miércoles, 30 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "The human factor"

No sé por qué pero siempre me pasa que cuando un escritor me gusta mucho tardo mucho tiempo en volver a alguno de sus libros. A veces pienso que debería leerme todos los libros de un autor que me guste mucho del tirón; pero luego pienso que si hago eso y por ejemplo dicho escritor está muerto no tendré más que leer suyo y por tanto perderé una buena oportunidad. Por eso quizá he tardado tanto en volver a leer una obra de Graham Greene. Digo tanto, cuando solo han pasado unos cuantos meses desde el último libro suyo que me leí. Para mí ha sido mucho tiempo, ya que desde que descubrí a este escritor inglés gracias a un regalo de cumpleaños que me hicieron unos amigos ha pasado a ser uno de mis escritores preferidos, al que siempre leo en inglés porque es bastante fácil de leer a pesar de que sus libros no son recientes, y al que me une en cierto modo una macabra coincidencia y es que murió el mismo día que yo nací. También puede que deje pasar tanto tiempo entre un libro suyo y otro debido a que cada vez que voy a comprar algún libro de Greene nunca termino por decidirme por ninguno y termino por dejarlo para más adelante.

El libro del que voy a hablar en esta ocasión es “The human factor” o como reza su traducción al español “El factor humano”. Como la gran mayoría de las novelas más conocidas de Graham Greene, este libro trata sobre el espionaje británico y sus protagonistas son espías clásicos que descifran mensajes codificados y encriptan nuevos, son enviados a países exóticos a obtener información y deben lidiar con topos y dobles agentes. Vamos podría decir en pocas palabras que esta es una típica novela de espías al más puro estilo británico, que en este género los ingleses son los grandes maestros mundiales con autores como John Le Carré, Frederick Forsyth, o el propio Graham Greene (todos ellos además trabajaron en algún momento de sus vida como agentes del MI6, el Servicio Secreto Británico).

La trama principal de “The human factor” es la existencia en un departamento del MI6 de un topo. Dicho departamento está compuesto por tres agentes propiamente dichos: nuestro protagonista Carter, su compañero de sección, Davis, y el supervisor de ambos Carson (nótese que todos los personajes de la novela aparecen nombrados en la misma, salvo dos de ellos, por sus apellidos). Como un topo es algo indeseable en cualquier servicio secreto que se precie, los responsables de más algo grado decide investigar y hacer indagaciones. Así el doctor Percival pone su ojo de pescador en Davis, decidido, sin dudas ni titubeos; y así se lo hace saber al jefe Heargraves y el responsable de seguridad del departamento el coronel Daintry. Sin embargo nada es lo que parece porque casi desde el principio de la novela el lector intuye que Davis no es el topo y su muerte, o asesinato enmascarado muy sutilmente por una toxina que enmascara una muerte provocada como natural, sólo causa malestar, dudas y sobre todo errores.

Esta es la trama principal de “The human factor”, sin embargo me falta hablar un poco del protagonista principal de la novela, Castle, un veterano miembro del MI6 que en su día trabajó sobre el terreno en Sudáfrica en la época final del Apartheid, donde tuvo que lidiar con organizaciones oficiales del gobierno surafricano lideradas por Muller, un africano blanco lleno de prejuicios y muy racista que hizo la vida imposible a Castle debido a que éste se enamoró de una mujer africana, Sarah. Esta otra historia, que pertenece al pasado de nuestros protagonistas, siempre está presente en la novela, mediante medidos flash backs que afianzan la personalidad de Castle y hacen que el lector coja cariño a este espía de doble atormentado por sus sentimientos.

