adaptarnos a los cambios que provocará nuestra propia actitud orgullosa y prepotente.

El viaje que ha supuesto para mi leer La Trilogía de Corfú ha sido inmenso, porque nunca antes me había enfrentado a una lectura tan seguida de una serie de libros enlazados y relacionados y, mucho menos, de libros de no ficción autobiográficos donde el aspecto divulgativo, descriptivo y anecdótico personal fuera el eje de la narración. Todo ha merecido la pena porque he descubierto a un hombre inmenso como Gerald Durrell y una obra fundamental para reencontrarse con un pasado que no es tan lejano y que estamos a punto de perder del todo si no somos capaces de pararnos a pensar quiénes somos y dónde vivimos. Leed a Durrell, pero, sobre todo, vivid que al final es lo que nos quiere decir el adulto Gerald recordando a su niño Gerry.

Caronte.

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