jueves, 30 de junio de 2022

Clea (Cuarteto de Alejandría IV)

Acabo la última de las novelas que constituyen El Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell sabiendo que he termino de leer algo grande e importante, no ya solo porque sea una de las obras narrativas inglesas más importantes del siglo XX sino porque enfrentarme a la lectura de estas cuatro novelas ha sido todo un reto lector personal ya que no sabía cómo terminaría algo que me impresionaba e imponía antes si quiera de sumergirme en la lectura del primero de los libros. Acabo hoy Clea sabiendo que difícilmente voy a poder encontrar un conjunto de novelas que me llenen como estas cuatro han hecho y que me resulten tan atractivas tanto como lector como por intento de escritor (frustrado pero realista, casi aliviado por saber que nunca nada de lo que escriba podrá ver la luz, porque total, para qué).

Clea no solo es el cierre del cuarteto que narra las relaciones entre sí y con la propia ciudad de Alejandría de los diferentes personajes y amigos que dan no solo nombre a los cuatro libros, sino que acompañan al lector en una narración intensa, profunda y sutilmente filosófica donde se reflexiona sobre el amor, las pasiones humanas, el arte o la escritura. Esta novela es también la más personal, íntima, metafísica, críptica y surrealista de las cuatro que componen esta obra magna narrativa. Esta es una de las razones por las que me imponía leer el cuarteto, porque investigando un poco me daba cuenta de Lawrence Durrell podría inscribirse en una tradición literaria de estilo críptico y mundos y temas propios, de muy alto nivel intelectual y cultural que, sin embargo, para mí quedaría muy alejados. Nada más lejos de la realidad. Por eso también acabar este conjunto de novelas ha supuesto todo un reto literario del más alto nivel y del que más orgulloso me siento.

A modo de últimas puntadas del tapiz general, o como últimas pinceladas en el fondo de un fresco magnífico y complejo de personajes y relaciones entre ellos llenas de matices y sombras, Clea cierra de manera magnífica todo el Cuarteto de Alejandría. No flaquea Durrell en su forma de narrar, tan sutil pero tan contundente, que hace que la lectura no sea un mero descubrimiento de una trama, que queda en segundo plano por un estilo narrativo que eclipsa todo, sino un placer vigoroso y fuerte, constante, por ver cómo diversas voces narrativas, diversos estilos y formas de narrar desfilan ante los ojos atónicos y atentos del lector que no puede más que admirar la construcción de estas novelas con cierta perplejidad, gratitud y, si alguna vez ha sentido el impulso de la escritura, con bastante envidia.

En Clea se cierran las historias de varios personajes que han ido apareciendo en el cuarteto; sigue de fondo el áurea magnética de Justine y su tremendo atractivo que hace que los hombres se vuelvan locos por estar en su órbita; varias muertes siguen sucediéndose, secundarias, pero trágicas y demoledoras para los afectados; varios misterios surgen sobre personajes que cualquier lector creería secundarios; y quien simplemente parecía un mero narrador, Barley, pasa a ser depositario y actor principal en el escenario místico y de leyenda decadente de Alejandría.

Todos y cada uno de los libros que forman el cuarteto, en sus variedades y formas, en sus tramas ligeras y en las profundas, en su ambientación en una extinta Alejandría diplomática, cosmopolita, burguesa, de cafés de aspiración europea y barrios árabes donde lo místico y legendario deja a lo terrenal en la más tenebrosa oscuridad, han sido un viaje narrativo intenso y complejo en el espacio y el tiempo y en la psique humana. Clea cierra un todo, un conjunto literario único y complejo que, aunque podría leerse de manera independiente, conforma un análisis profundo del alma humana, de sus pasiones desatadas, de sus deseos más prohibidos…

Sin embargo, acabar de leer Clea y con ella El Cuarteto de Alejandría me plantea un problema: ¿Qué leo yo ahora? ¿Qué se lee cuando has estado durante todo un mes leyendo las obras magnas de dos hermanos escritores como son Lawrence y Gerald Durrell intercalando las del cuarteto del hermano mayor con las de la Trilogía de Corfú del menor? ¿Qué se puede empezar a leer sabiendo que el listón está tan alto que sabes que cualquier cosa la vas a comparar con lo recientemente leído? Me hago estas preguntas con resignado optimismo porque siempre pienso que los libros están para ser leídos y solo entonces opinados. Pero, aún así, me siento un poco huérfano y vacío.

Clea ha supuesto el final de un reto lector que me impuse hace un mes. Reto que creo que he superado con creces demostrándome a mí mismo que ningún tipo de obra o género literario, o ningún autor deben impresionarme o darme rechazo leer por pensar que no estaré a la altura. Estas cuatro obras de Lawrence Durrell me han confirmado que estoy más preparado de lo que yo pensaba para leer cualquier cosa que pueda proponerme siempre que mi voluntad sea no tanto disfrutar de una buena historia, sino simplemente dejarme llevar por el arte que implica la buena literatura. Y El Cuarteto de Alejandría es buena literatura.

Caronte.

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