Pero esto no es más que una parte de la trama oficial de “The human factor”. Sin embargo, como en casi todas las novelas de Graham Greene que me he leído hay mucho más allá de la trama formal podríamos decir. La moral y la ética, los sentimientos y las creencias personales juegan un papel fundamental en la historia. Así cada uno de los personajes que aparecen en la novela tiene sus propias características personales, sus matices en algunos casos muy sutiles y su forma de ser y pensar. Castle en un marido ejemplar, que ama a su mujer Sarah por encima de todo, y que no dudó en arriesgar su carrera en el servicio secreto para sacarla de Sudáfrica, y que también ama al hijo de ésta, Sam, asumiéndolo como propio aunque no sea así; Davis por su parte, más joven que Castle es un desastre de espía, sin orden ni control, adicto a la bebida y propenso a levantar sospechas, como de hecho hace; el doctor Percival es un ser sin moral alguna, al que le importa más una trucha asalmonada y la pesca que la vida de una persona inocente; todo lo contrario que el agente de seguridad Daintry, un hombre separado con una hija con la que apenas tiene relación y cuya soledad le pesa como una losa de hormigón en sus hombros, que respeta su trabajo y quiere hacerlo bien cumpliendo las leyes, aunque para eso tenga que traicionar algún que otro sentimiento afectivo hacia alguna persona; Heargraves por su parte es el venerable jefe de espías que delega sus decisiones y que por su veteranía prefiere saber lo menos posible para que nada le importune. También podría hablar de Sarah, o Sam, o del agente Muller, o de algunos otros personajes mucho más secundarios, pero sinceramente creo que es mucho mejor que cada uno los descubra por su cuenta y los juzgue de manera individual.

No lo he dicho pero “The human factor” no es del todo una historia de ficción pura y dura. Aunque nunca lo reconoció en vida, muchos críticos de la obra de Graham Greene están de acuerdo sin el mínimo rescoldo de dudas que la historia que se narra en las páginas de este libro está basada en la vida de Kim Philby, el más famoso, célebre y a la vez odiado espía británico que trabajó durante varias décadas como agente doble del KGB ruso infiltrado en el MI6. De hecho por esta razón me decidí por este libro antes que por otros de Greene. Castle y Philby, si bien son de carácter muy diferente, sí que comparten muchas cosas, entre otras el hecho de ser dobles agentes del KGB en el MI6. Sin embargo les separa un elemento fundamental y es que mientras el protagonista de esta novela, Castle, no cree en el comunismo (como tampoco en ninguna otra ideología, fe o creencia), Philby sí que lo hacía y cuando desertó a la URSS lo hizo sin problema de conciencia. Por otro lado está el asunto sentimental que Greene incorpora a la trama de esta novela y que da a la trama un carácter mucho más personal e íntimo, incorporando las dudas y miedos de Castle por perder a Sarah.

Quiero también comentar el estilo que emplea Graham Greene en “The human factor”. El lector se encontrará con una novela de espías en la que predominan los diálogos; diálogos que Greene domina como un verdadero experto y puedo decir que estos diálogos, en todas sus novelas, son lo mejor de sus libros. La novela se lee con facilidad, es ágil, directa y concisa, es decir, a diferencia de otras novelas de este escritor en esta no hay digresiones moralistas demasiado profundas, sino que con una sencillez asombrosa mediante los diálogos entre los diferentes personajes Greene incorpora poco a poco sus temas predilectos como son la religión (tratada muy someramente en este libro), el  alcohol, la soledad y las creencias personales que llevan al ser humano a actuar de una manera u otra. Las descripciones son las justas y necesarias para ambientar alguna escena y nada más. Greene va a la acción estrictamente y todas las frases del libro tienen sentido y significado, ninguna está simplemente por estar.

Para terminar ya, solo quiero apuntar que “The human factor” ha sido una de las mejores lecturas que últimamente me he echado a la cara, si se puede decir así. Greene de momento no me ha defraudado con ninguna de sus novelas, que por cierto están llenas de realismo y son perfectamente verosímiles. Además esta novela, a pesar de ser ficción, en parte está basada en uno de los personajes más controvertidos de la historia del Reino Unido y de los servicios de inteligencia, y por tanto es perfecta para introducirse en las novelas de espías en las que no solo el lector se sumerge en una trama de secretos y sombras, sino también de dilemas morales y decisiones que implican vidas humanas.

Caronte.

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